viernes, 18 de junio de 2010

Tres Veranos de Robert Mulligan


Para muchos, el verano es la época de descanso, del sol y del bikini; una necesidad vital tras un año de trabajo.
Para otros, el verano es un estado mental, un lugar de la memoria, lleno de secretos y deseos, experimentados en las tardes eternas y en las calurosas noches sin dormir.


En la época en que todo se detiene, los "locos del verano" viven mutaciones del alma, hacen descubrimientos que los marcarán para siempre y, sin darse cuenta, empiezan a vivir.


Robert Mulligan sabía mucho de esos veranos.
Mulligan podría considerarse uno de los grandes directores del cine norteamericano, pero, en general, ha sido un señor bastante subestimado.


Quizá por ofrecer una trayectoria irregular.
Tal vez, porque procedía de la llamada "generación de la televisión", cantera de realizadores formados en la pequeña pantalla a mediados de los cincuenta, cuyo salto al cine fue visto con suspicacia por los rancios de siempre.


O quizá las películas de Mulligan aparecieron en un tiempo demasiado encendido, donde se requerían mensajes más contundentes, discursos más autorales y opiniones más radicales.
Mulligan ofrecía historias sociales y comprometidas, pero era un hombre tranquilo y su rebelión se prefería íntima. La mejor y más efectiva de las rebeliones, sin duda.


"Matar Un Ruiseñor" (To Kill A Mockingbird) es su película más famosa y un título culpable de despertar muchas cinefilias.
Está llena de verano y de niños.


Si el tiempo es eterno en las abotargadas tardes estivales, más lo será en el verano de la infancia, donde el juego pueril se conjuga con el descubrimiento vital.
Los ojos de Jem, Scout y Dill curiosean en torno a la tenebrosa casa de Boo Radley. Mirar a través de la valla expone historias secretas; apostar por la aventura da luz al amigo que se esconde detrás de la puerta.


Mientras, el juicio de Tom Robinson, negro falsamente acusado de violación, se vive en verano. La tensión racial es propia del calor, donde el sudor acentúa las pasiones y la violencia.


Como nosotros, los niños de "Matar Un Ruiseñor" adivinan que no siempre hay finales felices en las historias.
El único final seguro es la llegada de septiembre, cuando las hojas caídas aplazan lo que pareció importante en agosto.


En "Verano del 42", lo importante para Hermie y sus amigos es perder la virginidad de una vez por todas.


En esta épica y romántica apología del desfloramiento masculino, los niños de Mulligan ahora son adolescentes.
Son hormonales, de cuerpos escuálidos y descompensados, pero poseen intacta la sed de mirada.
Hermie queda encandilado ante la visión de Dorothy, una mujer mayor, casada, con el marido en la guerra.


Es el año 1942, visto desde los setenta.
En el cine, se estrena "La Extraña Pasajera"; en la farmacia, se pide el preservativo; en el libro de los padres de Benjie, se narra la manera de hacerlo.


Las calles están desiertas a las cinco de la tarde. A las once, también. "Buenas noches, Hermie", dice Dorothy.


Y él, desde el recuerdo, asegura lo siguiente:
"Nada desde el primer día que la vi, y nada desde lo que me ha ocurrido entonces, ha sido tan aterrador y tan confuso. Ninguna persona que he conocido me ha hecho sentir más seguro y más inseguro, más importante y más insignificante".


El amor también planea cual obsesión para las niñas de "The Man In The Moon", el canto del cisne de Robert Mulligan, estrenada en España como "Verano en Louisiana".


Entre otras cosas, supuso el debut de Reese Witherspoon, actriz que nos visitará este domingo.


En "The Man In The Moon", Dani quiere empezar a vivir a los catorce años. La llegada de Court será la respuesta.
Bañándose en el lago, el agua incita a un primer beso que se retrasa con desesperación para Dani. Pero, beso o no, la realidad cercena el sueño romántico.


Court es víctima de la tarde inmisericorde. En silencio, y con calor, mucho calor.


Estas tres películas imprescindibles nos recuerdan la verdad que pudimos saber los "locos del verano": empezar a vivir significa que te rompan el corazón.
Pero, ¿quién podía resistirse, señor Mulligan?


1 comentario:

Atticus Grey dijo...

Vaya, he visto este trío de filmes del Sr. Mulligan y todas poseen esa atmosfera intimista que no por su sencillez dejan de ser grandes obras. Me maravillo con el lirismo de Matar a un Ruiseñor, obra maestra donde las haya, y recuerdo mis años de adolescencia con Verano del 42 y The Man in the Moon. Además las tres poseen una banda sonora discreta pero envidiable, muy sensitiva. Saludos!