lunes, 29 de diciembre de 2008

El Año 2008 es...


- El año que murió Heath Ledger.
- La revolución sexual de Josito Montez.
- Volvieron Indiana Jones, Batman y Carrie Bradshaw.
- Leí "Wicked".

- La última parada de Paul Newman, Cyd Charisse, Estelle Getty, Eartha Kitt, Harold Pinter, Van Johnson, Robert Mulligan y Bettie Page.
- Me reconcilié con Keira Knightley.
- Me enamoré de Christopher Meloni.


- Joan Crawford y Chris Evans fueron nuestros reyes de la promoción.
- Abby dejó "ER".
- Mis series favoritas del año fueron "Ugly Betty" y "True Blood".


- Decidí que es mejor ser cliente de la Fnac que trabajar en ella.
- Busqué el amor. Puertollano, Alcorcón, Belgrado y San Diego fueron mis mayores descalabros al respecto.
- Off the record, you're on.
- Descubrí las bondades del LastFm. ¿Cómo podía vivir sin conocer a Helen Reddy y a Air Supply?


- Viajé a Valencia y volví al día siguiente.
- Quedé convencido de que Joe Gage es aún mejor que Kristen Bjorn.
- El Trapecista se vino a vivir a Madrid.
- Nunca olvidé a Miss Hall.


- Me encadené a Devlin.
- Y, como buena Bergman, estuvo claro el nombre de mi local favorito.


- Pero, sobre todo, 2008 ha sido el año del blog y de vosotros, mis queridísimos lectores y comentaristas. A todos, Zinquirilla, Lord Alfred, Vértigo, Lo, RFP, Chika Migraña, Reina Decapitada, Silderia, Sangre y Besos, Rocío, Lee, Phoebe, Mae, Malvado Ming, Bankhead, Deivipeich, Breckinridge, The Wolf, Hedda, Arguifonte, Boopland, L-Kitsch. Ha sido un placer conoceros y leeros a todos y cada uno, con vuestras alabanzas, críticas y puntualizaciones. Y gracias a vosotros, "Josito Montez" se actualiza cada día, para informaros, para divertiros y para que compartáis conmigo lo mejor de mis placeres culpables. Vosotros sois, en definitiva, mi mayor guilty pleasure. Un feliz año para todos, amigos.
- Bah, como diría Oliver Twist: "Quiero más".

viernes, 26 de diciembre de 2008

Sangre de Verdad


Los vampiros existen. Y se han convertido en lo último en minorías a vindicar.
Quieren los mismos derechos civiles que los mortales y dejar de ser mirados con terror y suspicacia.


Los japoneses han lanzado la primera sangre sintética y se comercializa bajo el nombre de Tru Blood.
Los vivos pueden estar tranquilos; los vampiros beberán de botellines de cristal, y no de sus carnosos cuellos.


Pero, ¿quién quiere confiar en las versiones oficiales?
Los mortales siguen contemplando a los chupasangres con terror y fascinación.
Y, cuando se descubre que son unas máquinas sexuales y que su sangre marchita es la droga más potente, la fascinación se troca en codicia.
Los vampiros siguen buscando el bombear del líquido caliente en los vivos; y éstos, el placer de lo prohibido en aquellos que duermen de día.


Nos encontramos en la alucinada Louisiana, donde la religión se prefiere fanática y la dieta se compone de cervezas y hamburguesas con queso.
Han llegado las primeras remesas de Tru Blood.


Sookie Stackhouse, camarera white trash, puede leer las mentes. Sólo se le resisten los pensamientos de Bill Compton, el primer vampiro que conoce en su vida y quizá el único hombre al que pueda amar.


Alan Ball, el genio de "American Beauty" y "Six Feet Under", vuelve a sorprender. Y, esta vez, creando polémica; "True Blood" es tan amada como detestada.


Deliberadamente trashy, con una inenarrable Anna Paquin asentando el tono, "True Blood" es una serie sexy, adictiva, pero no apta para todos los colmillos.
Nosotros, adictos al placer culpable y devotos de los postres midnight, tenemos el mentón chorreante de sangre y estamos aún sedientos: queremos más "True Blood".
Y el poderío maromial es indiscutible, con Stephen Moyer y Ryan Kwanten como futuros visitantes de nuestros jueves.

lunes, 22 de diciembre de 2008

El Corazón es...


- El órgano que bombea sangre.
- Políticas del cardio.
- Eufemismo para designar la crónica de los famosos.
- Si se para, estás perdido.


- Encerrado en la caja torácica, latiendo para poder escapar.
- El símbolo del alma, el detonador del amor.
- Un cazador solitario, según Carson McCullers.


- Destino inevitable de las flechas de Cupido, iconografía de San Valentín.
- Lo que, a veces, se regala con demasiada facilidad.
- La co-razón.
- Sístole y diástole.


- Eclipse total para Bonnie Tyler.
- El alimento favorito de las brujas.
- Palo de la baraja francesa.
- El meollo del asunto, la pulpa de la fruta, el centro de la discusión.
- Sailor y Lula lo tenían salvaje.


- La madrastra de Blancanieves lo prefería en un cofre.
- Antonio Machín y Susan Hayward lo tenían loco.
- Lo que vibra debajo de mi pechito español.


- Pum pum.
- Hazle caso y vivirás eternamente.
- Bah, mejor me ahorro el ataque.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Margaret


Diva infantil de la Metro Goldwyn Mayer, Margaret O'Brien, con sólo seis años, preguntaba a uno de sus directores: "¿Quieres que las lágrimas me lleguen al cuello o paro de llorar a la mitad?".
La O'Brien, espabilada y talentosa pequeñaja, sigue siendo una de las mejores estrellas infantiles de todos los tiempos.
No faltaba el azúcar en ella, pero resultaba mucho más adorable que otros monstruitos cursilones del jardín de infancia hollywoodiense.


Su gran interpretación la dio en "Cita en San Luis", clásico del musical y título imprescindible de las Navidades, protagonizado por una Judy Garland en la cúspide de su grandeza.
La niña O'Brien interpretaba a 'Tootie', la pequeña de los Smith.


'Tootie' también quería bailar y cantar, pero su afición favorita era pronunciar la muerte de sus muñecas y enterrarlas con todos los honores. "Pobre Margarita, no pasará de esta noche. Tiene cuatro enfermedades incurables".


La O'Brien robó la película a la Garland con esa inolvidable niñita morbosa. Su gran momento, pasando miedo en Halloween, resume la devoción que tenemos por esta Margaret.


"Cita en San Luis" permitió que la O'Brien fuera la chiquilla del momento y ganó el Oscar juvenil de aquel año.
La Metro siguió siendo su patio de recreo, loca por la danza y Cyd Charisse en la inencontrable "The Unfinished Dance" y dando su última aparición de renombre en "Mujercitas".


Margaret O'Brien era perfecta para el mundo de Louisa May Alcott y, sobre todo, para el jugoso papel de Beth, la más pequeña y débil de las hermanas March.
Como muchas estrellas infantiles, Margaret O'Brien no tuvo la oportunidad de crecer en pantalla y sus años en la Metro acabaron cuando sólo tenía unos escasos trece años de edad.
Hasta el día de hoy, ha seguido activa tanto en televisión como en el teatro, aunque sus apariciones han sido más anecdóticas que memorables.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Cocaína


De los Andes a los bolsillos de los necesitados de energía. La cocaína viaja desde el cártel hasta tu tocador. Allí está, preparada para la nariz y con destino al sistema nervioso, para estimular y alterar.
Abre bien los ojos, inspira y deja que el ácido polvo blanco se resbale por la garganta.
La sensación de felicidad es total, pero la necesidad de tabaco y alcohol para acompañar la euforia es inmediata.
El corazón empieza a bombear con fuerza, todos los sentidos se vuelven alerta, las ideas son equívocas y no hay sueño que valga.


Se entra en una espiral de intoxicación masiva cuando se prueba la primera raya. Es la droga non-stop; un tiro no vale, hay que vaciar el cargador.
Le gusta a los mafiosos, a los ejecutivos, a las celebrities y a todos los que buscan alterarse en sociedades aburridas.
Es cara, mentirosa y asegura la histeria y la impotencia, pero destila el placer de lo peligroso y lo clandestino.


Desterrada al cuarto de baño, cortada con tarjetas de crédito, esnifada a través de billetes enrollados, es la droga secreta y glamourosa. Pero, como cualquier sustancia controlada, el infierno es el precio.
Carmen Miranda la escondía en los tacones. Se cuenta que Frank Sinatra tuvo que implantarse un tabique nasal de platino y que Peter Lawford inició a sus propios hijos en el consumo.


El corazón de Andy Gibb no soportó el torrente de cocaína, consumida por la mala digestión de una fama inmediata.
De vuelta de su rehabilitación, Elton John miró por la ventana del avión y sintió que toda la nieve de los Pirineos no se podía comparar con todo lo blanco que habían conocido sus fosas nasales.
El "Daily Mirror" no dudó en ilustrarnos que Kate Moss también es una adepta de las líneas de moda.


Entre confidencias, recuerdos y reproches, Cecilia Roth no paraba de consumir merca en "Martín (Hache)".
Ray Liotta se volvía loco por la coca en "Uno de los Nuestros".
Y Michelle Pfeiffer visitaba el baño de la discoteca de "Scarface" con la frecuencia que demandaban sus exquisitas narices.
Después bailaba con Al Pacino, otro que no dudaba en ponerse hasta las cejas, interpretando a Tony Camonte.
Empolvarse la napia también era la afición favorita de Uma Thurman en "Pulp Fiction", tanto como los milkshakes caros y rebuscar en los bolsillos de las chaquetas ajenas.
Julianne Moore declaraba su devoción a Heather Graham, tras su festín farlopero en la cama de "Boogie Nights".


Pero uno de los mejores retratos de la adicción a la cocaína de los últimos tiempos fue la Melora Walters de "Magnolia", que esnifaba perico en soledad, con la música demasiado alta y las lágrimas, demasiado gruesas.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Steve McQueen


Le dio a la velocidad y al individualismo, y se hizo estrella de la noche a la mañana.
La trascendencia McQueen reside en una relación que podría parecer bizarra en un principio; era un macho más bien rústico, pero a la vez, la quintaesencia de lo cool.


La moto de "La Gran Evasión" fue su gran carta de presentación y el público consideró imprescindible verlo a bordo de un vehículo.


Así, vino el Ford Mustang de "Bullitt", volando en una huida trepidante sobre las calles de San Francisco.


Pero, sin duda, su mejor escapada fue cuando se encontró con Sam Peckinpah y un Volkswagen Beetle a prueba de balas en "La Huida".


Sus acelerados vehículos despertaban tanto fetichismo como sus gafas ahumadas, pero el secreto de su éxito fue su rebeldía tácita, su dureza inconformista y esa sensación de que ya lo sabía todo sobre batallas que no se podían ganar.


Steve McQueen era sexy hasta decir basta. En pantalla, sedujo a Natalie Wood, a Faye Dunaway, a Tuesday Weld y, especialmente, a Ali McGraw.


Ali fue la más célebre de sus parejas. La bofetada que le propina McQueen en "La Huida" no estaba en el guión, pero, pese al susto, ella decidió divorciarse del productor Robert Evans y casarse con Steve McQueen.
Fue el matrimonio de moda, hasta que se separaron cinco años después.


Apagar el fuego de "El Coloso en Llamas" fue el último gran éxito de Steve McQueen. Se encontraba enfermo y con necesidad de retirarse.


En 1980, poco antes de morir a los cincuenta años de edad, clausuraba su carrera y dejaba a toda una audiencia con ganas de más.


Hoy traemos a Steve McQueen, porque no hay maromo vintage como él.
Si nos persiguen por nuestros delitos, que la frontera de México y Steve McQueen sean nuestros destinos favoritos.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El 'Kitsch' es...


- Delirio favorito del posmodernismo.
- El mal gusto, la imitación barata.
- La imposibilidad de ser original.


- La repetición, la fórmula, la anti-innovación.
- El ornato pretencioso.
- La parodia del arte.


- Cuando Hollywood se vuelve vago.
- Complemento del pop.
- La Virgen María entendida como diva doméstica.


- Se le otorga un valor irónico, que lo sublima.
- Maria & Josito Montez, Inc.
- Asociado con el camp y la sensibilidad gay.


- Provocador de risas malvadas y modas feístas.
- La música disco.


- Olivia Newton-John y "Xanadú".
- La ciencia ficción de los años cincuenta.
- La Navidad (Kitschmas).


- Los años ochenta al completo.
- Las novelas de Jacqueline Susann.


- El merchandising de la mesa camilla de tu abuela y los exabruptos del armario de tu mamá.
- Almodóvar lo reivindicó y lo hizo su sello de marca.


- La estética definitiva, la contra-moda, la vindicación del exceso y del sentimentalismo.
- Bah, la tranquila elegancia no me deja tan ciego.