miércoles, 16 de junio de 2010

1949


Cuatro años después de la paz, se formulaba el divorcio.
Stalin y Truman no sólo se habían separado entre ellos; también renegaban de las mentes de sus países, de las voces críticas y de cualquiera que refutase verdades absolutas.
En esa disputa, había que elegir un bando.
Los que se quedaron en medio fueron inmediatamente inscritos en listas negras y purgas rojas.


George Orwell hablaba de la inevitable destrucción del pensamiento individual ante estas respuestas polarizadas y radicales, que usaron el miedo como estrategia para consolidarse.
En su novela futurista, criticaba a uno y otro bloque, y predecía que la fecha decisiva sería "1984".


Los Estados Unidos siguieron señalando al sovietismo como el mayor de los males. Por primera vez, Truman anunciaba que los rojos tenían la bomba.


Los gigantes de la hoz y el martillo desoían y crecían.


La República Popular China nacía en 1949, producto de una de las más descomunales y traumáticas revoluciones de la Historia.
Bajo Mao, el secreto imperio oriental se hacía más hermético, poniéndose del revés para seguir siendo el de siempre.


El espectáculo hablaba de otras guerras con colorines.
La Guerra de Secesión aparecía cual postal navideña en "Mujercitas", Cary Grant se travestía en "I Was A Male War Bride", y entraban en escena los marineritos del amor.


En Broadway, se estrenaba "South Pacific", y en Hollywood, "On The Town".
Gene Kelly y Frank Sinatra eran una monada y bailaban en las calles de Nueva York.


Lo que contaba "On The Town" no importa ni importó, pero los momentos musicales desafiaron la imaginación y liberaron al género de los claustrófobicos estudios por primera vez.


Lo más visto del año fue el templo de los filisteos en la tremenda "Sansón y Dalila", de Cecil B. De Mille, con Victor Mature y Hedy Lamarr.
Aunque De Mille era un señor muy conservador, su película resulta toda una apología del sadomasoquismo.
Fue quizá la opción que debieron contemplar Stalin y Truman en sus desacuerdos políticos.


Si hubieran pensado en el látigo antes que en la bomba, el templo se les habría caído encima y hubiesen perecido como Sansón y Dalila; sin entenderse, pero provocando únicamente el débil polvo del cartón piedra al desplomarse.


Desde el caballo, Patricia Neal también fustigaba al macho.
En esta ocasión, el hombre era Gary Cooper, en otra locura llamada "El Manantial", adaptación de la novela de Ayn Rand.


Ayn Rand, traidora para Stalin, superviviente para Truman, era esa artista rusa que no quería ser soviética.
Se la llamaba visionaria y perra al mismo tiempo.


Su hot historia del arquitecto inasequible a la colectividad y los planes estatales encontraba versión cinematográfica a la altura de las megalómanas circunstancias.


Oh, el triunfo de la retórica. Ah, la facilidad del aplauso.
En una película inteligente, "All The King's Men", la política era el chiste mejor contado y se reflejaba la corrupción personal como un paso necesario en la llegada del poder.


¿El final justificaba los medios en 1949?


Entre las sombras del año, aparecía inesperadamente Harry Lime, que jugaba con los bloques en la Viena ocupada, se enriquecía a cambio de veneno y corrompía con la más escalofriante de las sonrisas.
Las enredadas escaleras de "El Tercer Hombre" explicaban que la turbiedad se imponía al discurso maniqueo que se vendía desde el poder trasnacional.


El claroscuro contaba mejor el año que el Technicolor, sí, pero no hay que ser injustos con los sueños.
Ya lo pedían las Andrew Sisters. I can dream, can I?


Cuatro años después de la paz, el divorcio. Y la guerra, bajo otro nombre, según protocolo, meramente formularia.
Corea sería próxima estación en una línea que nunca terminó.

4 comentarios:

Athena dijo...

Matrícula de Honor para un año completísimo y para usted, of course. Me encanta su prosa, de verdad.

P.D.: Yo canté "New York, New York is a wonderful town" cuando visité la ciudad. Había que hacerlo, ¿no?

Josito Montez dijo...

Muchas gracias, querida.
Esa visita se merecía medio repertorio de Sinatra, sin duda.

Athena dijo...

Matizo: el tema que canté fue el de "On the town" (no sé si su título es el que puse). Creo que sabrá a qué me refiero.

De todas formas, pensar en el clásico de Sinatra es inevitable :)

Josito Montez dijo...

Sip, cantaste el de la peli, no la canción "New York, New York", que es otra, sisi.