miércoles, 30 de septiembre de 2009

1929


En 1929, Edward Hopper pintó “Chop Suey”; como toda su obra, expresaba que la quietud puede ser inquietante.
Sin duda, era el escenario adecuado para el inminente desastre.


Se entregaban por primera vez los Oscars. La película que ganó fue la aviadora “Alas”.
Alas no tenían los brokers de Nueva York, en aquel mes de octubre de hace ochenta años.


Observaron las cifras y, sin poder afrontar la quiebra, se arrojaron por las ventanas de sus apartamentos.
El crack de la bolsa de Wall Street hipotecó al mundo entero. El famoso “dejar hacer” que habían pregonado los popes del capitalismo era sencillamente un error.


Así, los años veinte, bellos y malditos, terminaron de la peor manera posible. El diagnóstico fue indiscutible: Depresión.


Como en el mejor de los cuentos moralistas, todos aprendieron que el despilfarro sólo conduce a la bancarrota.
Como en la peor de las existencias oprimidas, nadie supo señalar a los culpables.


En Venezuela, cabalgaba la rotunda “Doña Bárbara”, vengativa cacique que devoraba tierras y hombres con el ansia de una Lilith llanera.


Rómulo Gallegos contaba su país y su antiheroína se hizo un clásico de la literatura hispanoamericana.
Como Doña Bárbara, todos los poderosos devoraban, incluso con las arcas vacías.


Poisonville. Así llamó Dashiell Hammett a la venenosa ciudad donde transcurría su “Cosecha Roja”, donde el oficinista que asienta los cheques puede ser el asesino.
La maldad del oportunista no conoce límites, venía a decir el gran Hammett.


En la Unión Soviética de 1929, Stalin expulsaba a Trotsky y los kulaks fueron desterrados a la tundra.


Buñuel y Dalí navajeaban un ojo y abrían la brecha.
Se notaba el costurón; los alegres años veinte habían sido una borrachera muy divertida y muy larga.
Ahora, quedaba una resaca dolorosa, donde el fantasma de una nueva guerra aparecía ya en las sombras del Surrealismo.
“Adiós a las armas”, contaba Hemingway, pero todavía quedaba la segunda parte.


Los cines se llenaban de sonidos. Las imágenes mudas agonizaban, mientras irrumpía lo que mejor saben hacer los imperios de verdad: distracción con canciones.
“La Melodía de Broadway” fue la película del año y el primer musical de Hollywood.
Ver a otros cantar y bailar en universos opulentos, ¿qué mejor manera para acallar el estómago en los años venideros?


Louise Brooks aparecía en “La Caja de Pandora”, todavía muda, pero infinitamente más visionaria.


En una secuencia inolvidable, una caterva de trajeados individuos apuesta en las mesas de un casino, instalado a bordo de un barco. El juego es desesperado, decadente, inútil.


Los alemanes, grandes sufridores del derrumbe norteamericano, miraron al nazismo y le sonrieron. Vieron su futuro más claro que nunca.


Una semana después del crack, hubo un eclipse de sol en todo el mundo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

El Otoño es...


- La caída.
- La lluvia, las nubes y el frío.
- La muerte de las hojas.


- La Naturaleza vestida de ocre.
- La estación inspiradora de melancolías.


- Inoportuna blog entry para el Hemisferio Sur.
- Lágrimas del bosque.
- Soledad de los lugares de veraneo.
- La vuelta al cole.


- El regreso de las series.
- Romances crepusculares.
- Sonata para dos Bergman.


- Leyendas para Brad Pitt.
- Las ciudades vuelven a rugir.


- El regreso del pantalón largo, la chaqueta y toda la ropa verdaderamente elegante y favorecedora.
- Perder el bronceado, olvidar el amor estival, reducir la tarde.
- Amoríos para Joan Crawford.


- Antesala del invierno. A veces, ni se puede distinguir.
- Bah, que muera todo para que vuelva a nacer.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Patricia


Sobrevivió a Hollywood, a los hombres, a las mayores desgracias familiares y a ella misma; la historia de Patricia Neal cautiva y estremece.


Como actriz, la crítica y los grandes directores la quisieron siempre más que el público, que quizá la vio distante y con demasiada cara de loca.


Se dice que la hija de Gary Cooper tuvo la oportunidad de escupirle en público.
¿El motivo? La joven Patricia, de apenas veinte años, vivía un escandaloso amor con el señor Cooper, casado y mucho mayor que ella.


Fue un inicio de carrera poco ortodoxo para Patricia Neal, pero, como siempre, sobrevivió.
En medio, la ira de la señora Cooper, la persecución de la prensa, inútiles promesas de divorcio, un aborto y un ataque de nervios.
Y una película como testimonio: "El Manantial". Fue el segundo film de Patricia Neal; en la secuencia más recordada, aparecía a caballo y azotaba con una fusta a Gary Cooper.


Mientras se hacía un nombre en la industria cinematográfica, Patricia no tuvo otra opción que dejar marchar a Cooper.
Poco tiempo después, conocía a Roald Dahl, el genial escritor de "Las Brujas" y "Relatos de lo Inesperado". Se enamoraron y casaron con rapidez.


Entretanto, la Neal participaba en clásicos como "Últimatum a la Tierra", donde para ahuyentar a robots díscolos, decía aquello de Klaatu Barada Nikto!


Otra intervención especialmente popular de Patricia fue la gélida clienta de los favores de George Peppard en "Desayuno con Diamantes".


Pero, ante todo, Patricia era ideal para un cine moderno, ambicioso y demandante.
Así, Elia Kazan la colocó en "Un Rostro en la Multitud", mientras Martin Ritt le regalaba un papel bombón, interpretando a la mujer víctima de Paul Newman en "Hud".


Por "Hud", Patricia Neal recibió un aplauso unánime y el Oscar a la mejor actriz.


El matrimonio entre Patricia Neal y Roald Dahl duró tres décadas, pero estuvo marcado por la mala suerte y la tragedia.


Su primera hija, Olivia, murió a los siete años, y el coche de bebé de Theo, su tercer retoño, fue arrollado por un taxi, cuando el niño tenía sólo cuatro meses de edad.
Durante su quinto embarazo, Patricia sufrió tres aneurismas cerebrales, estuvo en coma durante seis semanas y su cuerpo quedó paralizado tras los ataques. Dio a luz a su última hija mientras luchaba por volver a caminar y a hablar.


Su parálisis la mantuvo años alejada de la profesión. Le ofrecieron el papel de la Señora Robinson en "El Graduado" y decidió rechazarlo, considerándolo un rol demasiado complejo para su convaleciente estado de salud.
"The Subject Was Roses" fue la película que eligió para su retorno, mientras su historia de recuperación se prestaba ejemplar.


En 1983, Patricia pidió el divorcio, tras descubrir que su marido mantenía un romance con una de sus amigas.
Quizá entonces se sintió como la señora de Gary Cooper en otros tiempos; quizá, simplemente, la vida es así.


Pese a la multitud de obstáculos que sembraron su vida y su trayectoria, Patricia participó en un puñado de películas inolvidables, que permiten conocer a esta bella y magnética mujer. Su presencia siempre fue sinónimo de estilo y fascinación.
Hoy Patricia Neal tiene ochenta y tres años y no deja de reaparecer.


Está orgullosa de su nieta, la modelo Sophie Dahl.

sábado, 26 de septiembre de 2009

"Friends"


Ofrecía optimismo y una premisa simple: Nueva York, seis amigos, una cafetería.
"Friends" se estrenaba en 1994 y recibía entonces una tibia reacción de la crítica, que la comparó desfavorablemente con "Seinfeld".


La rotunda respuesta de la audiencia jugó a su favor y, con el tiempo, hasta los más escépticos tuvieron que rectificar ante el éxito más restallante de la sitcom norteamericana durante los años noventa.



Como bien anuncia su título, "Friends" es una serie sobre la amistad. Y, ante todo, sobre la necesidad de pertenencia.


Así, en el primer episodio, Rachel abandona un grupo - su familia y sus amistades de alta sociedad -, pero sólo para integrarse inmediatamente en otro, mucho más enriquecedor y con quien compartirá los mejores años de su vida.


El clan, la identidad, la urgencia de relacionarse; ahí está también el largo itinerario de Phoebe en busca de una familia válida.
La soledad no existe en "Friends", porque la vida supone compartir la experiencia.


Evidentemente, las diferencias y el choque de las manías personales son el riesgo que se corre.
Cada friend tiene una personalidad específica, con virtudes y defectos que se contraponen y, a la vez, se complementan con las características de sus amigos.


Esto asegura tanto el conflicto dramático como la situación cómica.
A este respecto, los creadores de "Friends" se habían cuidado mucho de elaborar un mecanismo de relojería.


El resultado fue una sitcom perfecta protagonizada por seres imperfectos, donde el personaje individual era pieza imprescindible para potenciar al resto.
Esto explica porqué su spin-off ,"Joey", no funcionó: un friend aislado no es ni la mitad de interesante ni de divertido.


La columna vertebral de "Friends" es el complicado amor de Rachel y Ross a lo largo de los años. Hasta en épocas de la serie en que dicha relación parecía agotada y lejana, la tensión no dejaba de estar latente.
Así, en todos los finales de temporada, ocurría un suceso que implicaba a los dos personajes.


Desde el primer episodio, se define la naturaleza de sus encuentros y desencuentros; van a saludarse con un beso, pero un paraguas se abre súbitamente entre ellos, obstaculizando el paso.


Podrían diferenciarse dos épocas en la larga andadura de la serie.
La primera está dominada por el protagonismo indiscutible de la citada relación entre Rachel y Ross y, durante esta fase, los mejores momentos de comedia recaen en Phoebe.


A continuación, y muy sutilmente, se percibe un cambio en el foco de interés, parte de una estrategia de los guionistas para evitar el agotamiento.
Así, la relación clave de la segunda época será la inesperada pareja que forman Monica y Chandler, mientras el disparate y la diversión corren fundamentalmente a cargo de Joey.


Que Monica y Chandler se enamoraran era un auténtico as en la manga. Hasta entonces, los dos personajes llevaban caminos divergentes y su unión supuso una sorpresa total, que el público apoyó incondicionalmente.
En cualquier caso, no hacía más que confirmar la tesis de la serie: arriesgarse a relacionarse con los demás conlleva hallar la felicidad.


Como le dice Monica a Chandler cuando finalmente se casan, "una noche busqué comprensión en un amigo y encontré lo que había estado buscando durante toda mi vida".


El mensaje feliz de la serie es la clave de su inmensa popularidad.
Es significativo que su audiencia aumentase tras los sucesos del 11 de Septiembre; "Friends" es un paraíso al que conviene acudir en momentos de oscuridad.


Pese a sus laureles, sus ratings favorables y su entidad de fenómeno mundial, la producción de "Friends" no estuvo exenta de problemas.
Las tensiones vinieron, sobre todo, de sus intérpretes, que pasaron de ser unos perfectos desconocidos por el público - salvo quizá Courteney Cox - a convertirse en el reparto más caprichoso de la televisión.


Desde muy pronto, decidieron negociar conjuntamente los aumentos salariales.
Las demandas se hicieron cada vez más frecuentes y alcanzaron lo astronómico; si en la primera temporada, cada uno cobraba poco más de veinte mil dólares por episodio, en la novena, llegaron a percibir un millón por capítulo.


Detrás, había cierta frustración. Desde los primeros tiempos de la serie, los seis actores habían aprovechado la oportunidad para lanzarse como estrellas cinematográficas y sólo Jennifer Aniston había conseguido hacerse un hueco duradero.


Las exigencias económicas venían indudablemente motivadas por el temor a un futuro de encasillamiento y sequía profesional.
Como conclusión, los friends siguen siendo poco interesantes para el cine y, para colmo, ahora son demasiado caros para la televisión.


El momento más conflictivo se vivió al iniciarse el rodaje de la octava temporada, que estuvo a punto de ser la última.
La precaria salud de Matthew Perry y las publicitadas bodas de Jennifer Aniston y Courteney Cox instigaron una nueva subida salarial, a la que la producción de la serie no quería hacer frente.


Fue la NBC quien presionó y motivó un acuerdo económico, decidida a no dejar morir a semejante campeona de audiencia.
Ese año, y como refrendo, la serie recibía dos Emmy largamente esperados: mejor comedia y mejor actriz para Jennifer Aniston.


Así, "Friends" se alargó dos años más y alcanzó su décima y última temporada en 2004.
Su capítulo final, vivido como todo un acontecimiento, congregó a más de cincuenta millones de televidentes en Estados Unidos. Desde entonces, no han dejado de sucederse los rumores sobre una posible secuela cinematográfica.