viernes, 26 de noviembre de 2010

Morbo


En el más estricto sentido de la palabra, alude a una situación enfermiza y malsana.
En su acepción cultural, el morbo podría ser definido como la irresistible atracción que suscita todo lo que sea ilegal, inmoral, desagradable, irracional, feo, trágico, blasfemo, violento o escatológico.
Por tanto, el morbo está asociado con los impulsos del inconsciente y con los dictados de las llamadas "bajas pasiones".


Lo que la sociedad piensa que está mal queda rodeado de misterio y dotado de magnetismo.
Lo prohibido se vincula a la pura curiosidad humana; excitarse ante lo desconocido es señal de tener un cuerpo en buen funcionamiento y una mente a todo tren.


El sexo es el gran pastel del morbo. Especialmente, cuando está teatralizado y ritualizado, como ya dijimos a propósito del sadomasoquismo.
Por tanto, el sexo morboso se llena de iconografías, de contenido psicológico, de inoportunismo y de ilicitud.


El morbo ha sido la raíz del exhibicionismo, el germen del incesto y el punto de partida de toda destrucción erótica, propia o asistida.
Cuanto más reprimida y trufada de tabúes esté la sociedad, más motivos de morbo encontrará. Y más grados de corrupción implicará su satisfacción.


La gente se excita con lo que no debiera, se siente culpable, se arrepiente, pero no puede evitar sucumbir al abismo.
La cuestión no es tirarse una raya de cocaína; es hacerlo en el baño de un bullicioso bar. Lo morboso no es meterse mano; es buscarse debajo de la mesa, mientras los otros no miran y se corre el riesgo de que se enteren.
El secreto induce a la idea morbosa. El ambiente oscuro, sucio, impropio, la hace aún más poderosa.


El morbo, a veces, ha sido el auténtico enemigo de la virtud. Qué buen chico es, pero qué poco morbo tiene el pobre.
Lo canalla coadyuva al factor de peligrosidad que debe lucir cualquier morboso.
Pero no sólo de riesgos evidentes vive el morbo, sino de ideas opuestas.
La candidez, la lindura, la compostura también pueden provocar atracciones. Qué ganas de quitarle los hábitos y corromper su bondad.


La oscuridad implica voltios de morbo. Por eso, el cine es morboso desde siempre.
Vive de insinuaciones, habla de los pecados del vecino de al lado y expresa la necesidad del público de asistir a todo tipo de atrocidades para saciar ciertos interiores más o menos ignotos.


La situación morbosa es un choque de trenes. Contrapone ideales de belleza con auténticas respuestas eróticas, opone la necesidad de paz con la sed de guerra.
El morbo vive y se cuece en tu interior. Conocerlo significa conocerte.

4 comentarios:

Athena dijo...

Qué buena elección la foto de Joaquin Phoenix con sotanas. Eso es el morbo y lo demás son tonterías.

Gran entrada, como siempre.

Pati Difusa dijo...

¿De qué película es esa foto de Joaquin, eh?

Josito Montez dijo...

De "Quills", con Geoffrey Rush y Kate Winslet. ;)

Athena dijo...

Maravillosa película. Ha de verla, Regina LC.