miércoles, 10 de noviembre de 2010

Baby Lindbergh


Un día de marzo de 1932, un intruso entró en el dormitorio de un bebé. En silencio, lo secuestró y escapó por la ventana.
Ese bebé, de veinte meses de edad, se llamaba Charles Lindbergh, Jr.


Era el hijo del célebre Charles Lindbergh, conocido mundialmente por ser el primer hombre que cruzó el Atlántico en avión.


Años después de la hazaña que lo convirtió en héroe nacional, alguien raptaba a su bebé.
En una nota dejada encima del radiador, estaban escritas las instrucciones: dinero y silencio.


No hubo silencio. Los días siguientes convirtieron el secuestro de Baby Lindbergh en un suceso a voces por todo el país.
La prensa se hizo decidida protagonista, mientras proseguían las cartas de los secuestradores y se peinaban las zonas próximas a la residencia de los Lindbergh.
Las toscas escalas de madera que el intruso había colocado para irrumpir en la casa suponían la pieza clave de la escena del crimen.


Pero todo el escenario quedó contaminado por curiosos, por la familia y por las primeras pesquisas policiales.
Las huellas recogidas no servían de nada.


Lindbergh y los suyos comenzaron a elaborar sus propias teorías y señalaron a la Mafia y al espionaje alemán, entre varios posibles complots.
Al Capone, que se encontraba en la cárcel, aseguró que daría detalles sobre el secuestro, a cambio de un acuerdo sobre su condena.
No se le creyó, mientras no paraban de llegar los anónimos y las pistas falsas al teléfono de los Lindbergh.


Un jubilado maestro de escuela, de nombre John Condon, dirigía una carta al "Home News".
Ofrecía dinero de su bolsillo para el oneroso rescate, y se proclamaba como el mejor intermediario posible entre Lindbergh y los secuestradores.


Condon, apodado Jafsie, se convertía en la pieza más inefable del rapto de Baby Lindbergh; fue ampliamente criticado por atraerse barullo mediático y convertir su participación en un carnaval.
Pero Charles Lindbergh siempre estuvo del lado de este Jafsie.


Por fin, los secuestradores anunciaron a Jafsie la aceptación de las condiciones del rescate.
Bajo recomendación policial, el dinero entregado se compuso de billetes fácilmente rastreables en un futuro.
Las indicaciones de los captores llevaron a Lindbergh y Jafsie a un cementerio de Manhattan, donde depositaron el dinero.
Se informó al aviador que buscara el barco "Nelly's" en los muelles, donde su bebé le sería entregado.
Lindbergh nunca encontraría el tal barco "Nelly's".


Más de dos meses después del secuestro, un camionero encontraba el cadáver del bebé, en unos bosques próximos a la casa de los Lindbergh.
La causa de la muerte se debía a un golpe en la cabeza; el grotesco estado de descomposición del infante conmocionó a la opinión pública.
En Washington, se iniciaron las medidas legislativas pertinentes para hacer de cualquier secuestro un asunto del FBI. En la prensa, el suceso recibía el nombre de "Crimen del Siglo".


Los interrogatorios fueron tan virulentos que dos sospechosos se suicidaron; nunca se supo si por complicidad en el suceso o simple desequilibrio tras sus tensas entrevistas con la policía.
Sin demasiadas pistas, se decidió seguir el rastro del dinero del rescate; una investigación que tardó más de dos años, pero que llevaría finalmente a la detención del presunto culpable.


Se llamaba Bruno Hauptmann y era un carpintero de origen alemán. En su domicilio, se encontraban entonces las suficientes evidencias.
La madera que trabajaba coincidía con la que se construyó la escala encontrada en la casa Lindbergh.
En un armario, se halló un papel donde estaba escrito el número de teléfono y la dirección de Jafsie, con caligrafía similar a los anónimos.
Y también se descubrió parte del dinero marcado.


Hauptmann jamás se confesó culpable, aunque tampoco pudo probar su inocencia de manera determinante.
Lindbergh lo señaló como el asesino de su bebé, varios testigos lo identificaron y Hauptmann sería sentenciado a muerte.


El "National Enquirer" le ofreció dinero a cambio de su confesión; las autoridades le propusieron computar la pena a cadena perpetua si se decidía a contarlo todo.
Pero mantuvo su versión, se reafirmó inocente y se le sentó en la silla eléctrica.


Uno de los sucesos clave de la Depresión, el caso de Baby Lindbergh es un mito para la crónica negra norteamericana.
Como siempre, ha sido diana de revisión y de teorías alternativas.


Desde los que ponen sobre la mesa que no había ninguna huella de Hauptmann en la casa Lindbergh hasta los que sugieren que todo el caso fue un encubrimiento de la propia familia, que conocía desde el principio al verdadero culpable: un cuñado de Lindbergh.
Incluso hay un hombre que todavía asegura que es Baby Lindbergh.


En la ficción, es referencia.
Ahí está insinuado en el arranque de "Asesinato en el Orient Express", utilizado como leit-motiv en "La Conjura Contra América" o rememorado en la pasada season finale de "Fringe", por citar algunos ejemplos.


Pavoroso suceso, inevitable consecuencia de ser millonario en época de bolsillos vacíos, cuento triste de la cultura popular, narración periodística en su máxima expresión; el "Crimen del Siglo" sigue resultando el barroco espectáculo que supuso en su época.

4 comentarios:

Bárbara Jersey dijo...

me ha encantado sr. Montez. Ojalá dé pie a una sección fija del tipo La huella del crimen.
Efectivamente, me ha recordado la capacidad de Agatha Christie para fagocitar los sucesos y tragedias ajenas para sus obras. No sé cómo le debió sentar a Gene Tierney verse reflejada en El Espejo roto.

Josito Montez dijo...

Le roman à clef, que se llama.

Anónimo dijo...

En una escena de "El otro", Niles es amenazado por Holland. La cámara hace un barrido y puede verse en la pared de la habitación un dibujo infantil que reproduce la cara de Bruno Hauptman. Es un buen apunte de la psique de los gemelos, ¿no te parece?

Josito Montez dijo...

La verdad que, ahora que lo pienso, "El Otro" debe estar bastante influida por la historia de Baby Lindbergh.