martes, 29 de noviembre de 2011

Sombras y Días de "Luther"


Seductora, estilizada, con un tono entre realista y pesadillesco, "Luther" es una de las propuestas más atractivas que ha ofrecido la BBC en los últimos años.
Se nutre de una galería de clichés del género detectivesco, pero su poderosa atmósfera y su astuta narrativa la hacen ciertamente distinguida.


"Luther" nos cuenta las sombras y días de John Luther, carismático detective policial, encargado de investigar variopintos crímenes en la ciudad de Londres.
En la primera secuencia de la serie, Luther deja caer al vacío a un asesino pedófilo.


¿Ángel exterminador o respuesta animal? El propio John Luther deberá encontrar las respuestas morales a ese acto primero, que quizá lo marque decisivamente.


La serie comienza a presentarnos las estrategias de un agente talentoso, que usa la deducción holmesiana en sus investigaciones y ejerce presión psicológica para obtener la confesión de los culpables.


Los días de nuestro efectivo policía se viven con estrés.
Luther es cuestionado por sus superiores, se revela como una figura dudosa entre sus compañeros y sufre una turbulenta vida personal, comprometida por su obsesiva dedicación laboral.


La atracción del monstruo aparece en "Luther" desde el primer episodio.
Entra en escena la brillante psicópata Alice Morgan, que asesina a sus padres, pero se las arregla para escurrirse de cualquier acusación formal con un descaro indecible.


De odiada a necesitada, Alice se convierte en una especie de confidente diabólica para Luther, esa que le recuerda la indiferencia del Universo ante las cosas que les ocurren a los seres humanos.


A lo largo de la serie, Luther y Alice desarrollan una compleja relación, entre el miedo, la necesidad de cooperación y la tensión sexual.


Interpretada por una malévola y formidable Ruth Wilson, este personaje es un claro homenaje a Hannibal Lecter.


Los casos de "Luther" llegan a despedir tal intensidad y virulencia, que nos recuerdan al "Dexter" de sus mejores tiempos.


Con ella, comparte esa misma preocupación por las fronteras entre el bien y el mal, lo legalmente correcto y lo humanamente justo.
Arroja un puñado de horrores, frente a un personaje principal que debe encontrar la manera de procesarlos y enmendarlos, atrapado en la debilidad del sistema.


Impecable podría ser la palabra que definiera a "Luther".
La laconia de su estética sirve de ideal contrapunto a la tensísima puesta en escena y la turbiedad de sus argumentos.


No obstante, es la presencia de Idris Elba la que aglutina el poder de la serie. Sin él, no sería ni la mitad de magnética.


El recordado Stringer Bell de "The Wire" volvía a la televisión con este "Luther"; esta vez, en su país de origen y con un personaje en el lado correcto de la ley.


La interpretación se resuelve en términos de tour-de-force.
La furia, el dolor, la energía, la elegancia, todas las contradicciones y bondades del personaje se canalizan perfectamente en el rostro y físico de Idris.


Si la serie ha suscitado opiniones un tanto dispares entre la crítica, ante la actuación de Idris Elba sólo ha habido unanimidad.
Sobre Elba, volveremos algún jueves maromial. Los que lo conocen saben bien que lo merece.


Acostumbrados a ver psicópatas, asesinos y crímenes perfectos bajo esquemas norteamericanos, no está de más entregarse a una serie que devuelve esas historias a su lugar de origen.
Así, la fría precisión y socarrona inteligencia de la narrativa criminal británica son encontrables y disfrutables en "Luther".


Rematado por el apasionamiento de Idris Elba, "Luther" es un selecto plato fuerte, compuesto hasta el momento de sólo diez episodios, repartidos en dos temporadas.


Este verano, tras la fructífera emisión de su segundo curso, se anunciaba que habrá un tercero en 2012.
Esperaremos, por tanto, la vibración de nuevos casos y melancolías de este buen "Luther".

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