martes, 22 de noviembre de 2011

Retro TV


Como la moda, el cine o las mentes, la televisión asiste al furor por la retrofilia.
Sin embargo, podría decirse que las miradas al pasado de la pequeña pantalla disfrutan de un éxito relativo, con matices.


El monumental esfuerzo de producción y sus elevados costes de mantenimiento las hacen unas aventuras quijotescas en toda regla.
Gustar a selectas audiencias es su caballo de batalla, por lo que existen más tranquilas en cadenas con un prestigio especial.


La televisión británica ha sido la más dedicada a los retratos de época; sobre todo, los ambientados en la época imperial.


El viejo mundo inglés, concebido como elegante y romántico, se cuenta a través de dramas novelescos, que se emiten frente a un público fidelísimo.


"Downton Abbey" y la actualización de "Upstairs, Downstairs" son las dos últimas apuestas por el lujo de aquel universo, donde existían dueños y siervos y las fronteras entre el Bien y el Mal aún estaban claras.


Desde unos días tan atribulados como los nuestros, observar ese equilibrio se revela como un placer.


En la televisión norteamericana, sus series siempre se han preferido presentistas, para engarzar con el público de manera inmediata al relatarle su mundo.
La proliferación de dramas vintage es un fenómeno más bien reciente.


La HBO ha sido la que más ha ofrecido series históricas, aunque sus primeras intentonas no le resultaron cosa fácil.


Para la reconstrucción de la Roma cesariana, se buscó la ayuda de la BBC, confiados en su experiencia en semejantes lides.
La cadena británica terminaría por desligarse del proyecto, y la espectacular "Roma" sólo duraría dos temporadas.


Peor suerte corrió "Deadwood", que quedaría incompleta ante la asfixia presupuestaria.


La Catodia yanqui no era ajena al western.
De hecho, lo llevaba cultivando desde sus orígenes, con series como "Gunsmoke", "Bonanza", "La Casa de la Pradera" o "The Waltons", que seducían por su ilustración de la candidez de los primeros pobladores.


"Deadwood" se hacía la alternativa contestona. Aparecía así una brutal saga de buscadores de oro, caballeros de honor, prostitutas tristes y maleantes de variado pelaje.
La HBO cerró el grifo tras tres temporadas.


Si el retrato de lo pretérito aumenta los costes de manera exponencial, es evidente que, desde que pierda el mínimo seguimiento, sus días estarán contados.


En "Cold Case", la acción cotidiana estaba ambientada en el presente, pero introducía suntuosos flashbacks para esclarecer los crímenes del pasado que investigaban sus detectives.


Para "Cold Case", la Historia se usa como un emocionante ajuste de cuentas, donde las víctimas son los mejores ejemplos de las injusticias ancestrales.


Durante mucho tiempo, fue la única serie de la televisión generalista que requería guardarropía vintage.


Si no hubiese sido el espacio más visto de su franja horaria, "Cold Case" hubiese muerto el primer día.
Y, de hecho, murió cuando dejó de serlo.


En el terreno de dramas retro, "Mad Men" ha sido la pieza decisiva.
Revitalizaba el interés histórico en las cadenas por cable y reivindicaba la mejor manera de contar el pasado.


No sólo se trata de vestirse con ropajes desfasados y derrochar glamour, sino también ejercer una mirada crítica, responsable y desmitificadora a épocas que se presumen gloriosas.


Aludida, la HBO volvía por sus fueros con "Boardwalk Empire", que es profunda y accesible al mismo tiempo. Combinación milagrosa donde las haya.


Como en "Mad Men", un personaje contradictorio es el centro del drama de "Boardwalk Empire".
El ayer sólo cuenta lo que somos hoy: víctimas y verdugos de un sistema capitalista, fraudulento y de valores dudosos.


Por su parte, "Pan Am" está muy lejos de esas ambiciones y esos resultados.


La nueva serie de la generalista ABC explota su oda a las primeras azafatas de manera limitada y superficial.
Opta por recrearse en la supuesta inocencia de la década relatada y, así, extraer frescura de modos y maneras.
Se viste de ingenuísta, pero termina por resultar ingenua.


Su ridícula trama de espionaje apenas ha conseguido vertebrarla, mientras el desplome en audiencia ha expresado que lo vintage estará muy de moda, pero no es infalible.


"Pan Am" es un entretenimiento cute, un delicioso helado. Pero, como todo postre, no es verdadero alimento.
A veces, no parece mucho más que un flashback de "Cold Case" sin asesinato.


Más prometedora se muestra "Hell On Wheels", último estreno de la AMC, que nos transporta nuevamente al Oeste ferrocarrilero, sucio y violento.


"Hell On Wheels" sigue los pasos de Cullen Bohannon, soldado confederado en busca de venganza tras la Guerra de Secesión.
El leit-motiv es intrigante, mientras la serie se mueve entre lo escrupulosa de su ambientación y cierta sensibilidad de cómic revisionista.


Su estatus y su seducción aún se están gestando; sin duda, volveremos a ella en próximos martes.


Fiestas de disfraces o emotivos cuentos del ayer, estos productos televisivos han de vivir en la cuerda floja de sus insensatos presupuestos, las exigencias de las networks y el público aludido.


No obstante, el riesgo vale la pena. Es el momento cuando la televisión aparece más valiente y hermosa que nunca.

2 comentarios:

Alejandro Lagarda dijo...

Muy buena reflexión. Las series "históricas" son un producto delicado y arriesgado, la mayor víctima de las audiencias por su elevado coste, y la pesadilla de los que las siguen y ven como desparecen al poco tiempo.

Recuerdo la marranada que hizo Cuatro cuando estrenó la segunda temporada de "Roma". Los 10 capítulos se emitieron la noche del jueves santo y la del viernes santo de aquel año ¿cómo pretenden que alguien se enganche de esa manera? Claro, la habían comprado, de alguna maneta tenían que ventilarla...

Y me gustaba, el folletín con una buena recreación de Roma. Aunque donde esté mi capitán de "Downton Abbey" :p

Me apunto todo lo que has dicho para verlo :)

Josito Montez dijo...

Madre mía, diez capítulos de "Roma" en dos días! Ni que fuera una sitcom ligerita...