sábado, 10 de octubre de 2009

"Six Feet Under"


Es difícil ser objetivo con una serie como "Six Feet Under".
Sus seguidores saben bien que, durante su visión, se crea una relación íntima con ella, comparable a la que pueden dar las grandes novelas.
Y, como éstas, "Six Feet Under" no sólo entretiene, sino que deja huella.


La Muerte nunca había sido protagonista hasta este momento, y se abarca desde todas sus aristas: el inevitable temor que despierta en los vivos, su inexorable aparición, la desolación funeraria y la aceptación resignada del adiós.


En "Six Feet Under", se ilustran desde los más cómicos accidentes hasta los más terribles asesinatos, desde el adiós natural de un anciano hasta la interrupción súbita de la respiración de un bebé.


Así, cada episodio comienza con el final de la vida de alguien. Esa muerte supone un prólogo, una "sinfonía tonta" de lo que va a suceder en el capítulo.
Pero esas entradas también recuerdan que la Muerte es tan absurda como artera: aparece de manera imprevista y su único plan es el azar.


A este próposito, no es casualidad que se dote a su peculiar héroe, Nate Fisher, de una enfermedad neurológica de lo más significativa; en cualquier momento, puede darle un ataque y estirar la pata.


Pero "Six Feet Under" sabe bien que el misterio que rodea a la Muerte no puede ser descifrado. Por ello, hay que contar lo que pasa antes.


Así, se narra la experiencia vital de la manera más deslumbrante. La vida para "Six Feet Under" está llena de compromisos asfixiantes, de alegrías inexplicables, de desgracias inverosímiles, de inapelables sentimientos familiares y de amores imposibles.
¿Merece la pena? Lo que está claro es que nadie sale vivo de ella.


Momento de pasar a disposición de los técnicos del óbito: Bienvenidos a "Fisher & Sons".
"Six Feet Under" nos presenta a la familia Fisher, propietarios de una funeraria de Los Ángeles.
La serie arranca con la muerte del patriarca en un accidente de tráfico durante las Navidades, momento en el que Nate vuelve a casa.


Unas vacaciones que se convierten en una nueva vida, cuando se produce la lectura del testamento y le corresponde la mitad de un patrimonio que aborrece, pero del que no se puede zafar.


En sus inicios, la serie insiste en el carácter gélido de los Fisher.


El sórdido y tristón negocio de la muerte ajena los ha transformado en unos petimetres congelados y silenciosos. Sus auténticos sentimientos se supeditan a la hipocresía o, en todo caso, al momentáneo ataque de nervios.
Los mejores ejemplos son la madre, Ruth, y el hijo mediano, David.


Ruth, compleja mujer de su casa, actúa en el rol social que le corresponde, pero no puede evitar darse una segunda oportunidad.
Pronto, comenzará a llevar una vida privada de lo más revuelta, sorprendiéndose a sí misma y a los que la rodean.


Mientras, su querido David es responsable, religioso, educado... y homosexual.
Su novio, Keith, parece salido de una fantasía porno y, como tal, permanecerá escondido hasta que David decida aceptarse.


"Six Feet Under" empieza siendo listilla, al explotar el humor negro resultante de la personalidad de los Fisher. La serie será fabulosa cuando los haga evolucionar.
Es el progreso y la descongelación de los protagonistas de "Six Feet Under" lo que la hace una experiencia tan rotunda.


Dando tropiezos, enfrentándose a lo peor, dudando, pero siempre adelante en su necesidad humana de ser felices y encontrar el amor; así caminan los emocionantes Fisher.


En frente, está la volátil Brenda Chenowith, pobre niña rica, un caso clínico recogido en un libro: Charlotte, Light and Dark, o cómo desafió a la psicología cuando era pequeña.
La auténtica victoria de Brenda es haber sobrevivido a sus padres, cuyas muy liberales maneras atestiguó a muy tierna edad.


Además, existe otra víctima de los frívolos señores Chenowith y otro verdugo para Brenda: su hermano, Billy, bipolar y con sentimientos incestuosos.


Si los Fisher representan el ejemplo de los males de la represión, los Chenowith son el paradigma de que la solución no es precisamente la acción contraria.


Nate y Brenda como pareja suponen una bomba de relojería que no dudará en estallar.
¿Es posible el amor cuando no hay entendimiento?


Es otra pregunta que asedia a Nate en sus batallas interiores. No puede decidirse entre los deseos de la existencia despreocupada o la responsabilidad de una vida estable.


A este respecto, Lisa Kimmel hace su entrada.


Lisa lo hará padre y esposo; no es ni la mitad de excitante que Brenda, pero sí el doble de demandante.


La terrorífica desaparición de Lisa será un punto de no retorno para Nate. La vida puede merecer la pena, pero hay patadas en el vientre de las que nadie puede recuperarse.


En esta galería de personajes, destaca Claire, la benjamina Fisher, adolescente traumatizada y alienada en la casa de los cadáveres.


Una niña gótica y cínica, cuya evolución es aún más emotiva, ya que ella, simplemente, empieza a vivir.


Sin prisa, Claire Fisher se hace la estrella de la serie, el auténtico catalizador del drama.
El último capítulo lo ratifica. "Everyone's Waiting" empieza con Claire destrozada y descontrolada, y termina con Claire confiada y llena de esperanza.


Y tampoco puede olvidarse a Rico Díaz, talentoso embalsamador, heredero oficioso y nunca reconocido del patriarca Fisher, verdadero guardián de su legado.
Junto a él, está su esposa Vanessa, tan ambiciosa como él.


Durante cinco temporadas, "Six Feet Under" se hizo título de culto y uno de los emblemas reconocibles del estilo HBO.


Levantó la admiración, no sólo por su indudable calidad, sino por su franqueza y osadía.
Dos de sus grandes hallazgos serían la radiografía de la adicción al sexo de Brenda y el retrato de los muy intoxicados amigos de Claire.


Su reparto es impecable. Lo más notorio es el caso de Michael C. Hall: el futuro "Dexter" hacía su debut ante las cámaras.


La cuarta temporada de la serie vivió cierto declive en los ratings, y el durísimo y efectista episodio "That's My Dog" fue especialmente controvertido.


Alan Ball y los suyos decidieron terminarla con un quinto año.
Como en todas las grandes series, el capítulo final levantó todas las expectativas del mundo. Como en ninguna, las superó ampliamente.


"Everyone's Waiting" es la conclusión más perfecta posible para "Six Feet Under"; una muestra de pulsión narrativa y alto voltaje emocional, en la que toda la imaginería de la serie llega a su cénit en los últimos minutos.


Se le pueden colocar muchos adjetivos a "Six Feet Under", pero seré conciso: es la hostia.

7 comentarios:

Adriana Menendez dijo...

Six Feet Under es filosofía en estado puro, una joya.
Coincido Josito en todo lo que has dicho y sobre todo en que es la hostia.

Ramón dijo...

Probablemente, la serie mas extraña y fabulosa que conocí nunca. La adoro.

En especial Brenda. Personaje mistico y acido encantador.

Pati Difusa dijo...

una sola palabra para SFU:

GENIAL



la mejor serie que he visto en mi vida. es literatura pura, es un drama perfecto. tiene personajes muy bien construidos. los es todo, dios, lo es TODO.

mi personaje favorito es claire. creo que, dentro de todo, era la que mas sentido comun tenia.

y, definitivamente, tiene el mejor final de la television. me movió el corazón, me dejó pensando en lo efínmero de la existencia. no puedo escuchar la canción del final sin que se me ericen los cabellos.

acertadísima tu reseña, josito, como de costumbre.

besos

Josito Montez dijo...

Os suscribo palabra por palabra y me alegro infinito de que compartáis mis sensaciones por "Six Feet Under".

Besos a los tres.

Noé dijo...

Uy, qué puedo decir?? Desde el momento en que la sintonicé por primera vez, no pulsé el botón del control remoto para nada. Desde el tema musical, los personajes principales, los secundarios (¿cómo olvidar a Eric Balfour, por ejemplo?), las tramas...absolutamente todo en esta producción la convirtieron en una joya contemporánea. Saludos!!!

Pati Difusa dijo...

el domingo estuve en el cementerio, visitando tumbas de mis tíos abuelos y de mi bisabuela; y me acordé de la serie. es que SFU te golpea muy duro con su final, te deja pensando en que todo, finalmente, se acaba.

y me sentí tan frágil y triste en ese momento.

alguien dijo...

Es perfecta. NADA la superará, y eso me duele. Pero qué maravilla, joder.