miércoles, 28 de octubre de 2009

1962


¿Cómo se atreven a hacer una película sobre "Lolita"?
La historia del venerable profesor consumido por su ardiente pasión hacia la nínfula del chupa-chups tenía, por fin, versión cinematográfica.
Pero no era la única relación ilícita de 1962.


Porque la gran pregunta del año fue: ¿Cómo pudo Cuba aliarse con la Unión Soviética?
La furia de Estados Unidos fue inmediata y, como resultado, el castrismo quedó baneado forever.


En el momento más tórrido de la guerra entre los bloques, Kennedy apareció en televisión para contarlo todo sobre Bahía Cochinos.


Pocos entendieron el asunto de los misiles, pero todos vieron el estallido más cerca que nunca.
Era la época del refugio nuclear, el temor atómico y las bajas temperaturas en política internacional. El ataque de nervios no se quitaba ni bailando el twist.


1962 fue un año especialmente televisivo para los Kennedy. El Día de San Valentín, Jacqueline enseñó la Casa Blanca.


Con aquella voz, entre fina y estrictamente reservada, relató a América las curiosidades sobre los históricos recovecos de su hogar.
En verano, en un apartamento de California, apareció muerta la que decían era su rival natural, tanto en estilo de mujer americana como en las atenciones de John Fitzgerald.


La occisa era, por supuesto, Marilyn Monroe, que se despedía joven, estrella, infeliz e inundada de barbitúricos.
Las llamadas telefónicas que no contestó aquella noche de agosto todavía se esconden en la sombra del mito.


Qué mundo era éste, capaz de llevarse a una flor como Marilyn, se preguntaban muchos.
Muerto el mito, nace el mito.
Pete Best se quedó sin trabajo. Fue despedido y reemplazado por otro baterista, Ringo Starr.
Con el póker preparado, se publicó el primer single de The Beatles, "Love Me Do".


El imbatible Elvis tendría que ceder su corona en los años venideros.


Le he escrito una carta a Papá, cantaba Baby Jane, confiando en una segunda oportunidad para las marchitas. Para Bette y Joan la hubo.


Para Argelia también; conseguía su anhelada independencia, tras años de guerra cruenta.
Su metrópoli, Francia, se había convertido en una máquina de matar, y su resaca de mala conciencia nunca cesó.


No eran buenos años para los intereses colonialistas, y hasta los más eficientes y todopoderosos se llevaban tortazos.
Antes de finalizar el año, se recibían las primeras noticias pesimistas de los avances norteamericanos en Vietnam.


¿Necesidad de protección? Allí estaba el pecho peludo de Sean Connery como refugio infalible.
Nacía James Bond, el agente 007, capaz de restablecer el orden mundial a favor de Occidente y, al mismo tiempo, seducir a Ursula Andress.


¿Acaso ha habido macho más macho? No.


Pero el hombre de verdad, el cercano, el que tiene dos narices se llamó Atticus Finch, aquel bellísimo padre y abogado de "Matar un ruiseñor".
Porque, en 1962, el público todavía confiaba que Gregory Peck los iba a librar de todo mal.


Peter O'Toole cruzaba el desierto y le veía el rostro a la decepción.
Era un mundo nuevo, que se decía bienestar, dormido en mullidos colchones, pero despertado con noticias de alarma y predicciones de catástrofe.


Ese mundo ha destruido a Marilyn, ¿seremos nosotros los siguientes? Como un cervatillo aprendiendo a andar, todo se tambaleaba sin remedio.
Las luces se apagaban sólo un instante. Monica Vitti quedaba cegada por el eclipse.

No hay comentarios: