viernes, 25 de diciembre de 2009

Pelea, Pelea


Todos la desprecian, pero hasta los espíritus más pacíficos encuentran algo excitante en la violencia.
Sólo así se puede explicar el deleite que el público encuentra en el boxeo, en las películas de terror, en los retratos de la Mafia, en las epopeyas bélicas o en los cuentos tarantinianos.


Dicen ciertos posmodernos que el capitalismo y la violencia son los dos valores más subestimados por la misma sociedad que se los merece.
Lo indudable es que ignorar la violencia es tan majadero como potenciarla.


En épocas especialmente cínicas, la lucha gobierna.
Ya lo decía David Fincher en "Fight Club"; para un alma alienada, lo mejor es meter puño. Sin motivo, sin agenda oculta, sólo porque sí.


Atacarse es el placer ideal para los decadentes.
Muchas parejas en crisis hallan un curioso motivo de estimulación en la discusión y la amenaza. Se suceden los reproches, se presiente el sinsabor y, de repente y sin previo aviso, se ponen a follar.


Culturalmente, los hombres prefieren la violencia explícita, en combates cuerpo a cuerpo, en peleas armadas, en justas o en duelos.


Las mujeres optan por las veladas amenazas, los diálogos con detonación, las tazas envenenadas o los leves tirones de pelo mientras peinan a sus rivales.


Pero ellas también pueden pasar a la acción, a base de bofetones o protagonizando una bonita pelea de gatas.


Oliver Reed y Alan Bates pelean desnudos en frente de una ardiente chimenea, escena cortesía de D. H. Lawrence y Ken Russell para “Mujeres Enamoradas”.


La pelea siempre ha sido vista como un acto homoerótico; especialmente por aquellos con ganas de fantasía y derroche de testosterona.
Hombres que no han sido educados para mostrarse cariño entre ellos, encuentran en la pelea un motivo de acercamiento y una oportunidad para meterse mano.


Desde la bofetada espabilante hasta las más atroces guerras genocidas, desde los puños del púgil hasta las masacres serial-killer, todos los cuerpos viles reciben leña, de manera aleatoria o precisa, merecida o injusta.


La razón indica que la violencia es la maldad a evitar y la segura dinamitación de la moral.
El mundo ha demostrado que no sabe funcionar sin un choque, sin una crisis, sin una expresión física de sus monstruos interiores.


Y qué sería de la familia sin esos bonitos enfrentamientos, sin esas encendidas rivalidades y sin esos coloridos rencores.


Como no hay mayor violencia que la que provoca la cercanía y el parentesco, mañana traemos el paradigma perfecto: "Los Soprano" llegan a 'Tv Premium'.

3 comentarios:

Pati Difusa dijo...

soy pacifista pero, diablos, cómo me calienta una catfight xDDD

Unknown dijo...

Hola Josito, gracias por tu felicitación dejada en mi blog... y enhorabuena por tu blog, este post sobre peleas, muy trabajado y original... muy buena idea, grandes pelis has citado... con grandes escenas de peleas. Un saludo.

Josito Montez dijo...

Gracias a ti y bienvenido, Ricardo.