miércoles, 30 de diciembre de 2009

1939


El mundo dejó de buscar a Amelia Earhart, la aviadora que desapareció en el Pacífico. Tras tres años, la dieron por perdida.
Dorothy, atrapada en Oz, detenía su marcha. Sus fuerzas la vencían, contaminada por un olor extraño, seducida por un sueño mortífero. El campo de amapolas era la cama elegida para su sopor.


Se perdieron las esperanzas y ya no quedaban energías. La guerra iba a volver y nadie lo podía evitar.


La trastienda había sido España.
Creyéndose águila imperial, Franco entraba en Barcelona, con la velocidad que la victoria imprime a los canallas.


Madrid cayó en sus manos, y España entera debía levantar el brazo si quería vivir durante los siguientes cuarenta años.


Pero Occidente había olvidado a España y se concentraba especialmente en las fechorías de aquel señor que gritaba delante del Reichstag, rompía acuerdos de paz y marchaba al Este.


Los perdedores de la anterior guerra vivían envenenados de venganza, dispuestos a tomar lo que creían suyo y provocando para librar un desquite.



En septiembre, lo consiguieron y los aliados le declararon la guerra al eje fascista.
Los de Hitler entraban en Varsovia, arrasando y buscando arcas.


En Chequia, protestaron los universitarios. Como respuesta, los alemanes mataron a nueve y enviaron a más de mil a los campos de concentración.
No está de más repetirlo: los nazis eran, simplemente, el Horror.


Estados Unidos miró para otro lado y se declaró neutral, quizá por su estado depresivo, tal vez por su infinito egoísmo.


Steinbeck publicaba "Las Uvas de la Ira", la novela emblemática de aquella arruinada sociedad rural norteamericana, sumida en la miseria, perdida en carreteras, desamparada en las ciudades.


Y refugiada en los cines. Hollywood puso toda la carne en el asador y, en 1939, definió su estilo para siempre: sentimental, glamouroso y lleno de misterio y emoción.


John viajaba en la diligencia, James confiaba en las bondades del Capitolio, Greta reía, Bette hacía llorar y, por supuesto, Vivien era Escarlata.


Los yanquis no habían quemado Tara, pero mamá había muerto y papá se había vuelto loco. No quedaba nada.
Pero Escarlata encontraba la fuerza necesaria y juraba que nunca volvería a pasar hambre.


El público no sabía bien qué pensar de una mujer tan poco ortodoxa como la O'Hara, pero nadie se perdió su emocionante historia.
Al fin y al cabo, ella representaba a todas las generaciones marcadas por el éxodo y la guerra.


En la radio, arco iris y luz de luna. Triunfaban "Over the Rainbow" y "Moonlight Serenade", cautivadoras melodías que prometían el sueño de una existencia decididamente mejor.


Hace setenta años, se nacía en un mundo patas arriba y sólo Ninotchka tenía el don de la risa. Había que enderezarlo, costara lo que costara.


Llegó Glinda y la nevada acabó con todas las amapolas de muerte. Dorothy despertó y supo que debía seguir luchando para volver a casa.

5 comentarios:

Ramón dijo...

Somewheeeeere over the rainbow, skies are blue... and the dreams that you dare to dream, really do come true (8)

Camilo dijo...

¡Feliz año, Josito! Y ahora a por la posguerra. :)

Lee Van Cleef dijo...

1930 es ,en efecto, El Mago de Oz y Lo que el viento se llevo... y el año que nacio mi fascinante abuela. ;)

Feliz año nuevo Josito!

PD: por cierto, de lo mejor del año, el YSL que llevó Kate Winslet a los Oscar. Que maravilla!

Josito Montez dijo...

Feliz año, querídisimos!

sergio dijo...

Garbo...Garbo. Espléndida peli, espléndidos los diálogos, espléndida la garbo.