domingo, 13 de diciembre de 2009

Maggie


A mediados de los sesenta, irrumpía en escena la joven Maggie Smith, pelirroja, pálida, linda y de gesto reservado.
Y más británica que la hora del té.


Se enamoró de Rod Taylor en "Young Cassidy" y "Hotel Internacional", pero el furor por Maggie comenzó cuando fue Desdémona para el "Otelo" de Laurence Olivier.


Su interpretación de la celada por excelencia inauguró una carrera formidable, que aún no ha querido agotar todos sus cartuchos.


Quizá más cercana y digna de complicidad que otras regias del Reino Unido, Maggie Smith es hoy considerada como una de las mejores actrices del mundo.


Su primer Oscar le vino por ser la profesora inspiradora de "The Prime of Miss Jean Brodie", una película y un papel que definen perfectamente el estilo de Maggie.


Desde muy pronto, la Smith se consolidó en la órbita internacional; se mostraba adicta a la comedia upper-class y era especial favorita para los universos de Agatha Christie.


Maggie Smith es una de esas pocas intérpretes que, siempre y hasta en los peores empeños, está jodidamente genial.


Hace unos años, volvimos a hacerle la reverencia tras verla en "Gosford Park", con su certero retrato de una aristócrata vieja y mentecata.


Dejar de trabajar no es lo suyo y se ha acercado a las nuevas generaciones de la manera más infalible.
¿Quién iba a ser mejor Minerva McGonagall que ella?


En las aventuras de Harry Potter, la Smith es una profesora estricta y maternal, una bruja buena, guardiana de las buenas maneras e instigadora del cariño tácito.


Todo muy bloody british, of course.

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