domingo, 2 de mayo de 2010

Maureen


Auténtico cromo del Hollywood añejo, la trascendencia de Maureen O'Hara se componía de glamour aventurero, ojos mayúsculos y cabellera pelirroja de imperturbable maravilla.
Era genuina y se vivía mejor en Technicolor.


Gustaba aguerrida, intrépida y con carácter, potenciando el ideal de hembra irlandesa. Cualquier producto de época o exotismo se prestaba ideal para ella.
La O'Hara participó en películas buenas, regulares y malísimas. Su pelazo aseguraba el factor hipnótico en cualquier tipo de encargo.


Hasta fue Lady Godiva, y la melena caía sobre su cuerpo desnudo a caballo; ésta, una imagen profundamente erótica en otros tiempos.


En Hollywood, la descubrieron gracias a Hitchcock. En "La Posada Jamaica", sus ojos de gacelita asustada fueron puestos por primera vez en solfa.
No obstante, las mejores películas de Maureen, donde, aparte de belleza, ofrecía emoción y naturalidad, fueron a las órdenes de John Ford.
Fue su mentor y el gran detector de su espíritu.


En el mundo eminentemente masculino de las obras fordianas, la O'Hara componía una gorgeous excepción.


El encanto empezó en "Qué Verde era Mi Valle", y continuaría en títulos como "Rio Grande", "The Long Gray Line" o "Escrito Bajo el Sol".
La O'Hara era la ideal horma de la bota vaquera de John Wayne.


El gran momento de Maureen O'Hara como mujer fordiana sucedía al llamarse Mary Kate Danaher, demostrar un probado carácter, tener un hermano indescriptible y presenciar una cama conyugal poco funcional en "El Hombre Tranquilo".


Gran parte de la belleza de Innisfree - esa Irlanda perdida y evocada por Ford - fue gracias a la aparición de Maureen O'Hara.


En Hollywood, fue heroína y guapetona durante años, querida por directores claves.


El público la adoró como la dulce damisela de "El Cisne Negro", al lado de un majestuoso pirata, interpretado por el guapísimo Tyrone Power.
Y su interpretacion más popular fue en la navideña "Miracle on 34th Street", donde era la pragmática y fría madre de Natalie Wood.


La madurez hizo su atractivo aún más interesante, mientras Maureen demostraba que el oficio se aprende al caminar.


Una de sus últimas apariciones memorables fue cortesía de "Tú a Boston y Yo a California" (The Parent Trap), donde fue la madre de las gemelitas interpretadas por Hayley Mills.


Durante los setenta, Maureen O'Hara decidía retirarse.


Proclamaba felicidad al lado del aviador Charles Blair, su tercer marido y el amor de su vida.
Se dice que este Blair era lo más parecido al John Wayne de "Escrito Bajo el Sol"; es decir, un audaz caballero de los aires.
Maureen volaba con él, y hasta se convirtió en una experta de la aviación.


La muerte de Blair en un accidente la dejó destrozada, pero siguió adelante.
En todo caso, volver a Hollywood ya no se incluía en su agenda.


En 1990, Chris Columbus la devolvía a la pantalla para ser la dominante madre de John Candy en "Only The Lonely".
Sería una de sus mejores interpretaciones y la evidencia de una valía quizá nunca del todo potenciada.


Ahora Maureen vive entre sus casas de Nueva York, Arizona, Irlanda y las Islas Vírgenes.
Este verano cumplirá noventa años.

2 comentarios:

Athena dijo...

Guapísima, qué clase... Y ya mayor, bueno en ella es el dicho "Quien tuvo, retuvo". Natural y no una caricatura de sí misma.

CaféOlé dijo...

Siempre me ha gustado muchísimo! Y ese pelo pelirrojo? Me encantaría tenerlo de ese color.
besos.