sábado, 22 de mayo de 2010

"Dynasty"


El culebrón más elegante de los ochenta resulta ahora una súper fiesta de disfraces.
Como fruto indiscutible de su era, "Dinastía" es una desproporción total, desde su apariencia desorbitadamente lujosa hasta la truculencia de sus argumentos.
Todo vale, en forma y fondo. Y, cuanto más, mejor.


La psicología pop, la cursilería de sus diálogos, la indicativa banda sonora y las pasmantes resoluciones argumentales suscitan hoy una mezcla de ternura y risita malvada.


En su momento, le dieron la garantía de exposé sensacionalista y altamente adictivo; una reputación que lo convirtió en gran éxito televisivo y fenómeno sociológico.


"Dinastía" es un mamotrético melodrama, disparatadamente escrito y convertido en un auténtico clásico del camp.


Los hoteles, las piscinas, los jet privados, las pistas de tenis, los dúplex con champán y caviar, las carnavalescas celebraciones en grandes mansiones, los despachos de empresas petrolíferas; así son los escenarios donde los Carrington aman, discuten, mueren y resucitan.


Como modélico culebrón, los hombres son machistas, y las mujeres, impetuosas, todos obsesionados con la estirpe, la sangre y las riquezas materiales.
Como novedad, aparece el primer gay del primetime yanqui: Steven.


La estrella de la serie era, por supuesto, la mala. Respondía al nombre de Alexis Morell Carrington Colby Dexter Rowan.


Una víbora cizañera y terriblemente simpática, Alexis vivía en eterna venganza contra su ex marido, Blake, el indisputado rey de los negocios del crudo en Denver.


Los dardos de la malévola Alexis tenían una especial destinataria en la nueva esposa de Blake, la dulce y comprensiva Krystle.


En medio, los vástagos de Blake y Alexis: Fallon, Steven, Adam y Amanda, todos niños mimados y ricachones, víctimas de la insoportable levedad del carringtonismo.


Los personajes cambian de pareja, de personalidad, y hasta de apariencia física.


Las repetidas tensiones en la producción de la serie hicieron necesario que varios personajes fueran asignados a otros actores.
En su momento, la audiencia odió esos recasts; hoy hasta le otorga un involuntario toque lynchiano.


Los argumentos desafían la imaginación. Pongamos algunos ejemplos inolvidables.
Alexis "matando" a Cecil Colby a base de orgasmo; Adam pintando la oficina de Jeff con óxido de mercurio para envenenarlo; Fallon abducida por un OVNI disco-fever; Dex Dexter acostándose con la hija de su propia esposa; Kirby intentando abortar a través de equitación temeraria.


Y, por supuesto, la Masacre de Moldavia, la más extravagante season finale y el episodio más visto e intensamente discutido de la serie.
La boda de Amanda Carrington y el príncipe moldavo acaba en tiroteo, cuando una guerrilla insurgente irrumpe en la ceremonia.


En un plano cautivador, todos los personajes de "Dinastía" parecen muertos, ensangrentados en medio de todo su oropel y su derroche, mientras resuenan unas campanas lejanas.
Ese pudo ser, sin duda, un final de serie de lo más poético.


Sin embargo, fue sólo un truco epatante, cuya desastrosa resolución a la vuelta de las vacaciones indignó a la audiencia.
Su co-creadora, Esther Shapiro, decía entonces que estaba convencida que el filón que había encontrado era inacabable.
No lo pudo decir en peor momento.


Fue cuando "Dinastía" perdía rápidamente el favor de la audiencia, precisamente por sus incoherencias.


Venderse al desmadre siempre provoca el cansancio ajeno.


Perdido su cetro de must televisivo durante su sexta temporada y sufriendo el radical cambio de gustos en la audiencia a partir de entonces, "Dinastía" aguantó en antena hasta 1989.


Fue cancelada súbitamente al término de su novena temporada, y su final definitivo se encomendó a una posterior Tv-movie.


En comparación con sus rivales - "Dallas" y "Falcon Crest" -, "Dinastía" es una serie infinitamente más tramposa, pero también muchísimo más fascinante.


Ninguna como ella provocaba esa sensación de exceso y excitación al mismo tiempo.
Ese ha sido su legado para la televisión que vendría después y lo que ha acabado por darle tanta dignidad como mitificación.


Los devotos del glamour eighties saben bien que tienen en "Dinastía" una parada imprescindible. Porque, uy, huele a secretaria... Krystle debe andar cerca, ¿verdad, Alexis?

2 comentarios:

Eduardo Fuembuena dijo...

Me ha encantado Pam.

Athena dijo...

Hoy cumple 77 años Joan Collins. Felicidades :)