miércoles, 11 de mayo de 2011

I Killed The Magazine Stars


Han desnudado a los famosos, han cruzado el planeta y han proclamado contar la sociedad, a golpe de reportajes, entrevistas y fastuosas fotografías.
Las revistas se diseñaron para pasar el tiempo, descubrir verdades o abrir ventanas.


Desde la sala de estar hasta el Serengeti, desde tu habitación hasta Jason Priestley, desde cierto rincón privado hasta la mansión Playboy.


Entre sus líneas e imágenes, se han creado artistas de la palabra y la fotografía. Y muchas de sus portadas han calibrado momentos, polémicas e hitos.
Pero las revistas han sido, sobre todo, poderosos escaparates publicitarios, que han difundido marcas, emblemas y tendencias.


Las revistas han navegado entre su propia expansión y el tropiezo de su dudosa calidad.
Al final, se consagraron como la más divertida y colorida línea de la prensa escrita.


Candice Bergen era fotógrafa en nómina de "Life", mientras Nabokov escribía cuentos en "Playboy".
Y, cuando Marisol se desnudó para "Interviú", la Transición española fue más verdad que nunca.


Muchas han sido clandestinas, de publicación irregular, casi legendaria, ocultas en cajones olvidados, decisivas para entender muchas rupturas con lo anterior.


La periodicidad ha dependido de su coste y necesidad; las ha habido semanales, quincenales, mensuales, anuales o de edición extraordinaria.
"The Scots Magazine" es la más longeva. Se publica desde 1739, y cuenta cosas de interés para los escoceses.


Maquilladas de oportunidad, las revistas viven en coexistencia con las modas; las crean o se apuntan a ellas.
Los grandes magazines se conciben a sí mismos como piezas de lujo.
Se confeccionan laboriosamente, componiendo artículos e imágenes en equilibrio, bajo estricta línea editorial y con la necesidad de romper moldes y ofrecer vanguardias.


Las revistas pueden ser de amplio espectro, pero comúnmente, se adosan a intereses específicos. Moda, audiovisuales, cuitas infantiles, cotilleos, aficiones, ciencia, erotismo; la revista ha buscado y encontrado a su lector.


Éste la esconderá para masturbarse, la pondrá en la mesilla o la usará para abanicarse.
La revista se manosea y casi no se lee. Sus páginas se pasan cuando se espera en consultas o se apuran instantes de tedio.


Ahora muchas cierran y mueren, o al menos, un modo de entenderlas.
La crisis de la prensa escrita ha sido especialmente cruel con los magazines.


La calidad de sus escritos ha sido más discreta con el tiempo, mientras la información que contienen se revela obsoleta, ante la urgencia de la prensa digital, las imágenes internaúticas, las webs o los blogs.


Si ha perdido literalmente sus papeles, el arte de la revista seguirá vigente.
Siempre habrá necesidad de dejar constancia de un fenómeno, a base de fotos de lujo y artículos de opinión.


Porque las revistas dignificaron nuestros gustos, fueran profundos o pasajeros.
Y nos recordaron que éstos eran importantes, porque nos contaban mejor de lo que harían nuestras propias madres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso.

Josito Montez dijo...

Precioso túuuu.