lunes, 2 de mayo de 2011

El Trastorno Bajo Foco


Su problema mental bien puede ser la noticia más sorprendente de la temporada, en lo que a cuestiones celebrity se refiere.
Hace unas semanas, nos enterábamos de que Catherine Zeta-Jones sufre un trastorno bipolar, que la ha obligado a ingresar en un sanatorio durante cierto tiempo.


No es buena época para los Douglas.
Hasta entonces, la preocupación de la prensa estaba centrada en Michael.

El año pasado, su hijo Cameron ingresaba en la cárcel por delitos derivados de su adicción a la heroína.
Y, meses después, Michael Douglas nos contaba que tenía cáncer de garganta.
Su reaparición en los últimos Globos de Oro, con la salud recuperada, motivó aplausos y renovó esperanzas.
Pero nadie miraba a Catherine; sólo parecía tan bella y adecuada como siempre.


Y de repente, un fallo en una estatua que lucía perfecta.
Durante mucho tiempo, la Zeta-Jones ha sido una buena personificación del éxito, y alcanzó hasta lo que ni ella misma imaginó conseguir.


Ahora parece que Catherine no lo tenía todo; sólo ha sido sumamente discreta.
Discreta también ha sido la revelación de su manía depresiva. En cualquier caso, la etiqueta, de manera inevitable, en la lista de loquitas de Hollywood.


El trastorno mental en actores y actrices se ha vivido como una tragedia personal y un motivo para la opinión ajena.
En general, su irrupción se ha considerado como otro capítulo dentro de las excentricidades de Hollywood.


Muchas locas de internar han sido confundidas con caprichosas y, por tanto, tardíamente diagnosticadas.
Otras han preferido esconder sus serios problemas psiquiátricos bajo máscaras fabulosas, que ocultaran la triste cara.


Se dijo que Rita Hayworth era simplemente una borracha de las incoherentes, cuando nadie sabía lo que era el Alzheimer.
Patty Duke era una niñata histérica, eso pensaban todos.
Años después, nos contó su lucha contra la manía depresiva y cuál era la mejor manera de tratarla.


Las dos mayores locas de la historia de Hollywood han sido Vivien Leigh y Margot Kidder.
La Leigh tenía un grave desorden bipolar, nunca tratado, que arruinó su carrera y la hizo infeliz durante toda su vida.


En 1996, encontraron a Margot Kidder en un jardín desnuda, maníaca y con dos dientes arrancados.
Recuperada, relataría que el episodio comenzó cuando un virus informático arruinó una autobiografía que llevaba tiempo escribiendo.
También bipolar, la Kidder ha podido resurgir de sus "monstruos", tal y como ella los denomina.


Pero, todavía hoy, el trastorno no rima con Hollywood y empaña cristales.
Ahí está el caso de Lisa Nicole Carson, despedida de dos series de éxito y odiada por compañeros y jefes por sus berrinches.


Luego se descubrió que sufría esquizofrenia, y hace casi diez años que permanece completamente apartada de la profesión.


La enfermedad mental, como genuino fenómeno neuronal, es un misterio, mezcla de manías heredadas, traumas atribuidos y fatales descompensaciones químicas.


Furias, cambios de humor y ojos desorbitados. ¿Qué es más cinematográfico que la locura?
Las manifestaciones más encendidas de los trastornos psicólogicos han alumbrado todo tipo de películas.


Locos por amor, locos para matar.
Que un personaje esté majara o se vuelva crazy en un momento determinado es un socorrido resorte de ficción, un apretar de tuercas, que resulta inmensamente satisfactorio para los devotos del grand guignol.


En cambio, se obvia la tristeza verdadera y la desolación total que causan los peores desórdenes en la vida real.
La enfermedad mental es poco entendida por la sociedad, que cree solventarla con un período a la sombra y toda una vida de píldoras.


Tal y como se recomienda a los propios pacientes, abrazar, conocer y respetar la locura significa encontrar el camino para dominarla.
Fuerza, Cathy.

3 comentarios:

Sara dijo...

Muy bueno.
La sensibilidad llevada al extremo puede ser locura o bendición.

Athena dijo...

Años diciéndonos que tenía depresión y ahora resulta que es bipolar. Hablo de alguien muy cercano a mí... Un día está eufórico y al siguiente no quiere ni vivir. Así es esto. No quiero estas herencias.

Alejandro Starstruck dijo...

Muy buena entrada. Es extraño cómo nos puede llegar a enganchar una historia así, con lo triste que es.