miércoles, 18 de mayo de 2011

El Caso de Patty Hearst



Vivía bien y lo tenía todo.
Patricia Hearst era una chica de la alta sociedad de San Francisco; nada menos que la nieta de William Randolph Hearst, el multimillonario magnate de la prensa que había inspirado "Ciudadano Kane".


La pequeña Patty, rica desde su nacimiento, no tenía mayor preocupación existencial que disfrutar de la vida junto a su prometido, en medio de la tranquilidad que le brindaba su apartamento de California.
Allí mismo fue donde la secuestraron. Tenía 19 años.


En 1974, el Ejército de Liberación Simbiótica pegaba fuerte en las calles.
Era una de tantas guerrillas urbanas nacidas durante la década del desencanto, con restos de ideología hippie y trazas de black power, ahora radicalizados y violentados.
Durante sus escasos años de actividad, el Ejército cometió atracos bancarios, secuestros e incluso asesinatos.


La notoriedad mediática les llegó cuando raptaron a Patty Hearst.
El Ejército pidió un intercambio: la niña rica por la excarcelación de dos de sus miembros.
Ante la inviabilidad de la petición, los simbióticos demandaron a los Hearst que aportasen cierta cantidad de dinero a los necesitados de la ciudad.


La familia organizó un populachero reparto de comida entre los pobres, visto como insuficiente y rácano.


Pero el punto de giro de la historia estaba por llegar. Aparecía una fotografía de Patty, que dio la vuelta al mundo.


Agarrada a las armas del Ejército de Liberación Simbiótica, la Hearst ya no se proclamaba secuestrada.
Era un miembro convencido de la guerrilla. Apuntaba a cámara con decisión, miraba sin asomo de susto y se hacía llamar Tania.


Una cámara de vigilancia registraría a Patty transmutada en Tania.
Se trataba del atraco a un banco, donde aparecía armada y arengando a los empleados de la sucursal para que siguieran sus órdenes.
De manera simbólica, los propietarios de ese banco eran una familia con la que Patty Hearst se relacionaba antes del secuestro.


Finalmente, Patricia Hearst fue detenida por el FBI, junto a otros miembros del Ejército de Liberación.
Toda la atención estaba puesta sobre aquella socialité reciclada en agente de la radicalidad contemporánea.


El juicio estuvo a la altura de las condimentadas circunstancias.
Psicólogos e informadores etiquetaron el caso de Patty como la mejor definición posible del Síndrome de Estocolmo.
Aún así, las condiciones de su cautiverio siempre han sido intensamente discutidas y nunca del todo aclaradas.


Los abogados defensores apuntaban a un lavado de cerebro en toda regla.
Eximían que la chica había permanecido encerrada y a oscuras, sometida a palizas y abusos sexuales, hasta que terminó por desarrollar una compleja relación con sus captores.


Durante el juicio, todavía se traslucían indicios de la simpatía de Patty por los que ya eran sus compañeros de crimen.
Más que la robot del Ejército que señalaban sus defensores, la Hearst quedaba ante el tribunal como una rebelde en busca de causa.


La condenaron a 35 años de prisión, pena conmutada luego a 7.
El propio Presidente del país, Jimmy Carter, se aseguró de que Patty sólo estuviera 22 meses encarcelada.


Ya en libertad, se casó con su antiguo guardaespaldas y guardó silencio sobre muchos de sus secretos.
Se contó en una autobiografía, pero nunca ha podido expresar toda la verdad; quizá porque ella misma no la sabe.


Paul Schrader llevaría su historia al cine en 1988, dentro de un biopic protagonizado por Natasha Richardson.


Mientras, John Waters proclamaba a Patricia Hearst como una personalidad camp, confesándose fascinado por la niñata heredera que toma las armas y le da al crimen.
La hacía intervenir en muchas de sus películas.
La Hearst le encontró el punto a la interpretación, y ha hecho algunas apariciones esporádicas en series de televisión.


Considerada la genuina víctima política de la década de los setenta, Patricia Hearst es también saludada como ese extraño fallo del sistema.
Desde el spa hasta la trena, ¿cuál es la conclusión del caso? ¿Era sólo carne de vodevil mediático? ¿O la simple consecuencia de un lunático secuestro?


Tal vez, nos cuenta que las personas pueden ser más imprevisibles que el tiempo. Un insospechado 'clic' y somos otros.

2 comentarios:

CHECO dijo...

La atraccion es muy fuerte cuando lo inverosimil es real.

Las vueltas de tuerca de las historias son el punto de mayor interés por parte de los públicos.

Dos mundos antágonicos conviviendo en la psiciología de una bella y jóven mujer , la combinación de victima y victimario en una solo persona bajo el nombre de síndrome de estocolmo es fascinante.

Me gustó leerte y seguir esta historia con las fotos que elegiste.

saludos
checo

Josito Montez dijo...

Muchas gracias por tus bonitas palabras, Checo, y bienvenido!