miércoles, 7 de julio de 2010

2003


Era el año perfecto para perderse en la traducción.
El mundo estaba tan pasado de rosca en 2003, que nadie entendía nada.
Probablemente, tú también saliste a la calle más de una vez y protestaste contra los planes de estos tres hijos de la grandísima puta.


Pero no te hicieron el más mínimo caso. Y viste perfectamente para lo que sirven la sociedad civil y las Naciones Unidas.


Esos tres hicieron lo que les dio la gana y salieron impunes. Pero nunca nos engañaron.
No había armas de destrucción masiva. Que no, que no, mentirosos, mentirosos.


En marzo, Bush entró en Mesopotamia cual John Wayne poschorra, adueñándose del ímpio territorio y disparando a matar entre la familia Hussein.


En la ceremonia de los Oscars, celebrada al compás del comienzo de la guerra, se vivía una calma de sepulcro.
Nicole Kidman y Catherine Zeta-Jones prefirieron no pronunciarse, Chris Cooper clamó "¡Peace!" y Almodóvar habló de la legalidad internacional.
La música irrumpía rápidamente cuando los discursos de los ganadores se tornaban políticos.


Diane Lane leyó el sobre del ganador al mejor documental del año y gritó muy contenta el nombre del señor que iba a salvar la noche más hipócrita de Hollywood.


Entre abucheos, aplausos y la inmisericorde orquesta, Michael Moore se consagró como la némesis del presidente en un país francamente dividido ante la invasión de Iraq. Shame on you!


Cayó el régimen de Saddam, pero no ocultó las numerosas coartadas de la guerra.
Entre ellas, el hecho de que, tras el 11 de Septiembre, los norteamericanos no habían conseguido atrapar a Bin Laden ni habían podido acabar con Al-Qaeda.
Qué mejor plan que recurrir a un viejo amigo. Es decir, el novio del Diablo de "South Park".


Ese año, se estrenaban dos series tan aparentemente diferentes como "Battlestar Galactica" y "Carnivàle".
Ambas eran poderosas sagas fantásticas, que nos contaban cómo el individuo queda fatalmente absorbido por el devenir de los tiempos más destructivos y debe asumir una misión tan necesaria como terrible.


También comenzaba "Nip/Tuck", virulento diagnóstico sobre esa sociedad que conoce los secretos del bótox, no sabe nada de Darfur y elige a Schwarzenegger como gobernador de California.


El camino era azaroso en 2003. Y, así, abundaban las películas de venganza y reparación.
Nemo buscaba a papá, Sean Penn iba en pos de su corazón en "21 Gramos", y Uma Thurman tenía una agenda de asesinatos más candente que la del señor Bush.


Nadie entendió las dos secuelas de "The Matrix", mientras el desenlace de "El Señor de los Anillos" fue, sin problemas, la película más vista del año.


El mood del año se encontraba en el ostinato de los White Stripes para su "Seven Nation Army".


Los Black Eyed Peas se preguntaban "Where Is The Love?", y Beyoncé les contestaba, so crazy, con un primer disco en solitario que la confirmó como arrasadora diva bailonga.


En una súbita necesidad de intimismo, piano evocador y voz queda, el álbum más vendido de 2003 fue el "Come Away With Me", de Norah Jones.


La oveja Dolly prefirió morirse. Sus cuidadores aseguraron que el fallecimiento no tenía nada que ver con su naturaleza clónica.
Pero, cuando en el año te cuentan una mentira, el escepticismo es rey.


En España, los "hilillos" de fuel que derramó el Prestige habían provocado el mayor desastre ecológico de la historia del país.


Se limpiaba Galicia, mientras el presidente del país se dormía en su panal de rica miel.
Soñaba con Georgetown, con la grandeza, con el final de ETA, con la boda de su hija y con todo aquello que siempre lo hizo feliz.


Al año siguiente, se despertó y tuvo que limpiar el sangriento precio de su foto en Azores.


El problema principal es que estos tres tenían un agudo complejo de Aragorn.
Desafortunadamente para el mundo, ninguno de ellos era tan guapo, ni tan valiente, ni tan justo, ni tan efectivo.

4 comentarios:

lola dijo...

muy buena descripcion, parece q hubieran pasado 7 siglos.

Pati Difusa dijo...

Creo que media humanidad amó a Michael Moore esa noche. :)

Groupiedej dijo...

Nos olvidamos siempre que hubo un cuarto hijo de puta, precisamente el anfitrión, que supo apartarse de la foto a tiempo para que no le salpicara la mierda...
Quién hubiera tenido una katana para ir a la Moncloa o a la White House...

sergio dijo...

En cuanto al cine, todavía hoy pienso que el mejor trabajo de ese año y de muchos años fue el de Uma, tan subvalorada. Kill Bill es todavía hoy una gran película.