sábado, 6 de diciembre de 2008

De Niro


Todos lo adoran. A tu novio le gusta. Tu mejor amigo dice que es el más grande. Los actores más ambiciosos quieren parecerse a él. Nadie duda de Robert de Niro.
¿Nos atreveremos a hacerlo hoy?


Apareció en el momento justo, intenso e italoamericano en un Hollywood extrañamente maduro.
Los años setenta hicieron del señor de Niro una presencia imprescindible; participó en las películas más reconocibles de la época.


Junto a Al Pacino y Meryl Streep, componía la prueba palpable de que nada volvería a ser como antes. El star-system ya no existía y la nueva generación se fijaba más en Marlon Brando que en Cary Grant.
Con esa declaración de intenciones como faro y guía, De Niro y Martin Scorsese se encontraron con la felicidad de quien consigue el premio gordo.
Se esculpieron mutuamente, violentos, enérgicos, con la urgencia de la saga mafiosa y las deudas del pasado inmigrante.


Supusieron un soplo de aire viciado en un panorama que necesitaba de la fuerza y el sentido de la sordidez de esos dos titanes de Italoamérica.
De Niro emocionaba con sus antihéroes, era adicto a la oscuridad y vivía convencido de que la transformación es el reto interpretativo por excelencia.


Cambiar el acento, subir y bajar de peso, volverse loco de atar a la búsqueda del personaje; hoy actores tan dispares como Javier Bardem, Nicole Kidman o Christian Bale siguen ese peligroso camino que marcó la era de Niro.
Como todo camaleón, muchas de sus interpretaciones se sumergen en el histrionismo de aquel que se cree genial, porque se lo han repetido mil veces. Parodiar sus gestos es tan fácil como nominarlo al Oscar.


Odió por principio los intérpretes que vivían más interesados en su imagen pública que en la miga de sus caracterizaciones.
Pero hace tiempo que no se ve una resonancia psicoactoral en este Robert, que ahora se ríe de sí mismo, hace comedias y vive panza arriba en su panal de rica miel.


Pero, ¿quién quiere discutir a Robert de Niro? Nadie, precisamente porque se ha convertido en lo que más temía: en una estrella total e inapelable, una imagen reconocible y un cliché socorrido.


¿Os cuento un secreto? A veces, me pone.

5 comentarios:

Eduardo Fuembuena dijo...

Querido Montez...

Adoro su artículo.

Y sí, es el tópico del siglo XX, (no su artículo sino el propio De Niro PALIMSEPSTO: y Meryl Streep también).

En esto vamos en un misma línea...

Saludos.

Lord Alfred Riconosciuto.

Josito Montez dijo...

Jajajajaj, De Niro Palimsepsto, genial genial!

Groupiedej dijo...

Y a quién no le ha puesto en algún momento? Ha sido muy grande, el problema ha venido, como dices, al haberse convertido, como Scorsese, en lo mismo que criticaban... pero a veces hasta se le perdona.

The Wolf dijo...

Que se le perdona todo, hombre!
Culpar de algo a De Niro es casi tan dificil como dejar pasar la oportunidad de tenerlo en los Oscares...

Y que a mi no me pone... pero mi madre, señor, mi madre... lo ha amado desde hace ya muchas décadas. Y no sé si sabe alguno de ustedes lo que es trauma de "mimadreamaconlocuraamrdeniro". si creen que no lo saben, les sugiero consultar con sus progenitoras... XD

Anónimo dijo...

No se por qué ni en que momento....pero a veces a mi también me pone jajajajajajaja :$ Tu cállate Rosita jejee