martes, 19 de abril de 2011

El Factor Julianna


La inconfundible actriz de las largas cejas y los ojos emocionales ha superado sus complejos y ya sabe cuál es su verdadero hogar.
Hubo un tiempo donde Julianna Margulies no quería quedarse en Catodia, mientras miraba el cine con anhelo.


El salto a Hollywood jamás fue beneficioso. Porque ella siempre sería aquella chica normal que vivía enamorada de George Clooney en "ER".
Julianna odió el encasillamiento y renegó mil veces de un posible retorno a la pequeña pantalla, sin darse cuenta que le estaba dando la espalda a su más favorecedora casa.


Conquistó desde su primera aparición en "ER", allá por 1994.
La enfermera Carol Hathaway iba a durar lo que duraba el episodio piloto; era el patito feo que se atracaba de píldoras, por desamor al Doctor Doug Ross.


Tanto la interpretación como el personaje sedujeron a los productores de la serie, y lo alargaron hasta convertirlo en uno de los ingredientes de la época fundacional de la irrepetible, añorada "ER".


Julianna Margulies terminaba la primera temporada con una sensación de triunfo. El público adoraba a la enfermera Hathaway, cada vez más valiente y segura de sí misma.
Y también la Academia de Televisión.
Ganaba el Emmy, y sería el único intérprete fijo de la longeva serie en recibir ese premio.


Su presencia antiglamourosa y su sensible estilo de interpretación aseguraron grandes momentos en "ER".


En la sexta temporada, sin Clooney y con mucha ambición, anunciaba su salida.
Le ofrecieron un astronómico aumento de sueldo, superando récords salariales en cuanto a actores de televisión.


Ella quería teatro y no paraba de pensar en el cine.
Julianna se marchaba de "ER" en medio de una despedida emocionante y dejando el alma de la serie en manos de Maura Tierney.


Lo siguiente fue poco noticiable. Y quedaba claro: Julianna no tenía el glamour requerido.
Era linda, pero no demasiado sexy. Su cara quedaba genial a nivel doméstico, pero colocarla en un gran cartel de cine no suponía un buen negocio.


Fue entonces cuando corrió a por los estilistas, que la cambiaron tanto que la hicieron otra.
Hemos insistido varias veces en las presuntas y muy criminales inyecciones de bótox, que la han dejado inexpresiva y con los párpados descontrolados.


Sostiene que jamás se ha sometido a ninguna intervención de ningún tipo en el rostro.
En cualquier caso, a fuerza de querer ser guapa y estilosa, Julianna se ha hecho una variante extraña de ella misma.
Sigue convenciendo como actriz, pero de un modo distinto; más regio, menos cercano.


Los productores de "ER" nunca pararon de llamarla, y ella siempre dijo que no.
En la última temporada, cuando todos los actores clásicos de la serie volvieron en apariciones especiales, Julianna se negaba a regresar.


Fue hasta el último momento. Su cambio de opinión estuvo motivado, sin duda, porque George Clooney estaría a su lado.


Su participación en una película tan atroz como "Serpientes en el Avión" fue el toque que necesitaba.
La Margulies empezó a suspirar por una nueva serie, que se consolidara como una conquista definitiva.


La efímera "Canterbury's Law" la introducía como absorbida abogada que no dudaba en saltar el reglamento para hacer lo correcto.
No hubo suerte, y la FOX canceló este primer intento.


Al año siguiente, en "The Good Wife", Julianna también irrumpía como mujer de leyes, pero dentro de una morbosa ópera televisiva de sexo, mentiras y cintas de vídeo.


Julianna es Alicia Florrick, la enigmática mujer de un corrupto fiscal del distrito.
Las indiscreciones de su marido se lavan fatigosamente, mientras ella se revela como prometedora defensora de inocentes y dudosos en un bufete de Chicago.


La serie más sorprendente de los últimos tiempos, "The Good Wife" se está convirtiendo, casi sin pretenderlo, en el mejor drama que se emite actualmente en la televisión generalista.


La sagacidad de su equipo creativo y el nutridísimo reparto son los principales elementos del encanto.
El último episodio emitido es la prueba más evidente de este triunfo de Julianna.


Todos están de acuerdo que merece un segundo Emmy, dieciocho años después de recibir el primero.
La nueva Julianna sonríe cómplice y nos hace partícipes, más que nunca, de su duradero romance con una pantalla no tan pequeña.

1 comentario:

TeReSa dijo...

Dice un refrán mexicano: "El que nace para maceta no sale del corredor". Si a Mrs. Margulies le va bien en la tele, pues adelante.