La Wikipedia define el guilty pleasure como aquello que alguien considera placentero, a pesar de ser recibido negativamente o infravalorado por la mayor parte de la sociedad. Es decir, encontrarle el gusto a lo que quizá no lo tiene.
El guilty pleasure es la clave de gran parte del entretenimiento cinematográfico y televisivo. La calificación de "películas de culto" va íntimamente asociada con el disfrute de lo frívolo, lo basuresco e incluso lo ordinario.
Vendida ya como garantía de diversión, la etiqueta de guilty pleasure se hizo universal con el éxito de la serie "Melrose Place". Hasta entonces, las soap operas y los reality shows eran abordados negativamente por los críticos y la opinión pública.
Pero con "Melrose Place", quedó claro que el guilty pleasure estaba en alza. Hasta el más estirado disfrutaba con las idas, venidas, exabruptos, puñaladas, polvos y peleas de la serie noventera por excelencia.
Los propios creadores de "Melrose Place" fueron los pioneros en ser conscientes de que lo que hacían era una vistosa basura, asociando lujo dudoso con cliché inevitable.
"Melrose Place" era camp, porque quería serlo. Su carácter chillón se potenciaba desde los guiones hasta la elección de los inefables intérpretes.
Disfrutar con malicia de lo que cualquiera debería avergonzarse es sinónimo de liberarse. No hay nada mejor que abrazar los tics del pop y comprender que, si lo bueno es genial, lo malo es decididamente su complemento indispensable.
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