martes, 8 de febrero de 2011

Secretos y Grandezas de Christine Baranski


La figura de Christine Baranski podría resumirse en treinta años de carrera, un puñado de papeles memorables y, ante todo, un soberano estatus de culto.
Como las grandes secretas, a Christine se le pierde el rastro con facilidad. Sin embargo, cuando vuelve por sus fueros, se renueva el interés por ella al instante.


Su respingona naricita, sus largas cejas y su envolvente voz la han consagrado como una actriz inclasificable y difícilmente olvidable.
Y esa presencia casi flemática, siempre contenida de echarse a reír, la define ideal para interpretar a toda mujer que use la ironía como el mejor cosmético de su tocador.


Los que la adoramos, la conocemos gracias a la televisión. Y la preferimos allí. Bien se sabe: el idilio empezó con Maryann.
Aunque la Baranski se había movido en el negocio desde 1980, no se hacía popular hasta mediados de los noventa.
La suerte era de "Cybill", encantadora y siempre infravalorada sitcom, protagonizada por Cybill Shepherd.


Pero fue Christine Baranski quien se hizo el ingrediente clave de la función.
Incorporaba a Maryann Thorpe, borrachuza frivolona y ex mujer de un cirujano plástico, y la mejor amiga de la sufrida protagonista.


El personaje recibía el favor de los guionistas, que le dieron los mejores diálogos, mientras la intérprete recogía los mayores honores y elogios de toda su carrera.


La trayectoria de Christine Baranski es inmensa y difusa, más propia de una nata trabajadora que de una evidente estrella.
Hay quien dijo que había sido actriz infantil, que salía en "Los Brady" y que, más tarde, se cambió el nombre. Ella lo desmintió.
Inevitable leyenda, porque, si se lo propone, Christine aparece en todas partes.


Cuando no ha sido recurrente en televisión, ha vuelto a su hogar: el teatro de Broadway, donde su talento musical ha sido explotado de una manera más benévola.
En el cine, se pierde entre el apabullo de películas ruidosas, que la desaprovechan escandalosamente.
A la Baranski se la puede ver en "Chicago", "Una Jaula de Grillos", "El Grinch" o "Mamma Mia", y no conquista en ninguna.


De repente, ha querido internarse de nuevo en los parajes catódicos.
Hacía una aparición espectacular en "The Big Bang Theory", interpretando a Beverly Hofstadter, la madre de Leonard.
Una psiquiatra antisentimental y fundamentalmente enervante, más parecida a Sheldon que a su propio hijo.


No exagero cuando digo que esa intervención especial de Christine me provocó las más sonoras carcajadas de los últimos años, en cuanto a momentos sitcom se refiere.


El coolness de la Baranski, cual señorita de perpetuo as en la manga, se hacía ideal para incluirla entre esa caterva de seres ambiguos que pueblan la hipnotizante "The Good Wife".


Christine se mueve exquisita como Diane Lockhart, la inteligente socia del bufete, que suscita simpatía y temor al mismo tiempo; la suprema abeja reina de una colmena bien trufada.


Pese a que la televisión le ha dado la combinación perfecta entre reconocimiento mundial y papeles de relumbrón, Christine Baranski declaró en cierta ocasión que ha criado a sus hijos con la pequeña pantalla bien apagada.


Por el contrario, nosotros hemos crecido con la televisión muy encendida y ha sido el mejor modo de conocer a esa trascendente nariz, siempre merecedora de mucho más de lo obtenido.

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