miércoles, 9 de febrero de 2011

La Carrera del Espacio


Comenzó como una competición política, definió los sentimientos sociales de toda una época y terminó por arrojar una verdad incómoda, a la que darle la espalda para seguir viviendo.
El hombre en el espacio era idea romántica e icono de visión futurista, mientras se cocía a fuego vivo entre los intereses de las naciones.


¿Era la Tierra sólo el principio de la humanidad? ¿Había un camino que recorrer, más allá del cielo y del Cielo? ¿Nos esperaba alguien al final del viaje intergaláctico?


Desde 1955 hasta 1975, la carrera espacial se hizo episodio clave de la Guerra Fría. Se revestía de interés por la seguridad de los bloques, pero se vivió como una demostración de fuerza a través de la rivalidad tecnológica.
La URSS lanzó a los Sputniks; los Estados Unidos los llamó Apollo.


El gobierno soviético fue quien consiguió orbitar a las primeras criaturas, cual Dios reinventando el mundo.
Primero, el animal, luego el hombre y, finalmente, la mujer. Laika, Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova.


Los norteamericanos confiaron en Cabo Cañaveral.
Desde allí, se lanzaban esas misiones espaciales tan noticiables, que dispararon la imaginación pop de los cincuenta y los sesenta.


Desde los Supersónicos hasta Stanley Kubrick, el espacio era el lugar al que mirar. ¿Se podría llegar donde Verne y Méliès habían prometido?


Los astronautas eran más grandes que The Beatles, decían todos. Auténticas celebridades, héroes nacionales, cuyas mujeres se hacían íntimas de Jackie.


La agenda de Kennedy vivía caliente con el deseado alunizaje, pero la cosa no se materializó hasta la llegada de Nixon.
Los niños armaban cohetes y los hacían explotar durante el verano. Y, en julio de 1969, la bota de Neil Armstrong marcaba finalmente el desolado terreno del pálido satélite.


El paso siguiente era Marte, pero la emoción parecía perdida a medida que transcurrían los años. ¿A dónde se iba exactamente? ¿Cuál era el destino real?
De ser primera plana, las misiones espaciales ahora se escribían exclusivamente en las revistas científicas o quedaban estrictas y reservadas.


La carrera espacial terminaba cuando se inauguraron las misiones conjuntas entre los dos bloques en 1975.
A partir de entonces, el asunto se preocupaba más de desplegar satélites artificiales y colocar visores. Ahora no hacía falta llegar, sólo poder mirar.


La periodicidad casi anual de los grandes programas se sustituyó por la creciente dilación y la prioridad de las investigaciones paralelas.
La arribada a a otros planetas es un asunto que los presidentes norteamericanos prometen ocasionalmente, pero hace muchísimo tiempo que la NASA no les quita el sueño.


La carrera espacial supuso un avance en el terreno de la ciencia y las comunicaciones, de una velocidad inaudita en la Historia.
Pero el viaje interespacial, la posibilidad de comprarse una casa junto al Mar de la Tranquilidad, el contacto directo con los rincones más escondidos de la galaxia; todos esos suspiros futuristas quedaron como una utopía.
En "2001, una Odisea del Espacio", ya quedaba oscuramente claro: es todo tan incomprensible, que tal vez es mejor quedarse en casa.


En terrenos existenciales, lo único que se descubrió allá arriba fue un silencio de Dios aún más estremecedor.
De repente, entre la fascinación y el miedo que produce la inmensidad, el ser humano se sintió más pequeño que nunca.
Y el planeta se veía azul, frágil y solitario, entre una oscuridad terrible.


Dicen que esa imagen inauguró el movimiento a favor del medio ambiente.
Quizá porque era la hora de empezar a cuidar la casa, esa misma que nunca íbamos a abandonar.

1 comentario:

@Donvishoballier dijo...

"Dicen que esa imagen inauguró el movimiento a favor del medio ambiente.
Quizá porque era la hora de empezar a cuidar la casa, esa misma que nunca íbamos a abandonar."... pero que cita!!!... hombre!...