lunes, 14 de febrero de 2011

Not So Indie


Trazar las fronteras del cine independiente se hace una tarea difícil.
Detrás de cualquier obra cinematográfica, por mucha intención artística que tenga, siempre hay una empresa, un capital, un dinero en juego.


Y cualquier película pasa, indefectiblemente, por un proceso creativo común, donde la firma personal puede quedar diluida hasta en los proyectos más genuinamente autorales.
En Estados Unidos, esta realidad es aún más fuerte. Bajo la mentalidad empresarial americana, el empeño debería dar dinero, y viceversa.


Por cine independiente, se entiende aquel que vive apartado de las majors de Hollywood, esas donde el resultado de taquilla es el único que define el éxito.
Como reacción, en el cine independiente se busca la calidad, la frescura y el intimismo. Se rehuye el efecto especial, las convenciones dramáticas y la aparatosidad de formas y contenidos.


Se suele decir que el nacimiento del indie coincidió con el debut en la dirección de John Cassavetes.
La película se llamó "Shadows", y en 1960, venía a ser la respuesta neoyorquina a los nuevos aires fílmicos europeos, que trajeron la consolidación del llamado cine moderno.


Cassavetes no sólo inició el indie, tal y como se ha entendido desde entonces, sino que consiguió ganar dinero con sus películas en varias ocasiones.


Otra fecha señalada del indie fue la creación del Festival de Sundance, que empezó a efervescer a mediados de los ochenta.
Robert Redford ha sido instigador y director de esta exhibición anual, que concentra lo más granado del off-Hollywood, las óperas primas y todas las creaciones fílmicas que reciben una exhibición limitada.


En Sundance, se consolidaba el indie noventero, que encontraría una inmediata simpatía en toda una generación.


Se revalorizaba el personaje y se trazaban lindas radiografías vitales, con un tono antiglamouroso y, normalmente, ambientadas en pueblos o ciudades pequeñas.


Desde su concepción, el indie de Sundance quedó entendido como la primera parada para directores nuevos y actores jóvenes.
Poco a poco, emplazaba películas pequeñas en circuitos mayores y las colocaba en la carrera por el Oscar.


La llegada de Quentin Tarantino y la ascensión de la productora Miramax en 1994 podría ser considerada el momento clave.
Supuso el más preclaro éxito del cine independiente, pero también la prueba de que comenzaba a difuminarse pronto en el menú de Hollywood.


Así, a finales de los noventa, una productora llamada independiente estrenaba películas cuyo presupuesto y resultados económicos superaban con creces a la mayor superproducción de cualquier otro país.


A la cabeza de Miramax, se colocaban los hermanos Weinstein, que, desde entonces, se han convertido en los principales suministradores de películas oscarizables.
Entre sus mayores y más descarados logros, se encuentra haber conseguido que su "Shakespeare In Love" ganara el Oscar a la mejor película por encima de la muy superior "Salvar al Soldado Ryan".


Evidentemente, hay un largo trecho desde "Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo" hasta "Cold Mountain"; ambas provienen de la misma empresa, pero son radicalmente distintas.
Es ese el camino desde Sundance hasta el Kodak Theatre, que, al final, no resultó tan largo. Tal vez, ya sea sólo una cuestión de matiz.


Para saberlo todo sobre los secretos del indie y cómo ha quedado irremisiblemente subyugado al miramaxismo, es obligatorio leer "Sexo, Mentiras y Hollywood", un ensayo de Peter Biskind, donde los Weinstein quedan retratados como un buen par de capos de la qualité cinematográfica.


En cualquier caso, el indie se ha convertido en una parodia de sí mismo.
Es fácil detectar los tics de una película independiente y, a veces, muy difícil distinguir una producción de otra.


Quizá su mayor pecado, que ya lo tenía Cassavetes, es la autocomplacencia.
Son películas que se gustan demasiado a sí mismas, simplemente por el hecho de ser baratas y de abordar la existencia de personas normales.


Muchas son efectivamente frescas, pero van casi todas tan escasas de pasión, que su trascendencia en el imaginario colectivo siempre ha sido de lo más discreta.
Al fin y al cabo, muy pocos cinéfilos se acuerdan de incluir un modesto y tierno indie en su listado de películas favoritas.

3 comentarios:

Camilo dijo...

Con el cine indie pasa lo mismo que con la ropa casual, que cada vez es más cara y pija. A veces basta un poco de sensación de roña.

Anónimo dijo...

Muy bueno josi, y muy buen apunte sobre Juno. Un buen ejemplo de mortadela indie con prota detestable.

El Malvado Ming dijo...

Superfan del/los libros de Bikskind. No soy mucho de cine indie pero "Things I Never Told You" y "Love and Other Catastrophes" me encantan.