martes, 1 de febrero de 2011

Guerra y Muerte en "The Pacific"


El género bélico es el más importante de todos, porque cuenta la mayor tragedia del mundo.
Si lo hace a través de los ojos de sus protagonistas y se limpia de discurso y parte, se ofrecen momentos audiovisuales tan magistrales y únicos como "The Pacific".
Estamos ante una miniserie de diez episodios, estrenada el año pasado en el canal HBO; una monumental superproducción televisiva ante la que nadie puede quedar indiferente.


No se puede hablar de "The Pacific" sin recordar a su antecesora y hermana: "Band of Brothers", firmada por los mismos creadores y de idéntica temática y estilo.
"Band of Brothers" vio la luz en 2001 y formó parte de la primera avalancha de revolucionarias joyas de la HBO.


Como aquella, "The Pacific" cuenta la Segunda Guerra Mundial a través de los testimonios y experiencias de los soldados norteamericanos en las más famosas campañas.


En "Band of Brothers", la atención estaba centrada en una división paracaidista destinada en Europa para combatir contra los alemanes.
Por el contrario, "The Pacific" sigue la pista y desventura de tres muchachos y sus compañeros en el llamado "teatro del Océano Pacífico", con el Japón imperial como enemigo.


A lo largo de la miniserie, la biografía de personajes reales se combina con la descripción realista y desnuda de la guerra.
La ilustración sangrienta y agobiante del frente bélico es herencia evidente de lo alcanzado en "Salvar al Soldado Ryan". No en vano, en la producción ejecutiva de estas dos miniseries, se encuentran Steven Spielberg y Tom Hanks.
Pero, a diferencia de las aventuras cinematográficas del señor Spielberg, aquí no hay ninguna tentativa edulcorante.


Así, batallas saludadas por la Historia y la política como impecables victorias, del estilo de Guadalcanal o Iwo Jima, son desveladas como avernales matanzas, donde, al final, no hay mayor motivación que la destrucción mutua.
Mientras los japoneses se lanzan suicidas sobre los norteamericanos, éstos deben atravesar mataderos tan pavorosos como la pista de aterrizaje de Peleliu.


"The Pacific" cuenta ese episodio con un lujo inaudito, que podría clasificarse como lo más espectacular jamás visto en una pantalla televisiva.
La sensación de confusión, terror y desamparo queda completamente contagiada.


Para los seres de "The Pacific", la espera también se hace perra. Los reclutas viven meses y meses, desamparados en la jungla, bajo condiciones indignantes.
El agotamiento, la suciedad y la enfermedad se cuecen en un infierno de lluvia y barro, dentro de campañas que se extienden más de lo anunciado.


Irrumpen los permisos, donde los soldados se reencuentran con el Paraíso en medio del Infierno. Allí se enamoran y disfrutan de los mundanos placeres, para luego volver a la realidad del frente, cada vez más angustiosa.


En esa dinámica, podría decirse que esos jóvenes, provenientes de lugares modestos y extracciones humildes, experimentan las facetas de la vida a toda velocidad: horror y esplendor, descubrimiento y despedida.


Hacen amistades al mismo tiempo que las pierden, y renuevan una fuerza ignota como único modo de levantarse entre la desesperación.
El sentido del deber, la responsabilidad patriótica, el odio al enemigo, la camaradería. Al final, sólo queda la inercia; cargarse de munición, lanzarse a la batalla y matar a todo lo que se mueva.


Son variadas las reacciones individuales ante la destrucción sistemática, desde el cinismo asesino hasta la locura depresiva, y "The Pacific" las narra todas. Perder la fe es inevitable; volver a humanizarse es necesario.
La guerra es una mierda, nos recuerda. Y, por mucho que te la cuenten, su miserable olor es inexplicable.


Las consecuencias son igual de devastadoras. Tras el calvario, de repente se firma el armisticio. ¿Qué hacer?, se preguntan. La vida por delante, nada menos.


En las entrevistas que inauguran los episodios, los protagonistas reales todavía se quiebran de emoción cuando recuerdan la experiencia y rememoran la pérdida.
No se olvida nunca, aseguran, no se supera.


Mientras otros celebran la gloria de la victoria, irrumpen las pesadillas, la alienación y el miedo a retomar una vida que ha continuado sin ellos.
Y, para algunos, también la urgencia patológica de volver a la acción.
No es un shock post-traumático; supera cualquier comprensión ajena.


Como "Band of Brothers", "The Pacific" es el testimonio de los supervivientes de la guerra, tal y como la vivieron, y tal y como la han querido contar. Por eso, resulta tan sincera y emocionante.
Es una observación directa de las experiencias bélicas de una generación, que hizo lo que creía justo y ofreció a la Historia más de lo que cualquier ser humano debería entregar jamás.


Gran acontecimiento y retrato íntimo quedan dramáticamente entrelazados en este espectáculo llamado "The Pacific".
Su arrojo expresivo no sólo merece nuestro tiempo y atención, sino también el mayor aplauso posible.

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