viernes, 16 de mayo de 2008

Muera la Reina


Pasó de ser el juguete político de Luis XV y María Teresa de Austria a convertirse en el síntoma de la decadencia del absolutismo francés.
María Antonieta, la última reina de Francia, llenó el Palacio de Versalles de exceso y disfraz y terminó sus días en la guillotina, ajusticiada por la Revolución. Aún sigue siendo uno de los personajes más fascinantes de la Historia.
Las biografías historicistas, el cine de época y la televisión la han evocado en varias ocasiones. Sus caprichos, sus pelucas, su vestuario, su estúpida inocencia y su triste final; María Antonieta es el ejemplo de la perfecta tragedia inadvertida.


Irving Thalberg estaba seguro de que María Antonieta debía ser carnavalesca. Así, perpetró una de las producciones más caras de su época, con su querida Norma Shearer como protagonista.
La Antonieta de 1938 es una película que hubiese encantado a la propia reina, porque la coloca como una heroína de su propia estulticia.
Se hubiese sentido madre metafórica del lujo Metro Goldwyn Mayer y de su dudosa concepción de la alta cultura. Y no tendría ninguna duda de que Tyrone Power era un ideal Conde Fersen.
Vista hoy, "María Antonieta" usa la Historia como un simple calzador, pero es quizá la mejor versión que se ha visto en pantalla. Es el ejemplo perfecto del melodrama de época made in Hollywood y la Shearer se hace valer en semejante empeño.


La reina de Francia se sentiría algo desconcertada con la versión de su vida que lanzó Sophia Coppola, casi setenta años después de la producción Metro.


El distanciamiento irónico y la frialdad protocolaria la molestarían. Quizá se vería a sí misma criticada, parodiada y, finalmente, compadecida. Tal vez, no pondría peros al Conde Fersen (Jamie Dornan, modelo de Calvin Klein) y encontraría sensacional la galería de zapatos Manolo Biahnik. Incluso le parecería una gran idea sustituir la música cortesana por los novísimos acordes de Air.


Pero, aún así, la Antonieta se vería pequeña, poco boyante, en Kirsten Dunst. Y ese Versalles convertido en un anuncio de colonia le resultaría tierra extraña.
La Coppola es demasiado higiénica para retratar una época que gustaba de bañarse poco y mal.

La reina decapitada adoraría "Lady Oscar", el anime japonés que convierte su saga en mito, a través de un paralelo personaje ficticio: Oscar François de Jerjes, Comandante de la Guardia. Oscar es una mujer criada y vestida como un hombre, designada para defender a la Rosa de Versalles.


Hecha dibujo nipón, de ojos grandes y emocionales, "Lady Oscar" saca fruto a la vertiente guilty pleasure de los últimos años de la realeza francesa.


Todas las versiones anteponen la figura de María Antonieta como una niña aburrida con un juguete demasiado peligroso en sus manos. Es el ejemplo de la reivindicación de una reina imbécil e inconsciente, a través de la literatura descontexual y de la saga melodramática.
El Palacio asaltado fue una conquista brutal, pero se produjo en un mundo que debía cambiar y que proclamaba entonces que la reina saqueadora debía morir.

2 comentarios:

Zinquirilla dijo...

Cierto, la última "reina" es María Antonieta, porque la monarquía gala termina con la emperatriz esposa de Napoleón III; la andaluza Eugenia de Montijo (Granada 1826 - Sevilla 1920).

Josito Montez dijo...

Y no se olvide usted, milady, de la emperatriz Josefina, otra "fashion queen" de la vida...