sábado, 17 de mayo de 2008

Bruja


Sus enemigos le pusieron nombre. La buscaron en los bosques y fijaron precio al olor de sus carnes chamuscadas. La paria, la hechicera, la perdida, la solitaria, la rara, la loca. La llamaban bruja.
La cruz la persiguió durante siglos y pereció en la hoguera. Se la acusó de mantener secretos con el Diablo, de mezclar sustancias espiritosas, de provocar abortos, de vivir demasiado lejos de los hombres.
No había lugar para la bruja en una mujer. Desde entonces, la hembra dejaba de ser pagana y libre. Ahora permanecería bajo la bota de un hombre, emparedada en un convento o condenada a la infame prostitución. Pero nunca volvería a ser bruja.


La bruja se llenaba de envidia, de rencor, de pasión. Y, sobre todo, de odio. No quería ser la eterna desposeída. Y aspiraba a lo pasajero - la belleza, la inmortalidad, el poder. Sus mundanos deseos la hacían más humana que cualquiera de sus enemigos.
Sacrificio, abnegación y paciencia. Tres valores que aspiran a lo más alto, pero que no significan nada, más allá de sí mismos. La bruja se negaba a aceptarlos y, por eso, la convirtieron en la antagonista de las heroínas vírgenes y domesticadas.


Era cínica y anti sentimental. Dudaba del amor eterno, especialmente en los hombres. Robaba la masculinidad y la introducía en un frasco para saciar su sed de venganza.
Y se subía en una escoba para desaparecer de todos los que la odiaban. Los que la señalaban con el dedo, cerraban la puerta y rezaban para que no volviera.
La bruja siempre fue una visionaria. Y conocer tanto la naturaleza humana daba mucho miedo a los mortales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encaaaanta la bruja de El Castillo Vagabundo....
"Quiero comerme tu corazón"

Claro que yo me comería algo más que el corazon de Howl...