Karen

Leyenda de la música pop, niña querida y llorada, voz inmortal; en la figura de Karen Carpenter, se conjugan lo duradero del talento y lo escalofriante de la tragedia.

Junto a su hermano Richard, formó un tándem que alcanzó la gloria musical a lo largo de la década de los setenta.

Especialistas en baladas de mundos ideales y corazones en ebullición, los Carpenters se hicieron los chicos favoritos de Norteamérica, que se dejaba los suspiros oyendo aquel "Close To You".

Karen tocaba la percusión, pero, sobre todo, cantaba.

La claridad y la belleza de su voz, su pose melancólica, su gesto tímido y su físico de adolescente eterna, desgarbada, dentuda.
Tan rara, tan secreta, tan súperestrella.

Cantaba "Superstar", "Top of the World" y su cuerda vocal acariciaba los mejores temas de compositores como Burt Bacharach o Paul Williams.

Es bien sabido que su versión del "Ticket to Ride" de The Beatles provoca un contundente "síndrome de Stendhal" a los espíritus más sugestionables.
Porque la Carpenter quería contarnos lo que era el amor y lo que suponía el desamor. O, al menos, lo que deberían ser.

El éxito fue indigesto para los Carpenters, dos inocentones que vivían con sus padres.
Los hermanos se vieron pronto expuestos a una fama mundial y ante la necesidad de superarse continuamente.

Richard se hizo adicto a los sedantes, y Karen se desmayó en un concierto de puro agotamiento. Los médicos advirtieron que su adelgazamiento era extremo, pero ninguno supo darle el diagnóstico correcto. La palabra "anorexia" no estaba de moda por entonces.

Karen Carpenter falleció a los treinta y dos años de edad, con el cuerpo esquelético y el corazón exhausto.

El luto jamás ha terminado y el misterio sigue rodeándola, con la prestancia de la pura mitificación.

Le quedaba tantísimo que ofrecer, pero quizá este mundo no se merecía una criatura tan exquisita como Karen Carpenter.