miércoles, 31 de marzo de 2010

1947


"¿Habéis visto a David"?, preguntaba Joan Crawford, vagando por las calles, completamente ida, al principio de "Possessed".
Pronto, se la llevaban derecha al manicomio, y las brumas rodeaban la imagen. El pasado hacía acto de presencia.
Oh, qué cosas tiene la mente.


El Hollywood de años como éste tenía un protagonista claro: la psicopatía.
Poniendo a Freud a la altura kistch que se merecía, los melodramas eran criminales, espesos y un tanto ambiguos, con predilección por edificios sombríos y pistolas olvidadas.
El noir era el rey.


Pero si había que señalar la psicopatía de 1947 podría ser perfectamente la paranoia general.
El Comité de las Actividades Antiamericanas no veía negras las películas. Las veía rojas, rojas, rojas.
Ahí estaba la saga del boxeador de "Cuerpo y Alma", que hablaba de decepciones vitales, corrupciones profesionales y corazones destrozados.


Qué película tan incómoda y qué criadero de comunistas.
Truman iniciaba su doctrina. América es dinero y el mundo debía saberlo.
Ahí estaba levantando Europa de las ruinas de la guerra, y no precisamente para que ganasen los commies.


Polonia y Hungría ya eran de la hoz y el martillo.
Hollywood tenía que dar el ejemplo contrario; al fin y al cabo, era la efectiva fachada del imperio yanqui.
En el año de la creación de la CIA y otras armas gubernamentales de espionaje, diez hollywoodienses fueron llamados a prestar declaración. Los diez se negaron a confesar, y las brujas les dieron caza por díscolos.


1947 fue el inicio de la época más oscura de Estados Unidos, llena de fuegos cruzados, malentendidos e intolerancias para dar y regalar.


Mientras, se terminaba el Estado de Prusia como tal, y se creaban países como Nigeria, en medio del orden mundial que se prestaba tras la contienda.


En el teatro, Stanley gritaba "¡Steeeeella!" por primera vez, y Richard Widmark, también debutante, tiraba a una paralítica por las escaleras en "El Beso de la Muerte".


El mismo que recibió Elizabeth Short, la "Dalia Negra", crimen de la vida real que se parecía a los que se contaban en la ficción.
Pero, a diferencia de éstos, la resolución nunca llegó y todavía sigue siendo paradigmático cold case.


Seguir adelante y vivir a tope. Así lo recomendaba Rex Harrison, fantasma para la señora Muir.


Porque tanto psicoanálisis y tanta preguntita devolvían una contundente verdad: el ayer seguía siendo un lugar triste al que volver.


En el pasado, estaban las respuestas para los protagonistas de "Out of The Past"; en el pasado, vivía el amor perdido de Deborah Kerr en "Narciso Negro".


Y en el pasado, ay, Joan, ¿qué le hiciste al tal David?

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