sábado, 27 de marzo de 2010

"Sex And The City"


El placer culpable de la HBO, "Sex and The City" es más que una serie.
En Nueva York, hasta existe una ruta turística que recorre los lugares emblemáticos donde se desarrollaban sus tramas.


Se trata de un fenómeno sólo comparable a "Friends" y "Los Simpson"; en las conversaciones de sus seguidores, siempre hay un capítulo de "Sex And The City" que rememorar, que explica una situación y que, de alguna manera, se parece a la realidad.


A medio camino entre la observancia de las relaciones y el puro cuento de hadas, se explica uno de los shows más populares del cambio de siglo.


Creada por Darren Star ("Beverly Hills 90210", "Melrose Place"), la serie pasó pronto a ser coto y mimo de su actriz protagonista.
Sarah Jessica Parker, una mujer un tanto pretenciosa, de carrera seca de buenos éxitos, encontró el nicho ideal para su personalidad en las aventuras de Carrie Bradshaw.


Cronista de los modos y maneras de la sociedad post-yuppie de la Gran Manzana, Carrie es también la heroína de lo que cuenta.


Ella narra el sexo en la ciudad, porque lo conoce de primera mano.
En su laptop, se escriben las vidas y experiencias de sus amigas, de sus amantes, de sus amores pasajeros y de sus hombres inalcanzables.


En este apartado, se encuentra Mr. Big, el esporádico hombre de su vida, tan ideal como inaccesible, una relación on/off que vertebra la serie.


"Sex And The City" se centra en un arquetipo genuinamente urbano: la chica soltera de treinta y tantos.


Tanto sus alegrías y su independencia como sus angustias y su necesidad de encontrar un compañero sentimental; las mujeres de hoy exigen algo más de los hombres y quizá no lo encuentren nunca.


Ahí está la desesperación de Charlotte, la educada chica de Nueva Inglaterra, de clásico proceder e ingenua aspiración; una Anne Welles de nuestro tiempo, que cree encontrar al hombre adecuado, pero se topa con la verdad de que las apariencias no bastan.


La urbanita Miranda es una mujer profesionalmente intachable, pero emocionalmente compleja.


Vive acostumbrada a mirar a los hombres con una mezcla de miedo y rabia, porque le complican la existencia de manera inevitable.
Es el personaje estrella de la serie, brindado por la deliciosa interpretación de Cynthia Nixon.


Y por último, Samantha, la exuberante gentlemen' lady, el putón verbenero satisfecho de serlo, deslenguado contrapunto a las represiones de Charlotte y los temores de Miranda.


Samantha defiende la posibilidad de que las mujeres también puedan ser casanovas.


La evolución de las cuatro chicas de "Sex and The City" será contravenir la imagen que tenían de ellas mismas.
En la última temporada, tan emocionante, todas acaban en lugares inesperados, pero con lo más parecido a la felicidad entre las manos.


"Sex and The City" es una frivolidad, representada por esa Carrie loca por los zapatos de firma y comportándose como una niña en Navidades.


Pero la serie tiene cargas de profundidad, que se intuyen durante su visionado.
Debajo de su fachada lujosa, de su apariencia de exposé, hay muchas verdades sobre esos espejos en que las hembras se ven así mismo deformadas y desfavorecidas.


Cuando, en realidad, siempre han sido grandiosas por su emocionante entidad de supervivientes.
Quien ame a las mujeres, adorará "Sex and The City".


Como comedia, es un mecanismo de relojería, con diálogos y situaciones que apuestan por lo chispeante.


Las chicas se oponen, se complementan y sus peleas las unen tanto como su férrea amistad.
"Sex And The City" no renuncia a la lágrima, especialmente cuando sus protagonistas se desnudan inesperadamente, sin temor a mostrar su vulnerablidad.


Quien no llore cuando Charlotte se reencuentra con Harry, no tiene sangre en esas venas seriéfilas.


Su renovado éxito ha permitido su traslación cinematográfica, muy poco atinada; la conclusión de la serie era del todo ideal, y lo que ha sobrado no resulta demasiado estimulante.


¿Pero quién puede vivir sin estas cuatro señoritas? Vuelven este verano, vestidas para la ocasión. Y los fans iremos a verlas, qué menos.


La palabra que cierra la serie define la experiencia "Sex and The City": Fabulous!.

4 comentarios:

María Florencia dijo...

Estoy viendo la segunda temporada y me está gustando bastante. Me ha sorprendido... no he leído por si me entero de algo, que ya con las imágenes he visto personajes muy conocidos de otras series :)
Saludos!

Zinquirilla dijo...

Otra serie castigada por la programción, como Er. Yo he visto capítulos sueltos, más que nada porque me quedaba a las 2 de la mañana en vela, luego vi el primer capítulo por aquello de cómo empezó todo y no he visto más, pero porque tengo muchas series pendiente.

CaféOlé dijo...

No he sido muy seguidora de esta serie porque la programaban a horas intempestivas... Algún capítulo suelto y para de contar.
Ví la primera película y, aunque me reí y me gustó, me pareció un poco insustancial...
Pero como estoy llena de contradicciones, aquí me tienes, esperando como agua de mayo a que estrenen la segunda película para ir corriendo a verla, ji,ji.
Besitos.

Pati Difusa dijo...

Será siempre una de mis series favoritas. Es imposible dejar de verla. No hace falta clasemediera neoyorkina para identificarse con ellas; pues al final, todas y todos nos sentimos frágiles ante la ciudad y el sexo, ante las relaciones sociales-sexuales. Y los diálogos, la capacidad de llevarlos, dios mío, yo siempre sentía que estaba espiando los diálogos, no escuchándolos. Esas conversaciones eran (zson) una delicia).

Será, además, una de las mejores series de todos los tiempos, porque rompió el molde: hizo una comedia inteligente de un tema y de unos personajes aparentemente banales.