Hombres de Hielo y Fuego

Cortesía de lujo catódico y razón de mundos de leyenda.

"Game of Thrones" cumple expectativas y se asienta, decidida, entre las benévolas paredes de la HBO.

A tres capítulos vistos, no hay ninguna duda de que era la única cadena televisiva capaz de adaptar semejante coloso.

Los críticos se apresuran a piropear "Game of Thrones", mientras la audiencia ya no puede vivir sin ella.

Desde que prorrumpen esos títulos de crédito, el abigarrado universo de George R.R. Martin cobra vida y cunde pantalla de la mejor manera imaginable.

Y, coronando el hechizo, "Game of Thrones" atesora una buena selección de caballeros, que merecen un jueves inmediato.

Ideal para convertirse en el patriarca Stark, Sean Bean ha sido reconocible actor de reparto para las más variopintas producciones internacionales.

Hubo un tiempo en que la BBC lo encumbró como sex symbol, al ser el amante de aquella "Lady Chatterley" que interpretara Joely Richardson.

Televisión british de alto nivel y villanía hollywoodiense definen la trayectoria de Sean.
El Boromir de "El Señor de los Anillos" es su papel más popular y, sin duda, ha sido el billete para "Canción de Hielo y Fuego".

Como Lord Eddard, Bean no está tan favorecido como en pasados empeños, pero su proverbial carisma se mantiene inalterable.

En terrenos de maldad, la belleza se muestra tan seductora como temible.

Jaime Lannister debía ser guapo, rubio, imponente y poco recomendable.
Y Nikolaj Coster-Waldau cumple con los cuatro requisitos.

El incestuoso y violento Matarreyes se ha hecho carne gracias a un actor muy reputado en su Dinamarca natal.

Desde su intervención en "Black Haw Derribado", Nikolaj ha anhelado Hollywood bajo tranquilas expectativas.

Tras varias series fallidas, ahora es el momento de Coster-Waldau.
Su rubiaciedad quiere grabarse en la retina de los espectadores durante mucho tiempo.

He aquí un personaje clave de "Canción de Hielo y Fuego", de nombre Jon Nieve.

Quizá la auténtica alma de la historia, el sensible bastardo de Invernalia supone un papel bombón.
El elegido ha sido el lindo Kit Harington, que debuta como actor en "Game of Thrones".

Como Jon Nieve entre las nevadas del Muro, Kit mira al futuro con anhelo.

Para dejar claro que ha venido para quedarse, Kit se descamisó desde el primer episodio.

El escocés Richard Madden no es mucho mayor que Kit Harington, pero lleva desde los trece años de edad pululando por la pequeña pantalla británica.

Despliegue de ojo bonito y marcada facción, Madden es guapo a rabiar.

Dar vida a Robb Stark, el primogénito de Invernalia, es su cometido en "Game of Thrones".

El tercer episodio nos traía por fin la aparición de una auténtica debilidad: Aidan Gillen.

Versátil, inquietante y terriblemente atractivo, Gillen es un irlandés inclasificable, fraguado en desafíos.

Popularmente, Gillen es conocido por dos personajes: Stuart Alan Jones, para la versión británica de "Queer As Folk", y Tommy Carcetti, el alcalde de "The Wire".

"Game of Thrones" supone su regreso a la HBO.
Suyo ha sido el rol del malévolo Petyr Baelish, apodado 'Meñique', pieza decisiva en el ajedrez político de los Siete Reinos.

Más allá del Mar Angosto, aparece Jason Momoa.
Gigantesco hawaiiano, Momoa es el beefcake de "Game of Thrones".

Hasta entonces, ha sido conocido por su participación en "Baywatch" y su duradera relación amorosa con Lisa Bonet.

El bárbaro Khal Drogo ha cortado el aliento a propios y extraños. Es lo que tiene lucir pectorales y guerrera pintura corporal.

Ser khaleesi para este Momoa es nuestro nuevo sueño.

Por su parte, Jason sueña con el éxito del remake de "Conan", que se estrenará el próximo verano.

Conociendo las veleidosas novelas, los maromos de "Game of Thrones" se confirmarán como una retroalimentable galería de suculentos durante el transcurso de la serie.

Aunque el invierno sea nuestro destino, ¿quién mejor que ellos para acompañarnos en la larga noche?