jueves, 19 de mayo de 2011

Los Que Placan


Es el deporte rompehuesos, sólo indicado para aquellos con ganas de demostrar fuerza bruta y energías suficientes para esquivar el enemigo con agilidad.


Sus voluminosos chicos son las verdaderas estrellas del rugby, juego clásico en los países anglosajones, vivido y batallado bajo variantes locales.


En esos lugares, es lo que se entiende como football, aunque la ovalada pelota permanezca más entre las manos que en contacto con los pies.


En el rugby, hay un baile inicial, que sirve como rito.


A continuación, se sucede la agresividad de los choques frontales, los momentos de confusión corporal, ciertos instantes de pelea en el barro y esa curiosa figura llamada "placaje", consistente en atrapar el macho al vuelo.


Muchos entusiasmados lo señalan: hay que afrontarlo, el rugby no puede ser más gay.


En la realidad, no lo ha sido nunca.
El pasado año, Gareth Thomas, jugador de la liga británica, confesaba su homosexualidad.


En la revista Attitude, aseguraba que quería ser el modelo a seguir que él nunca tuvo, dentro de los entrenamientos y rigores de un deporte tan violento y demandante.


Pero las cosas cambian, y ha nacido Ben Cohen.
Su físico representa el jugador de rubgy esencial, pero demuestra una actitud definitivamente distinta.


La última semana, mi querido Ben anunciaba su retirada del deporte, para centrarse con exclusividad en su campaña internacional contra la homofobia y el acoso escolar.


Se dejó ver en la ceremonia de los premios GLAAD, mientras no para de despelotarse para sus fans.


Ben Cohen ya es más modelo que deportista, pero eso no parece importarle. A nosotros, mucho menos.


Que los jugadores de rugby estaban muy buenos, ya lo sabíamos.


Pero nadie podía predecir el huracán que supone la liga australiana.


Suponen tal cantera de maromos, que llenarían los jueves de "Josito Montez" hasta que el mundo se acabe.


El salto a la palestra internacional así se los ha pedido: mirad al objetivo, adoptad actitud y, sobre todo, enseñad cuerpo.


Al final, ya se encuentran más imágenes del rubio Nick Youngquest en calzoncillos que acometiendo placajes en el campo de juego.


De nuevo, no nos importa.


Como buenos pin-up masculinos, estos muchachos protagonizan generosos calendarios para recaudar fondos y, además, provocarnos ataques cardiacos.


Posan dentro de las más fantaseables situaciones, cubriéndose las vergüenzas con la pelota ovalada.


Lo aviso. Internarse en los maromos del rugby significa perderse entre tanto despliegue de belleza masculina.


Daniel Conn, David Williams, Danny Care; son sólo algunos nombres a apuntar en nuestra agenda de suspiros.


¿El rugby no puede ser más gay?
En cualquier caso, sus tipos duros ya no tienen miedo de seducirnos.


Oh, glorioso jueves.

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