miércoles, 6 de abril de 2011

Vida y Músicas de Kate Bush


El año era 1978, y Kate Bush subía al número uno.
Una mujer en la lista de éxitos británica, una debutante en el panorama musical, una niña espabilada, recomendada y mimada por David Gilmour.


Kate sólo tenía diecinueve años, y "The Kick Inside" era un disco enteramente suyo.
De ese modo y en medio de la confusión del cambio de década, aparecía el universo de la pequeña gran Kate Bush.


Venía vestida de cuentos y leyendas, expresadas con fusión musical, sentido de la decadencia y comicidad nonsense.
Y, sobre todo, irrumpía esa voz personal y emotiva, a veces gritona, otras cómplice, siempre inclasificable.


Su primer disco ya contenía su canción más conocida y su mayor éxito de ventas, "Wuthering Heights" (Cumbres Borrascosas).


Era una oda a la novela de Emily Brontë y, como ésta, toda una declaración de amor necrófilo.
"Wuthering Heights" resumía el estilo ecléctico que siempre ha gustado a Kate Bush, entre el pop, la música clásica y la pura experimentación.


Sus provocadores mensajes formaron parte de la callada revolución.
Kate nos contaba una relación entre un hombre mayor y una adolescente en "The Man With The Child in His Eyes", mientras "Bashka from Baghdad" narraba un amor gay.
"Breathing" ilustraba el holocausto nuclear, y se mostraba especialmente pacifista en "Army Dreamers".


En cualquier caso, siempre importó más la performance que la propia canción.
Kate Bush, con sus ojos de loca, su goticismo y su humor absurdo, ha sido siempre una diva químicamente pura, demasiado absorbida en sí misma para resumirse en un escenario.


Que Kate Bush siempre ha estado chiflada no es ninguna novedad.
Basta verle la cara de ida en cualquiera de sus imágenes o contemplar sus pasmantes bailes en vídeos como "Babooshka"o "Running Up That Hill".


La locura es privilegio de los mejores genios. Y para la música británica, ha sido una suerte tener a Kate sin la camisa de fuerza.


Cuando el videoclip acababa de nacer, ella fue una de las grandes pioneras. Así, enseñó cómo se cuenta la música pop a través de las más seductoras e inquietantes imágenes.
Su colección de vídeos musicales - pequeñas, extrañas, maravillosas películas - despiertan tanta adoración como sus composiciones.


Envidiada por muchos, amiga de otros tantos, su presencia siempre ha tenido la garantía del magnetismo.
Ahí está su sobrecogedora intervención en esa canción everybody's favorite llamada "Don't Give Up", dueto con Peter Gabriel.


Como los mejores alquimistas del sonido, la Bush comenzó a separarse de los focos internacionales para profundizar en su música e ir más allá de las expectativas comerciales.


Ambiciosos álbumes como "The Red Shoes" dieron paso a un silencio de más de doce años.
Muchos la olvidaron, pero "Wuthering Heights" se hizo clásico.
Mi generación redescubriría sus inconfundibles acordes gracias a un anuncio de perfume hacia finales de los ochenta.


La prensa comparaba el retirado estilo de vida de Kate con la Miss Havisham de "Grandes Esperanzas".
Pero no había telarañas en la vida y músicas de la Bush.


En 2006, volvía con "Aerial", prístino ejemplo de su actual estilo: abstracción de los temas y elusividad de la propia imagen.
Tras el lanzamiento de "Aerial", el mundo de la música piropeó a la Bush, con la determinación de no perderla otra vez.


Ella confesó que nunca había dejado de trabajar.
Hoy vigila sus discos pasados, y los reedita y revisa con total supervisión.
Y, mientras, promete nuevas aventuras, tan apasionadas y adelantadas a su tiempo como todo lo que siempre ha llevado su firma.


Sus herederas conforman una larga lista. Björk, Tori Amos, Alison Goldfrapp o la mismísima Lady Gaga son sólo hijas putativas de una mujer que llegó mucho antes que ellas.
Kate Bush, la loca del pelo rojo.

3 comentarios:

Aldo Hinojosa dijo...

Muy emotivo! Es simplemente increíble y emocionante el trabajo de esta mujer.

Saludos!!!

yaya dijo...

que bien que elegiste hablar de ella... felicidades por tu blog

saludos desde mty
mexico

Marcelo Campos dijo...

Comparto lo que decís de K. Bush, es simplemente un hermoso ángel del delirio...