viernes, 17 de diciembre de 2010

Leakin'


Internet es como un burdel donde se paga al entrar.
Así, cuando se deposita el dinero, un encargado podría decirte perfectamente: "Ahora puede hacer usted dentro todo el estropicio que quiera".
Y, con una palmada en la espalda, añadiría: "Y que lo disfrute".


En esta autopista a toda velocidad, hemos creado una sociedad virtual, nos hemos podido zafar de la propaganda política y nos hemos fragmentado como audiencia.
Y le hemos dado un jaque mate a la industria cultural, descargando con hedonismo desde los mil y un episodios hasta la más descomunal cantidad de porno que el ser humano había consumido nunca.


Hace unas semanas, nos enterábamos de todo.
La prensa se hacía eco de la súper filtración, gracias a la sublimación del poder de las transferencias internaúticas sobre los secretos del Estado norteamericano.


No es la primera vez que Wikileaks deja al Imperio en calzoncillos. Esta vez, se los ha bajado y, en pleno burdel/Internet, se ha reído de su ridículo pene.
Como en un mal episodio de serie, los todopoderosos y sus lacayos financieros se han arrojado sobre los filtradores con boicot e intimidación.
Al director nominal de Wikileaks lo han encerrado por un delito de violencia sexual. Lo dicho: digno de un guionista perezoso.


El secreto de Estado es tan viejo como la humanidad. Se le reviste de legítimo; normalmente, un documento o testimonio se considera clasificado cuando su contenido es peligroso para la sociedad.
Ésta ignora hasta su existencia y puede continuar trabajando y viviendo.


Evidentemente, el secreto también consolida el dominio oligárquico, vertebra altas esferas y blinda crímenes y abusos, que podrían cambiar el transcurso de la Historia si se publicasen en los medios de comunicación.



En la Guerra Fría, el secretismo de las potencias se sofisticó considerablemente.
Entre sus buenos intereses, se diseñó para preservar a Occidente de otra trifulca mundial y para alejar la verdad incómoda de los espejos deformantes de la prensa y la demagogia.


En Estados Unidos, el hush hush de los pasillos gubernamentales se convirtió en parte de su identidad y en la clave de su poder imperial a lo largo y ancho del mundo.
Sus célebres instituciones federales se revelaban como las armas más potentes.


Cuando se sabe que hay algo oculto, la imaginación se multiplica por diez.
Así, los arrebatados han soñado que los Estados esconden asuntos tales como la existencia de vida inteligente fuera del planeta y sus periódicas visitas a bordo de platillos volantes.


Porque la teoría de la conspiración es producto directo de la sofisticación del secreto estatal.
Hay un señor de traje que, con todo rigor y silencio, guarda el documento en cámaras acorazadas a las que nunca llegarás.
Si insistes en meter la nariz donde no debes, un francotirador acabará contigo y tu muerte será otro documento clasificado más.


El cine y la televisión se han sentido muy fascinados por la condición hermética del poder en la época del bienestar.
Se nos ha contado que ocultan desde programadísimos asesinatos de presidentes hasta la existencia de una ciencia cognitiva que desafiaría la razón humana.


Los documentos filtrados por Wilikeaks no cuentan nada especialmente perturbador. Tal vez, porque los grandes crímenes nunca se recogen por escrito. Quizá, porque hemos visto demasiado la tele.
Que Estados Unidos es una máquina depredadora y reaccionaria, ya lo sabíamos gracias a Oliver Stone y a los escritores hispanoamericanos.


Ahora sólo ha quedado como un Imperio cotilla, metomentodo y paranoicamente temeroso de todos sus vecinos de planeta.
Y siempre queda la duda de si la filtración forma parte también de su juego de tronos. Es decir, aquel que dice que ha llegado para salvarte, pero sólo ha venido a violarte más.


En cualquier caso, los tiburones se rodean y se miran con hambre manifiesta. Nosotros seremos decadentes, pero ellos lo son más.
Y desde este confortable diván, saboreo las efímeras uvas del falso progreso y contemplo el espectáculo de la destrucción a dentelladas. Isn't it beautiful?


(Mañana, publico un artículo muy especial sobre la programación navideña de "Josito Montez". Disfrutarlo es garantía. Perdérselo, impensable).

1 comentario:

mely dijo...

Y sale la pregunta ¿acaso vivimos en una dictadura mundial encabezada por USA? que cuando siente que su poder a sido desafiado afila sus colmillos y asecha, porque la caza de brujas que le han montado a julian assange y a Wikileaks es impresionante, y un intento claro de que efectivamente los gobiernos les interesa dominar este gran mundo de Internet porque saben cual es su potencial y el daño que les puede causar.