lunes, 27 de diciembre de 2010

Hollywood '10


Todo estaba dispuesto para que 2010 fuera el año más importante en la vida de Sandra Bullock.
Hollywood se sentía en deuda con esta auténtica superviviente de sí misma, y le daba el Oscar, a propósito de "The Blind Side".


Su marido, el motero Jesse James, la miraba con embeleso desde la platea.
No haría falta ni una semana para que el matrimonio se disolviese.


En un disclosure tan condimentado como el de Tiger Woods, se contaron los pecados de Jesse. Sus amantes eran todo lo contrario que Sandra; parecían variantes femeninas del rudo James.
No hubo posibilidad de perdón.


Sandra Bullock desapareció del panorama durante un tiempo y resurgió como sólo ella sabe, reconvirtiendo el fiasco personal en atención. Al final, volvió a sonreír.


Como todos, Sandra se confesó enamorada de Betty White.
El año en que fallecía Rue McClanahan, Betty, la única viva de "Las Chicas de Oro", recibía un cariño inmenso tanto de sus compañeros de profesión como de la audiencia de todo el mundo.


Se la consideró mito catódico, y la abuelita marchosa regresó a la pantalla, a los premios y a las eternas risas. En realidad, nunca se había ido.


Betty y Sandra habían coincidido en "The Proposal", comedia también protagonizada por Ryan Reynolds.


Ha sido un año favorable para Ryan, considerado el hombre más sexy del mundo por la revista People, mientras se prepara para el estreno de "The Green Lantern".


Como Sandra, el éxito profesional de Ryan no se ha conjugado con estabilidad sentimental. Hace unas semanas, se publicaba su separación de Scarlett Johansson.


En este 2010, la boda secreta se ha convertido en tradición.
Uniones esperadísimas como las de Harrison Ford y Calista Flockhart, Penélope Cruz y Javier Bardem ó Stephen Moyer y Anna Paquin han preferido emplazarse a las escapadas misteriosas, libres de prensa y lejos de los apoteósicos bodorrios de antaño.


No ha sido buen año para comedias románticas ni para remakes ni para nombres infalibles.
Ante los múltiples rivales de las salas, la apuesta ha sido producir películas que hay que ver por narices en la pantalla de cine.
La espectacularidad envolvente se ha hecho la mejor estrategia.


"Avatar" recuperaba las gafas 3-D y, en cuestión de semanas, se convertía en la película más taquillera de la Historia.
Pese a la descomunal popularidad, su infantiloide contenido no terminó por convencer.
Así, en los Oscars, James Cameron no repetía, ni por asomo, la victoria de "Titanic".


La noche de los dorados premios se hacía cosa de Kathryn Bigelow.
Gracias a la impresionante "The Hurt Locker", la Bigelow se convertía en la primera mujer directora que es reconocida con el más alto honor de la industria.


Pese a todo, 2010 ha sido el año del 3-D, y la mayoría de las superproducciones han apresurado a reconvertirse al formato.


Otros títulos han preferido atrapar con buenas dosis de talento y poder hipnótico, sin necesidad de la ilusión del relieve.


Irrumpían dos fashion operas: la seductora y sensible "A Single Man", y la arrasadora y terriblemente entretenida "Inception".


Crecían los fans de la fascinante Marion Cotillard y de los guapísimos Joseph Gordon-Levitt y Tom Hardy.
Pero era Leonardo DiCaprio quien se confirmaba en un alza inmejorable.


La película del Facebook, "The Social Network", se hacía una de las sorpresas del año; un estilo de cine que no necesita de mayor relumbrón más que su propia inteligencia.


Otro idilio entre público y crítica se llamó "Toy Story 3", que emocionó más que ningún otro título de 2010.


Un momentazo del año sucedía en los juzgados. La protagonista era, por supuesto, Lindsay Lohan.


Su desesperada llorera ante el inevitable encarcelamiento parecía el capítulo definitivo.
Pero las últimas noticias sobre sus rabietas en el rehab no expresan ningún final para los cuentos de Lindsay.


Y, como no hay vida sin dolorosa despedida, 2010 ha estado punteado por los fallecimientos de grandes personalidades.


Aún así, el recuento no ha sido tan trágico como el de 2009; salvo el caso de Corey Haim, todos se han ido con un montón de años vividos y la satisfacción del deber cumplido.
Patricia Neal, Leslie Nielsen, Tony Curtis, Dennis Hopper, Lena Horne, John Forsythe, Gloria Stuart; adiós, magníficos.


La querida Jill Clayburgh perdía su batalla contra la leucemia a los sesenta y seis años, mientras Vanessa Redgrave volvía a llorar, al perder a sus hermanos Lynn y Corin.
Dos imprescindibles directores como Arthur Penn y Blake Edwards también nos han dicho adiós.


A este lado del Atlántico, fallecían Eric Rohmer, Dino de Laurentiis, Mario Monicelli y el decisivo Luis García Berlanga.


Para todos los demás, la vida sigue y el cine debe continuar.
Ahora, sólo deseamos otro año tan brillante y lleno de buenos momentos como ha sido el 2010.


Hollywood será muchas cosas, pero jamás aburre. Que los focos y las miradas lo iluminen por siempre.

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