domingo, 4 de abril de 2010

Grace


Mito cinematográfico-principesco, Grace Kelly es la gran famosa, la mayor de las damas célebres, el cuento de hadas posmoderno mejor contado.
Grace es nada más y nada menos que el siglo XX.


Bella combinación de dama sofisticada y niña de adorable sonrisa, la Kelly también poseía un destello de lascivia, que la hacía intensamente forniciable.


Miraba desde las alturas y se desvelaba la promesa: debajo del delicado cascarón, se escondía una mujer de armas tomar.
Todos deseaban a Grace, todos la querían. En sus buenos tiempos de Hollywood, la prensa cotilla la asociaba con todos sus galanes masculinos.


Ella nunca quiso decir nada al respecto; en cualquier caso, su historia de amores y corazones rotos todavía está por escribir.


"Mogambo" fue su momento decisivo. Su erotismo, tímido pero contundente, contrastaba con la evidente carnalidad de Ava Gardner.
Fue aquello una batalla sobre dos tipos de mujer, que quedó en tablas.


Dicha película la confirmó como estrella, y la década de los cincuenta supuso su momento de mayor popularidad.
Por "The Country Girl", donde se desglamourizó oportunamente, hasta le dieron el Oscar.


La combinación entre coolness y sex-appeal que desprendía Grace Kelly volvió loco a Alfred Hitchcock.


El gran Alfred solía volverse loco con facilidad por sus actrices rubias, pero, Grace, oh, Grace; jamás pudo superar a su Grace.


"La Ventana Indiscreta" fue la mejor película que hicieron juntos, donde verano y voyeurismo quedaron asociados en semejante obra maestra.


Cuando aparecía la Kelly, quedaba claro. La recreación en su figura, en su rostro y en su estilo que ejercía el director se parecía demasiado al amor.


En "Dial M For Murder", Hitchcock la estrangulaba con voluntad sádica.
En "Atrapa un Ladrón", simplemente decidió rendirse a su poder.
Grace alcanza lo espectacular y el susodicho destello de lascivia se convirtió en el protagonista de la película, ambientada en la Costa Azul.


Se dice que, durante el rodaje, Grace Kelly señaló y preguntó a quién pertenecían esos jardines, que se veían desde la carretera.
"A la Casa Grimaldi", contestó alguien.


Al año siguiente, conocía al príncipe Rainiero en el festival de Cannes e iniciaban una relación amorosa que culminaría en boda notorious.


Grace dio su mejor interpretación cuando dejó el cine. Ser princesa de ese paraíso de bancos, casinos, aristócratas apestosos y bailes de beneficiencia. Es decir, Mónaco.


La alteza serenísima dejó Hollywood, entre la ira de Hitchcock y la desolación del público, pero continuó manteniendo la imagen de actriz glamourosa.
Porque así la querían en Mónaco: pelo recogido, sonrisa y delicado apretón de manos.


Su triste muerte en un accidente de coche a los cincuenta y dos años contribuyó a acrecentar la leyenda de esta mujer.
Nadie como ella para cambiar la claqueta por la tiara y resultar igualmente excitante.

1 comentario:

CaféOlé dijo...

Grace es irrepetible. Menos mal que nos quedan sus películas... Bss.