miércoles, 28 de abril de 2010

1975


Bañarse en la playa no estaba muy de moda en 1975. O quizá más nunca.
"Tiburón" regía pesadillas y taquillas.
Contaba que, cuando parecía que lo habías perdido de vista, ahí volvía el escualo cabrón con ganas de piernecita de incauto bañista.


Como bañistas aterrorizados, los protagonistas del Watergate intentaban salir del agua.
Pero el fiasco seguía dando dentelladas entre el acabado gabinete nixoniano, y tres de ellos eran condenados a penas de cárcel.


El nuevo presidente, Gerald Ford, afrontaba la papeleta.


Sufrió dos atentados frustrados contra su persona, a menos de un mes de diferencia.
Eran dos mujeres; una de ellas, Lynette 'Squeaky' Fromme, proveniente de la siempre encantadora familia Manson.


Se oían noticias de Vietnam, cada vez más desafinadas, cada vez menos importantes; los Estados Unidos llevaban dos años retirados oficialmente de la contienda que los había marcado para siempre.


El último episodio tenía lugar. El Vietcong conseguía la victoria, y la caída de Saigón ponía punto y final a la guerra.


Robert Altman resumía la atribulada sociedad norteamericana de los setenta, sus cuentas pendientes y sus tristes saldos.
Música country, amores no correspondidos y disparos mortales en público para la visionaria "Nashville".


En plena desmitificación, Janis Ian evocaba una adolescencia nada dorada en "At Seventeen", donde aseguraba que había aprendido la verdad a los diecisiete: Love was made for beauty queens.


¿Qué era el amor en 1975?
Minnie Ripperton cantaba, en "Lovin' You", que era fácil 'cause you're beautiful.
Little Edith Bouvier lo echaba de menos, pero todavía lo esperaba bajo su difusa percepción del tiempo.
Vivía caduca y podrida junto a su madre, en "Grey Gardens", una mansión asquerosa de The Hamptons, emblema de las decadencias propias y asistidas.


En temas de amor, los 10cc eran tan escépticos como la época. I'm not in love, it's just a silly phase I'm going through.


Si no hay amor en los cuerpos, siempre se puede encontrar en las máquinas.
El primer indicio de computador personal se ponía a la venta con gran éxito, llamado Altair 8800 y con el futuro bien incrustado en sus circuitos.


Un Bill Gates de veinte años fue uno de los compradores de ese Altair y esa gloriosa adquisición le dio una idea con el nombre de Microsoft.


Galileo, Galileo, Figaro!. Queen publicaba "Bohemian Rhapsody", su tema más ambicioso, que se deslizaba sagaz entre la ópera, el pop-rock y la bufonada.
Era tiempo para desordenar las cosas, despeinarse e ir más allá de los hippies cursis.
Los Ramones daban punk al punk, y cien fans de Led Zeppelin la armaron fina en el Boston Garden, destrozándolo todo ante la desesperación por conseguir entradas.
¡Viva la stravanganza! ¡Arriba la ópera rock! The Who eran contados por Ken Russell en "Tommy".


Mientras, un inefable fenómeno se gestaba en la sesión de madrugada.
Brad y Janet se perdían en la noche y buscaban amparo en un tenebroso castillo. Allí residía el Dr. Frank N. Furter, junto a su séquito.


Se decían provenientes de la Transexual Transilvania y tenían la necesidad de pasarlo bien, crear el maromo perfecto y adorar a la RKO.


"The Rocky Horror Picture Show" veía la luz en las sesiones golfas a lo largo de toda América.
Allí se acudía vestido como los protagonistas de la película y, a su compás, el patio de butacas se convertía en una continuación de lo cantado y bailado en la pantalla.


Ir a ver "The Rocky Horror" a última hora, donde vivían los primeros frikis y residían los definitivos petardos, fue ritual contracultural durante años.
Sí, era medianoche en 1975. Oh, creatures of the night!


En España, Ovidi Montllor le daba un escopetazo a Lola Gaos, su propia madre, en "Furtivos".


Llegó tu hora, monstruo. El país vivía el episodio final del patriarca de la oscuridad.
Éste no se marcharía sin demostrar su crueldad. Franco hizo una última llamada teléfonica y dio su última orden: "fusiladlos".


Hasta la Iglesia, le retiró el favor después de aquello. El Imperio español caía a la vez que el franquismo, al tiempo que la Marcha Verde se cobraba las plazas norteafricanas.
Se terminó el florido pensil, se acabaron las niñas de luto, ya no se creía en los Reyes Católicos, ni se confiaba en las Tías Tulas.


En noviembre, Franco se murió y se fue para el Infierno. Hubo más de uno que lo lloró, pero en la España del 75, todo era inquietud, opinión y mañana.
Así, empezaba la Transición, política, social, sexual.


María José Cantudo abría el camino. Se desnudó en "La Trastienda" y aquel fue el primer chocho del cine español.
Sucedía a medianoche, claro.


Ya lo cantaba Elton John. Someone saved my life tonight. Sí, estábamos salvados.

1 comentario:

Zinquirilla dijo...

Huy! por poco... al pronto creí que...

Bueno, yo tengo que ver un poquillo con ese año, no en vano me concibieron en julio (y me sirve para meterme con mis padres por insensatos xD)

No estuvo nada mal mi víspera (vaaale y la del aniversario de Yankeeland)