miércoles, 7 de abril de 2010

2002


Como Tobey Maguire en "Spiderman", había que ponerse en forma.
Bush ya lo había anunciado. "Quien no esté con nosotros, estará contra nosotros".


En 2002, nos enteramos de todo sobre Afganistán, un país que lucía horrible en la pantalla; desierto, hombres barbudos y un sentido de la desolación sólo equiparable a la Edad Media.
Sus chicas eran lo más comentado, con aquellos burkas que las hacían tan secretas.


Ellas eran la triste imagen del régimen talibán, que caía sin remisión ante la irrupción de los norteamericanos.


Mientras la generación quería ser como Beckham y bailar al ritmo de Shakira, la sofisticada armamentística del futuro hacía acto de presencia en los telediarios. Tomahawk!


No faltaron las ironías en un ambiente tan proclive a la descontextualización.
El derrumbe del World Trade Center se repetía tanto en imágenes, que sólo faltó serializarlo a lo Warhol.
Hasta la segunda parte de "El Señor de los Anillos" se llamaba "Las Dos Torres".


En España, euro y peseta coexistieron durante unos meses. Los comerciantes se volvieron locos y las carteras quedaron bien esquilmadas, dentro de una conversión un tanto delirante.
Pero daba igual.
"Europe's living a celebration", y ahí estaba Rosa López en Tallin para cantarlo.


La neumática granadina había bajado de peso, y a cambio, conseguía la autoestima, la felicidad y la fama.
El motivo: ganar la primera edición de "Operación Triunfo", resumen de las ganas que tenía el personal de ser como Beckham.


Porteada por los dos Davides, esa Rosa aparecía en todas las sopas.


En un panorama musical ocupado por los nenes del triunfo, Shakira sacaba espacio para pisar fuerte.
Dentro de una promoción avasallante, la colombiana se convertía en la nueva latina de moda, demostrando preclaro dominio del spanglish.


Porque, de mezcla de idiomas, de monedas y de estilos, vivía el año.
Eminem y los Coldplay eran, en cualquier caso, lo más in.


En América, era un shock ver al dorado Dawson en una tesitura tan agresiva y cínica como la de "Rules of Attraction", gran película del año, tesis de esa juventud repugnantita que no encuentra placer al placer.


Pero, ¿dónde estaba Bin Laden, emperador del mundo?
Bush decidía, en un giro tan rápido como imperceptible, que había un nuevo foco de interés para su cruzada internacional.


Unos señores agentes entraron en Iraq con la misión de establecer si Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva.
Sadam les dio las buenas tardes y se inició aquello llamado "crisis de Iraq", cumbre indiscutible del eufemismo.


Quizá Bush Junior pensó que, si nunca iba a encontrar al afgano, mejor atrapar al mesopotámico y pasar a la Historia.
De repente, el Eje del Mal tenía otro centro primordial.
Bush había visto esas armas, y, como la niña mentirosa de la "Expiación" de Ian McEwan, sostuvo su versión hasta que llegó la tragedia.


Oh, George, si hubieses visto "The Wire", todo hubiese distinto: You've got to keep the devil way down in the hole.


Sí, las armas eran muy malas, ya lo decía tu querido Michael Moore. Pero, cuando ni existen, tú demostraste que podían ser mucho peores.


Quedaron orquídeas que robar, guiones que escribir y momentos para renacer. Así lo contaba la histérica, alocada, maravillosa "Adaptation".


Nicole Kidman en "Las Horas", vestida de Virginia Woolf, recordaba quién era la víctima principal de los tiempos: "Morirá el poeta, morirá el visionario".


Los embriagados de amor ni nos dimos cuenta. Y seguimos bailando.

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