martes, 20 de noviembre de 2007

40 Años del Mito Camp (7): Mark Robson, Valor Seguro


"El Valle de las Muñecas", la novela más escandalosa que los norteamericanos habían devorado, resultaba para la Fox todo un reto.
Porque se tenía que conservar el aspecto depravado de la historia, que era lo que la hacía atractiva para el público. Pero evidentemente, se requería contención y clasicismo.
La "modernidad" en su justa medida, pensaba Hollywood.

El elegido fue Mark Robson, un veterano director que había iniciado su carrera como asistente de montaje de Robert Wise en "El cuarto mandamiento", de Orson Welles.
Su éxito en la RKO, bajo el amparo de Val Lewton, le permitió realizar dos aclamados dramas pugílisticos, "Más Dura Será la Caída" y "Champ".


En el instante de la producción de "El Valle de las Muñecas", Robson ya no era el que se formó en la RKO de los años cuarenta.
Ahora era un cineasta Fox, especialista en adaptaciones de best-sellers polémicos.
Su mayor éxito había sido "Peyton Place", la adaptación cinematográfica de la controvertida novela de Grace Metalious.
La ilustración de los traumas sexuales y los esqueletos en los armarios de la sociedad provinciana americana fue debidamente rebajada.
"Peyton Place" es un melodrama colorido, con Lana Turner como protagonista, pero sin la subversión ni el riesgo estilístico de los grandes títulos de Sirk.


Ahí está la clave del cine de Robson. Es absolutamente impersonal y gris. Casi siempre era eficiente, y tiene títulos estimables, pero, en la época, era ejemplo del "anti-autor".

Nominado al Oscar en dos ocasiones, por "Peyton Place" y por "El Albergue de la Sexta Felicidad", los jerarcas de la Fox contrataron a Mark Robson como valor seguro para trasladar el universo de Anne, Neely y Jennifer a la pantalla, con las convenientes restricciones.
Viendo el desastre final, cuesta atribuir la culpa a una persona determinada de entre el equipo creativo de la película. Pero, aún así, gran responsabilidad se debe a su director.
La escenificación de Robson es inexplicable, y su dirección de actores, definitivamente intrigante.

La puesta en escena está perdida en la indefinida línea de producción por la que se optó.
Así, el contenido sórdido de la historia queda inapropiado en medio de unas secuencias concebidas en suntuoso Panavisión. Es decir, la dirección es benigna, clásica, cuando debía ser maliciosa y potente. El desajuste explica parte de la sensación de ridículo que proporciona la película.

Y en torno a la dirección de actores, está el ya nombrado asunto de Patty Duke.
Como Robson, la oscarizada Duke se suponía, de antemano, garantía de calidad. La realidad fue muy distinta.
En el set, fueron sonadas las peleas entre director y actriz.
Porque ninguno de los dos llegó a entender al personaje de Neely O'Hara. Y se evidencia de manera notoria en esa Patty Duke completamente desorientada; un muestrario de histrionismos que contrasta brutalmente con sus compañeras de reparto, tan peripuestas e inexpresivas.


Pese al varapalo crítico que recibió Mark Robson, el taquillazo de "El Valle de las Muñecas" le permitió continuar su carrera en la Fox sin ningún problema, aunque la decadencia del estudio a finales de los sesenta espació los proyectos.
Su último exitazo fue a ritmo de Sensurround y cine de catástrofe en "Terremoto".
Evidentemente, Orson Welles y Val Lewton quedaban ya muy lejos del horizonte robsoniano.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Q ganas de verla! y hacer nuestro propio "valle"...jejejeje y poner unos wenos efectos de sonido de piscina con una botella de cristal firgas jujuju eso si q es un peliculon!

Josito Montez dijo...

¡Efectivamente! (como diría la madre que compartimos, querida hermana Isabella).
Bienvenida al maravilloso mundo del comentario del blog. Es más peligroso que el Valle de las Muñecas. Mu adictivo!

Anónimo dijo...

Efectiviwonder!estoy encantada("Encaté, encaté") de participar en este maravillo y magnifico blog. MUUUUAAAKKK!!