lunes, 12 de diciembre de 2011

El Ataque del 'Remake'


El cine es el arte que más se rectifica a sí mismo.
Como costumbre artística y estrategia comercial, repite sus títulos, entre la necesidad de mejorarlos y la voluntad de replicar su éxito.
Volver a la historia y filmarla de nuevo es lo que se llama comúnmente remake.


El remake puede obedecer a una actualización técnica.
Como hablamos de un proceso de creación industrial, los avances tecnológicos permiten el perfeccionamiento de la imagen y el sonido y, por ello, el despliegue de nuevas sensaciones fílmicas.


La llegada del sonoro y el color hizo que la duplicación o triplicación de títulos fuera recurrente en el cine clásico.
"Dr. Jekyll y Mr. Hyde", "El Prisionero de Zenda", "Mujercitas"; varias versiones, prácticamente iguales, que obedecían a la demanda del remozado lujoso.


El remake ha sido visto con mayor respeto cuando se trata de revisitar obras extracinematográficas, ya sean novelas, cómics o piezas teatrales.
De manera incansable, se persigue capturar la esencia de las grandes obras escritas.


Es lo que sucede con Shakespeare, el desafío de cualquier cineasta inglés que se precie, o "El Gran Gatsby", la novela que todo director norteamericano ha soñado con trasladar a la pantalla.


"Jane Eyre" es esa obra mil veces adaptada. En este 2011, ha conocido una nueva versión cinematográfica, dirigida por Cary Fukunaga.


¿La razón? Es una historia fácil de contar, mientras cada nueva adaptación puede acentuar una ó varias de las múltiples capas emocionales de la novela de Charlotte Brontë.


Otra multiadaptada obra decimonónica es "Grandes Esperanzas", de Charles Dickens.


Mike Newell ya rueda nueva aventura en el cine, con Helena Bonham-Carter como la Señorita Havisham.
Mientras, la BBC le ha dado luz verde a una miniserie.
Es más que probable que los estrenos de ambas coincidan en el tiempo.


Hay veces que se revisita tanto una historia que su personaje acaba convirtiéndose en icono cinematográfico.
Obviamente, el mayor ha sido Drácula.


El terror, la ciencia ficción y el pathos sobrenatural se benefician más que nunca del mencionado avance técnico.
Por ello, el remake está a la orden del día en esos géneros. Más creíble la sangre, mejor el vuelo del murciélago.


Tantas versiones de "Drácula", y Coppola aún sentía la necesidad de darle una mirada definitiva, allá por 1992.
En realidad, le devolvía la dignidad, dentro de una obra altamente personal.


Como deberían ser todos los remakes y revisiones, no sólo la contó de nuevo, sino parecía que era la primera vez que se hacía.


Es lo que también sucedió con "Romeo + Juliet", de Baz Luhrmann, y "Grandes Esperanzas", de Alfonso Cuarón.
Podrán gustar más o menos, pero su arrojo expresivo y su transgresora blasfemia deberían ser componentes inescapables en todo remake.


Porque, normalmente, el asunto remake suele expresar pereza, hablemos de "Jane Eyre" o de "Los Ángeles de Charlie".


En el Hollywood actual, la duplicación obedece, sobre todo, a la urgencia por repetir exitazos, replicar fenómenos televisivos o americanizar películas.
Es lo que se llama el refrito.


No hay gesto más posmoderno que el continuo redundar en lo que ya se ha hecho con anterioridad.
Especialmente, cuando no hay necesidad para hacerlo.


En ocasiones, los remakes son muy acertados e incluso se elevan por encima de sus originales, como "True Grit".


La mayoría de las veces representan colosales pérdidas de tiempo y dinero.
Un ejemplo fue el remake de "Mujeres", un proyecto que llevaba quince años sobre la mesa. Cuando vio la luz, recibió un buen abucheo, que no hizo válida tal espera.


Los remakes se proponen casi tanto como se desmienten al día siguiente.
Suscitan todo tipo de comentarios, entre las alarmas de los fans y la curiosidad del resto.


Esta semana, se han anunciado remakes de "American Psycho" y "El Lago Azul".
En el caso de "American Psycho", se plantea una revisión de la novela de Bret Easton Ellis con un presupuesto más modesto que la protagonizada por Christian Bale.


Es muy curioso. Normalmente, el remake es la versión más cara de una película anterior. En esta ocasión, será la versión pobre.


Para "El Lago Azul", el remake será televisivo y cuarta adaptación de la misma historia.


La más famosa fue protagonizada por Brooke Shields y Christopher Atkins en 1980; una película bastante majadera, donde dos hermanos naufragados debían llevar una vida adámica e incestuosa en paraje incomparable.


"El Lago Azul" fue un taquillazo y quedó como emblema de los primeros años ochenta. En ello, jugó su condición de drama erótico para espectadores en plena pérdida de la inocencia.
A estas alturas, ¿a quién van a seducir con esa premisa tras todo lo que hemos visto ya?


Plantear un remake es inevitable tic de la industria. Nace del temor a producir historias desconocidas por el público.


Con un héroe visto con anterioridad, con un villano ya sufrido, con un título que se ha hecho marca, se presume que la película tendrá más posibilidades de enganchar.


El problema es cuando no cuentan con nuestros sonorísimos bostezos como elocuente respuesta.

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