domingo, 4 de enero de 2009

Joan


A la edad de nueve años, Olivia de Havilland escribió un pueril testamento. "Lego toda mi belleza a mi hermana Joan, ya que ella no tiene ninguna".
Cuando Joan también quiso ser actriz, sabía que debía cambiarse el apellido para no alentar una rivalidad legendaria.


Así, Hollywood presentó a la dulce y lindísima Joan Fontaine, cuyo primer éxito fue su llamada telefónica de lágrimas y reconciliación amorosa de "Mujeres", de George Cukor.


La "sensación Fontaine" llegaría, no obstante, cuando fue la elegida para ser la segunda señora de Winter en la adaptación de la más famosa novela de Daphne du Maurier.


En esa inmarchitable "Rebeca" hitchcockiana, Joan Fontaine conquistó al público con la muchacha sin nombre, tímida, asustadiza y perdida en Manderley para siempre.


En una nueva entrega del gran Alfred llamada "Sospecha", la Fontaine era una rica heredera, sin fiarse un ápice de su encantador marido y sus vasos de leche.


Ese torrente de suspicacias permitió a la Fontaine ganar un Oscar. Su hermana Olivia jamás le perdonó que se hubiera hecho con la estatuilla antes que ella.


Aunque Joan Fontaine también se especializó en buenas chicas, sus heroínas fueron distintas a las de Olivia de Havilland. Si las de Olivia se mantenían claras y limpias de principio a fin, las de Joan eran mucho más neuróticas y acababan destruyendo su ingenuidad para sobrevivir.


La Fontaine levantaba la ceja, y la mosquita muerta se había convertido en señora a tener en cuenta.


Joan no siempre fue genial. Ahí estaba cabezona y empalagosa en títulos como "El pirata y la dama" y "El vals del emperador" o completamente inapropiada como Rowena en "Ivanhoe", donde Elizabeth Taylor le robó la película sin pestañear.


Sin embargo, no hubo Jane Eyre como ella, ni mejor desconocida para enviar una carta a Louis Jourdan, y sus ingenuas por fin conocieron la maldad y la manipulación en el noir "Nacida para el mal", toda una ruptura con su cándida imagen.


Joan Fontaine puede parecer a simple vista una actriz más del Hollywood clásico, pero en su mirada, destellaba una rara distinción que la hace excitante y decididamente única.
Hoy asegura que no quiere morir antes que su hermana Olivia. Desea que esa última batalla la gane su hermana.

3 comentarios:

Zinquirilla dijo...

qué decir?

a mí me gustan las dos, como si realmente fueran mis hijas no podría decidirme por una sola.

hay tantas leyenas en torno a ella, como cuando Joan se presentó toda emperifollada para el papel de Scarlett y cuando supo que era para Melania recomendó a la hermana.

y en Serenade es Sarita quien le roba la peli.

bueno Josito, tu post es muy bueno, como nos tienes mal acostumbrados, pero me apetecía comentar estas cosillas,

chao!

p.d.: te llegó mi último email?
p.d.bis: ahora mismito echan en la tele A través del espejo, btw

Josito Montez dijo...

Sisisi, me llegó. A ver si encuentro un ratín en estos días imposibles y te contesto como Dios manda.
Besosss.

Ernesto dijo...

Descubrí esa rivalidad de hermanas el año pasado gracias al programa de radio de El cine de lo que yo te diga. Me parece fascinante esa historia.