jueves, 17 de marzo de 2011

'Openly Gay'


Preguntar y contarlo, he ahí la cuestión.
Revelar públicamente la preferencia de dormitorio podrá ser algo innecesario en el futuro. Hoy forma parte de la aceptación homosexual, tanto a nivel individual como social.


Las celebridades también salen del armario, pero lo hacen con timidez, a veces impulsados por otros, y siempre temerosos de perder audiencias y papeles jugosos.


Hoy en día, ser gay en Hollywood y decirlo a los cuatro vientos sigue suponiendo trauma y desconcierto.


Sólo interpretar a un personaje homosexual puede comprometer imágenes y carreras, o eso es lo que Jake Gyllenhaal se pregunta todos los días.
El temor a la verdad llega hasta muchos actores porno gay, que se escudan en la bisexualidad o en esa extraña patraña de que sólo fornican con hombres delante de la cámara.


Uno de los pioneros en el outing internacional responde al nombre de Rupert Everett.
El guapérrimo actor inglés confesó su homosexualidad, sin complejos y con toda naturalidad, en una época en que nadie lo preguntaba ni lo contaba.


Fue saludado por valiente, pero él mismo ha hablado de los efectos perniciosos que tuvo su declaración. La ha señalado como la más efectiva asesina-carreras.
Everett incluso ha disuadido a los actores jóvenes que hablen sobre sus gustos sexuales.


Que sea Rupert Everett quien sostenga esa tesis nos resulta descorazonador.
Quizá fue menos estrella, pero somos legión los que soñábamos con ser como él cuando lo vimos en "La Boda de Mi Mejor Amigo".


La homofobia se muestra esquiva y se manifiesta hasta en nuestras propias líneas.
Recordemos aquel cronista gay que no se creía a Sean Hayes y Jonathan Groff interpretando a hombres heterosexuales.


Esta creencia, que explica gran parte de la resistencia actoral a muchos outings, podría ser perfectamente desmoronada con un solo nombre: Neil Patrick Harris.


En la televisión, es nada menos que Barney Stinson y nadie duda de la efectividad de actor e interpretación.


Ser openly gay también puede suponer una buena oportunidad para relanzar carreras.
El forzado outing de George Michael le permitía un jugoso comeback y la devoción de nuevos seguidores.
Es quizá lo que ha pensado Ricky Martin.


En todo caso, Ricky ha tenido un par de agallas, enfrentándose a un público latino y machista, y no cabe duda de que la verdad le está sentando tan divinamente como la edad.


Poco después, el siempre sonriente Tiziano Ferro también se declaraba homosexual.


Como rezaba cierta pancarta, "Si Dios odia a los maricas, ¿por qué nos hizo tan lindos?".
La televisión se ha dejado seducir por dos beefcakes de largo alcance.


Chico de Broadway, donde ser gay es un definitivo plus, el comestible Cheyenne Jackson ha aparecido en "30 Rock", "Glee" y lo que queda por bailar y pasear a esos ojos azules y ese cuerpo irreprochable.


Más notorio es Reichen Lemkhul, reputado macizo tras ganar el reality "The Amazing Race", junto a su pareja.


Luego sería señalado por algunos como malvado y oportunista, cuando se atrevió a romperle el corazón a Lance Bass, de 'N' Sync.


Hoy Lemkhul es parte de cierto gay star system, mientras adora posar para imágenes que ilustran su muy gimnasiada anatomía.


Guillermo Díaz no hace tantas pesas como Reichen, pero resulta igual de atractivo.


Definitivamente, el caso de Guillermo tiene mucha gracia, al contravenir la imagen tópica.
Lo conocemos como el camello mexicano de "Weeds".


¿Quién falta en este recorrido? Los que todavía callan.
Matt Bomer, el deslumbrante nene de "White Collar", es gay, pero se cuenta que los productores de la serie no le permiten decirlo.


Y Bomer es sólo un nombre dentro de una larga lista de pendientes, algunos estrellas muy conocidas, que prefieren cerrar el pico.
No hay que dar prisa. Sólo confiar y esperarlos con los brazos abiertos. Eso sí, que sepan que se está muy bien aquí fuera.

1 comentario:

Ramón dijo...

Te juro que leí "Más notorio es Reichen Lemkhul, reputaso macizo..." y no pude parar de reirme xDDD

Siempre tuve curiosidad por los gustos de los actores más actuales que los de b&w. Pero oye, a sus ritmos.