En una escena inolvidable de "The killers", Lee Marvin agarraba a Angie Dickinson y estaba a punto de arrojarla por la ventana, para que dejara de mentir y confesara.
No fue la primera vez que Marvin procedía con brutalidad en la pantalla.
No fue la primera vez que Marvin procedía con brutalidad en la pantalla.
Su primer papel notorio en cine fue lanzar una taza de café hirviendo a la cara de Gloria Grahame en "Los sobornados".
La dureza y la villanía estaban aseguradas en las apariciones de este hombre altísimo, de voz grave y cabello prematuramente cano.
Durante la crisis del cine clásico, Lee Marvin se asentó como un recambio eficaz y, aunque nunca dejó de ser severo y distante, su imagen transitó de la maldad pura al antiheroísmo con matices.
Junto con Steve McQueen, supuso la irrupción del hombre cool en Hollywood, cuyo fruto emblemático fue "A quemarropa" (Point blank), donde su personaje salía de Alcatraz, con la necesidad de aplicar venganza con la voluntad de un cruzado.
Marvin encontró la oportunidad de ser simpático en el western cómico. Por "Cat Ballou", recibió un Oscar. Y en el Oeste musicalizado de "Paint your wagon", se lanzaba a cantar.
Sin embargo, su papel más popular fue el Major Reisman de "Doce del patíbulo", que inauguró su reconversión en protagonista de películas bélicas de diverso signo y variable calidad.
Quintaesencia de una época atribulada, Lee Marvin fue el mejor actor posible para directores tan heterodoxos como Aldrich, Siegel, Fuller o Boorman. Buscaron en él un interlocutor válido y, paradójicamente, lo hicieron estrella de Hollywood.
Quintaesencia de una época atribulada, Lee Marvin fue el mejor actor posible para directores tan heterodoxos como Aldrich, Siegel, Fuller o Boorman. Buscaron en él un interlocutor válido y, paradójicamente, lo hicieron estrella de Hollywood.
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