sábado, 21 de junio de 2008

Polémica Al Estilo Kael


En plenos años sesenta, la opinión cinematográfica vivió su eclosión. Férreamente divididos en dos posiciones - clasicismo y modernismo -, los críticos de cine luchaban a brazo partido desde sus artículos.
En esa batalla, sobresalió una voz discordante, una mujer que nunca quiso adosarse a un grupo.
Su nombre: Pauline Kael, la admirada, la criticada, una figura muy controvertida del periodismo yanqui.


Su sello de identidad siempre fue revalorizar la opinión personal antes que la crítica fundamentada en la historiografía. Por eso, el estilo fuertemente subjetivo de Kael ha suscitado siempre mucha polémica.
Pero Pauline era conocida, sobre todo, por su falta de piedad. La temían por sincera; a Kael no se le vendía gato por liebre.


Fue una de las primeras que encontró falsas y paródicas las películas de estudio.
A propósito de "Mildred Pierce", aseguró que "la respiración pesada de la Crawford fue considerada como una muestra de interpretación y le dieron un Oscar".
De Greer Garson, dijo que su peinado de Guilarof tenía más expresividad que ella.
Pero también Kael podía rendirse incondicional ante títulos como "El Limpiabotas", de Vittorio de Sica. "Si la gente no siente esta película, ¿qué es lo que pueden sentir?".


Kael fue decisiva a la hora de reivindicar títulos en fuerte discusión. Habló maravillas de "Bonnie & Clyde", "Nashville", así como de todas las películas de Sam Peckinpah y Brian de Palma.
Y fue la primera pluma de Norteamérica que escribió que "El Último Tango en París" era la revolución hecha cine.


Orson Welles estuvo a punto de demandarla por libelo cuando salió publicado "Raising Kane". En este ensayo, Pauline defendía fuertemente la figura de Herman Mankiewicz, co-guionista de "Ciudadano Kane"; según ella, Welles se había hecho con todo el mérito de una obra maestra hecha por dos.


Sus opiniones chocaron con los editores de casi todas las publicaciones para las que trabajó; le pedían que mesurara las críticas a películas que deseaban promocionar. En el "New Yorker", le demandaron que cambiara el artículo en el que echaba pestes de "Malas Tierras", de Terrence Malick. Ella no se bajó del burro y su columna se publicó sin cambios.


También le dedicó zarpazos a películas como "La Naranja Mecánica", "Qué Bello es Vivir", "Blow-Up", "West Side Story", "Faces" o "Blade Runner".
Se dice que David Lean dejó de dirigir durante quince años, tras leer la crítica que Pauline Kael le dedicó a "La Hija de Ryan".
A Kael la llamaron homófoba cuando aseguró que la promiscuidad de Jacqueline Bisset en "Ricas y Famosas" era lo más parecido a una fantasía gay. Ella se defendió y pidió que releyeran sus escritos acerca de títulos como "The Children's Hour" o "Víctima".


Su más famosa línea extracinematográfica "¿Ha ganado Nixon? ¡Pero si no conozco a nadie que le haya votado!" define perfectamente a esta emblemática criatura neoyorquina.
Siempre tuvo una palabra afilada para todo y para todos. Muchos respiraron aliviados cuando se retiró. Otros muchos, entre los que se encuentran Roger Ebert y Quentin Tarantino, la consideran una influencia capital.

1 comentario:

sangreybesos dijo...

Billy Wilder, que casi nunca obtenía una buena crítica por parte de Kael, decía en el libro de entrevistas de Cameron Crowe, "No era divertido vivir con ella, pero sí era divertido leerla"