viernes, 3 de junio de 2011

Libertad


Es el anhelo de los espíritus, la poética de la revolución, el suspiro de las cárceles.
En los anales del tiempo, la libertad de los hombres ha sido ganada, concedida y comerciada.


Romper las cadenas, tirar abajo las rejas, respirar aire puro y echar a andar; no ha habido movimiento más sufrido.


Todos los seres la persiguen.
Los pájaros picotean las cerraduras de sus jaulas, los hámsters mordisquean los barrotes y hay insectos que llegan a suicidarse cuando se ven encerrados.
Porque mirar un futuro sin posibilidad de libertad significa perder la esperanza.


Las barreras son físicas para los malentendidos, para los que lo hicieron mal o para los que cayeron víctimas de la injusticia.


Sueñan con la libertad, se despiertan con su olor y, al final, es una palabra con la que se conjugan todas las demás. Cuando sea libre...


La libertad se necesita tanto como la felicidad o el silencio. Y, como éstos, es un valor relativo, esquivo y requiere mucha responsabilidad.
La libertad, en sentido amplio, es hacer lo que plazca.


Los derechos, la ley y la moral se han ocupado de gestionar el choque inevitable entre la gana propia y el perjuicio ajeno.
No puedes matar a quien odias, ni violar a quien deseas, ni quedarte con aquello que no te pertenece.
Es la "mala libertad" y, descubierta, sólo conduce a la cárcel, de manera irónica.


¿Existe la libertad? Todos la piden, pero nadie conoce su paradero exacto.
Al fin y al cabo, nadie ha sido libre jamás.


El ser humano es esclavo de los elementos, se rinde ante dioses menores para ganarse el sustento y se agacha ante deidades mayores para aliviar el sinsentido de la existencia.
Quiere estar fuera de las rejas, pero no se salva de humillaciones.


Necesita las ataduras sociales, se confiesa adicto a las dependencias sentimentales y se engarza en cadenas de trabajo infinito.
El ser humano no es demasiado libre, porque no quiere vivir solo ni morir pronto.


La libertad es un privilegio, asociado con el dinero y el estatus.
Hacer lo que uno quiera depende de la salud de la cuenta corriente y de la impunidad que se prevea ante cualquier indiscreción.
Es el auténtico valor del oro. No produce otra cosa más que libertad.


Mañana seremos libres, decían tantos humillados del mundo.
La ley les concedió lo que querían, pero se dieron cuenta de que seguirían encadenados.


Porque los presos siempre habían sido los otros, los que se decían poderosos.
En realidad, vivían en rejas de represión e intolerancia, vestidos con unos corsés mentales que no se desatan con leyes ni decretos.
En esa prisión, se pudren aquellos que no ejercitan compasión, los que se dejan llevar y los que tienen miedo.


La libertad es el puro placer de descubrir lo que hay detrás de la esquina.
Pero la mayoría sólo caminaría por dinero o por ganarse el Cielo.
Otros, simplemente se quedarían petrificados, y la sola idea de un camino sin rumbo les haría cagarse encima.


¿Y tú y yo? ¿Nos vamos de paseo?

1 comentario:

Ratatouille dijo...

me gustó mucho!!!!