miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Voz de Dorothy Kilgallen


Como buena periodista, Dorothy Kilgallen fue impertinente, se prefería aguerrida y jamás reveló sus fuentes.
En 1965, apareció muerta en su casa, horas después de su última intervención televisiva.


El forense escribiría en el informe definitivo que no había causa concluyente para el fallecimiento de Dorothy.
El misterio fue instantáneo y sería duradero. ¿Qué ocurrió aquella noche? ¿A quién había irritado Dorothy Kilgallen?


En los años treinta, Dorothy ya era insumergible.
Su padre era periodista en nómina para el grupo Hearst, y ella seguía sus pasos con decisión.
En 1936, Dorothy Kilgallen participaba en una competición de reporteros. Consistía en recorrer el mundo en tiempo récord, ejerciendo labores de corresponsalía.


Dorothy alcanzó el segundo lugar, pero quedaría para la Historia como la primera mujer en acometer la hazaña.
Eleanor Roosevelt no tardaría en convocarla para darle personalmente la enhorabuena.


Hacia 1938, Dorothy recibió la autoría de la columna que la haría famosa.
Se llamaba "The Broadway Voice", que recogía cotilleos sobre el show-business y detalles sobre los famosos que recalaban en Nueva York.
A partir de 1945, desde su lujosa casa de cinco pisos, Dorothy compaginó sus crónicas periodísticas con un programa de radio, copresentado con su marido, Dick Kollman.


En 1950, Dorothy Kilgallen se convertía en celebridad nacional, gracias a su participación fija como panelista en el concurso televisivo "What's My Line?".


Este adorable y durabilísimo programa de preguntas y respuestas tenía una sección especialmente glamourosa.


Los panelistas se enmascaraban y debían adivinar la identidad de un famoso invitado, que respondía a sus preguntas con graciosas voces impostadas.
Todo el estrellato de Hollywood pasó por "What's My Line?".


En el programa, Dorothy llamó la atención desde el primer momento, por su seriedad, inteligencia y elegancia profesional.
Por aquel entonces, los espectadores no habían visto muchas damas como ella en la pantalla.


No obstante, cuentan sus compañeros que la sabelotodo Dorothy parecía más empeñada en adivinar las respuestas correctas que dedicada a entretener a la audiencia, principal objetivo del resto del equipo.
Además, era chica del sensacionalista y muy temido grupo Hearst.


Dorothy tenía la dudosa costumbre de insinuar en su columna todo lo que se decía en los camerinos del programa.
Al parecer, era mucho.


Sin embargo, las mayores polémicas que vivió Dorothy Kilgallen sucedieron cuando sus crónicas se inmiscuyeron en los escándalos judiciales y políticos más sonados de su época.


La Kilgallen se hizo voz periodística a tener en cuenta tras cubrir el juicio que condenó al Dr. Sam Shepard por el asesinato de su mujer.


Dorothy publicó que el juez había dado su opinión sobre la culpabilidad del doctor, mucho antes de ver testimonios o evidencias al respecto.
Las pesquisas de Dorothy permitieron que Shepard tuviera la oportunidad de un segundo proceso.
Se probaría su inocencia y, además, sería la inspiración evidente para "El Fugitivo".


No fue nada comparado con lo asistido durante los días posteriores al asesinato de Kennedy. Una desolada Dorothy acudía rauda y veloz a entrevistar a los involucrados en lo sucedido.
Fue la única periodista que pudo entrevistar a solas a Jack Ruby, el hombre que disparó a Lee Harvey Oswald, principal sospechoso de la muerte de Kennedy.


Con la entrevista de Ruby y otros filtrados documentos, Dorothy Kilgallen fue la primera voz en insinuar que se estaba barriendo el asunto JFK bajo la alfombra.
Las confesiones de Jack Ruby se imprimieron en varios periódicos alrededor del país.


El FBI llevaba investigando a Dorothy Kilgallen desde el principio de su carrera y, en más de una ocasión, le habían pedido, sin éxito, que revelase sus fuentes.
Ella se mantuvo en sus trece e inició una fuerte crítica contra las agencias gubernamentales, desatando las iras de J. Edgar Hoover, el mandamás del FBI.


En su momento, fue la primera en asegurar que la CIA había contactado con la Mafia para acabar con Fidel Castro, cuestión que, más tarde, se probaría históricamente cierta.


El 8 de noviembre de 1965, Dorothy acudía a su cita inexcusable con "What's My Line?". Nadie podía precedir que sería su última noche.
Horas más tarde, Dorothy Kilgallen moría en el tercer piso de su casa, por lo que parecía una combinación fatal de alcohol y barbitúricos.


Todo apuntaba a la sobredosis accidental, pero los informes del forense nunca fueron cristalinos al respecto.
Dorothy se despedía de la vida con 52 años.


Incongruencias en la escena y la desaparición de las notas de una novela que Dorothy estaba escribiendo redondean la extrañeza.
Los que apoyan la hipótesis de que Dorothy fue asesinada para silenciarla apuntan a los datos que conocía sobre el asunto Kennedy y pretendía revelar en exclusiva.


La presunta conspiración que acabó con el presidente habría sido también la culpable de callar para siempre a Dorothy Kilgallen.
Se ha señalado como pieza básica de la intriga a Ron Pataky, un espía de la CIA, que se hizo confidente y, probablemente, amante de Dorothy.


Biografías y artículos han sido necesarios para entender la figura de la Kilgallen, una mujer que suscita opiniones encontradas.


Por un lado, era otra cotilla más, al servicio del reaccionario magnate de la prensa William Randolph Hearst.


Por otro, una valiente informadora. Y, sobre todo, un ave distinta en aquellos años cincuenta, donde la abrumadora mayoría de las mujeres no conocía mayor emoción que el sonido de sus electrodomésticos.


¿Víctima de sus tiempos? ¿Ingenua bocazas? ¿Mártir de la veracidad?
Quizá ignoró que las mayores verdades sólo pueden contarse en cuchicheos de salón y pequeñas leyendas, lejos de las rotativas, asegurando la impunidad del poder.
Como si el mundo debiera llevar un eterno antifaz.


La muerte de Dorothy quedaría precisamente como otro de esos hechos enmascarados, que viven en los terrenos de la presunción y las dudas razonables.


Calculado asesinato o simple accidente, no hay duda de que Dorothy Kilgallen hubiese sido la primera en esclarecer lo sucedido aquella noche.

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