miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Alma de "Blade Runner"


Obsesión cinéfila de alto grado, hermosa película desde su primera secuencia hasta su último aliento, "Blade Runner" son palabras mayores de la Historia del Cine.


A estas alturas, aspirar a aportar algo nuevo sobre esta obra maestra es igual de baladí que intentar descifrar todos sus símbolos e intenciones.
Sólo se necesita verla y revisarla. Es lo que pide y siempre se le concederá.


"Blade Runner" se presenta como una entrega de acción futurista.
Su enigmático personaje principal, de nombre Deckard, es agente encargado de cazar y matar a los 'replicantes'.


Los replicantes son robots perfectos, esclavos de colonias extraterrestres, supremos productos de la inteligencia artificial.
Su postrera rebelión los condenó y motivó la orden de su exterminio.


Sobre la premisa - importada de "Do Androids Dream of Electric Sheep?", de Philip K. Dick -, se impuso la profunda temática de "Blade Runner".
Es una obra que indaga en el valor de la existencia humana, precisamente cuando lo ha perdido, ante un mundo globalizado, corporativista y mecanizado hasta la médula.


La ciudad de Los Ángeles en 2019 es imaginada como un circo de fuego, rascacielos, naves y grandes pantallas.


El ajetreo de las calles se vive en una especie de silencio sordo, donde el ajetreo humano y tecnológico se topa con la barrera de la soledad humana.
El mundo está más poblado que nunca, pero la sociedad ha desaparecido.


La ironía que explota la historia será que los cacharros serán los reivindiquen la humanidad perdida.
Los replicantes no quieren morir, viven con miedo y desean hablar con Dios.
Estos muñecos, dotados de vida y existencia, se revelan como seres de angustias y sentimientos.


La irrupción de Rachael, la replicante inconsciente de serlo, dota a "Blade Runner" de un revestimiento noir.
Es una femme fatale atrapada, víctima, con matices.


Con Rachael, personaje de mente completamente incepcionada, se insiste en la teoría de la película: el significado de la humanidad vive acorde con la ambigüedad de los tiempos.
¿Son el recuerdo, la nostalgia o el sentimiento tan fabricables y manipulables como cualquier máquina?


Se puede aducir que "Blade Runner" intuyó la década de los ochenta como casi ninguna otra obra del momento.
El materialismo era ese camino sin vuelta atrás, que culminaría en la megaciudad paranoica y la construcción del ser medio robot, medio humano, de vida postiza y futuro incierto.


Las decisiones gubernamentales, cada vez más lejos de la mirada del individuo, serían las encargadas de aplastar rebeliones sin pestañear, mientras la burocracia y el aislamiento contribuirían a la mecanización integral del ser.
¿Son esos replicantes una métafora de la generación yuppie y la globalización fin de siglo?


"Blade Runner" es grande por muchos motivos, pero Roy Batty es su indiscutible bouquet.


La aparición de Rutger Hauer se hace esa descarga de electricidad requerida para construir una obra maestra.
El replicante de apariencia aria protagoniza la secuencia más emotiva, el momento clave de "Blade Runner".


"He visto cosas que vosotros no creeríais", dice, llenando el relato de un poderoso trasfondo que nunca conoceremos.
"Blade Runner" es un cuento triste, pero esperanzado. Nos recuerda que la dignidad pervive hasta delante de su peor derrota.


La deslumbrante estética se opone con perfección a la melancolía de la historia, rematada por la cautivadora partitura de Vangelis.
"Blade Runner" es una película compleja y un tanto lenta, pero cualquiera se sentirá seducido por su envoltorio.


"Blade Runner" vio la luz en 1982, ante una polarizada reacción de la crítica y escaso entusiasmo por parte del público norteamericano.
Más popular fuera de Estados Unidos, su fenómeno ha sido exponencial.


Diez años después, el hallazgo del denominado Director's Cut permitió su reestreno y definitiva valoración.
En un cambio de opinión muy poco frecuente entre los críticos, abundaron las rectificaciones sobre ella.


Ridley Scott, reacio durante años a volver sobre su obra más personal, permitía la construcción de un montaje definitivo, estrenado en 2009.


Quizá debido a esa experiencia, el director ha anunciado que volverá al mundo de "Blade Runner" en el próximo 2012, treinta años después de su estreno original.


De momento, Ridley Scott busca guionista, no confirma si será precuela o secuela, pero se presume que no tendrá a los actores de la película original.


Influida por mil hallazgos de todas las disciplinas artísticas, "Blade Runner" ha sido, a la vez, terriblemente influyente en los estratos del audiovisual internacional.


Sus imágenes y sonidos son rastreables en multitud de títulos, mientras esa mezcla entre sordidez, coolness y cargada filosofía ha sido considerada la mirada más precisa al futuro.
Entre sus oficiosos remakes, se encuentran títulos como "Ghost In The Shell" o la reimaginación de "Battlestar Galactica".


"Blade Runner" es indispensable título para calibrar las posibilidades dramáticas y visuales que alcanza el cine.
Es cuando trasciende su cáracter de producto y se le puede llamar séptimo arte.


Como los replicantes, "Blade Runner" es una máquina cargada de alma.

4 comentarios:

Josito Montez dijo...

También es una de mis pelis favoritas, querida Lo, así que el placer ha sido todo mío.
Besotes.

Deprofundis dijo...

y qué me dices del gran Edward James Olmos?? casi 30 años matando skinjobs. Gran artículo como siempre!!

Josito Montez dijo...

Grande Olmos, hiperinquietante en "Blade Runner".
Leí en algún lado que le recomendó a Tricia Helfer que, para ser Number Six en "BG", se estudiase la interpretación de Daryl Hannah.

Anónimo dijo...

Demasiado buena.Ya no se hace cine asi,con esa sensibilidad,ahora todo es accion y explosiones,se ha perdido la intelectualidad en el cine.Dark City es otra gran peli inluida por Blade Runner.