viernes, 9 de septiembre de 2011

Miedo a Las Alturas


Es la fobia más común, quizá también la más comprensible.
El miedo a las alturas nace del terror al vacío, de la inseguridad de lo escarpado, del simple pavor al fatal accidente.
Somos seres de gravedad y precaución. Mirar desde la montaña o desde el decimoctavo piso se concibe como un descaro ante Dios.


Al miedo a las alturas se le llama popularmente vértigo, pero la acepción correcta es acrofobia.
El vértigo es una sensación de desequilibrio y mareo, que puede aparecer sin que las alturas tengan la culpa necesariamente.


Pero la acrofobia se nutre del desequilibrio.


Se acentúa no tanto por la altura, como por el riesgo de la situación.
Escaleras cabronas, barandillas poco sólidas, atracciones de feria que dejan los pies colgando o carruajes traqueteantes en plenos Montes Cárpatos.


El acrofóbico se queda paralizado. No quiere seguir subiendo, y le resulta aún más doloroso afrontar la bajada.
Es un miedo de miradas. Si cierra los ojos, le será más fácil.


Como todas las fobias, nace de traumas y se palia con terapias de adecuación.
En cualquier caso, matar el vértigo desde grandes alturas significa ser un suicida nato, un campeón de deportes de alto riesgo o, simplemente, necesitar el trabajo.


El cine ha buscado la acrofobia, a razón de su habitual carácter de gran parque de atracciones y padecimientos.
Se precipita a los personajes, esperando que los espectadores los acompañen en todo el filo del suspense.
Como siempre, Hitchcock.


Para los acrofóbicos, el final de "Sabotaje" (1942) es insoportable.
Esos dedos que se asen débilmente a la piedra de la Estatua de la Libertad, mientras se gastan, se deslizan, siempre al borde, con el vacío detrás y el infarto inminente.


Otro monumento genuino, el Monte Rushmore, era escenario del clímax de "North By Northwest", donde Cary Grant y Eva Marie Saint escapaban de los malvados, sin ir vestidos ni calzados para semejante deporte extremo.


La mayor oda hitchcockiana a la acrofobia se llamó, por supuesto, "Vértigo".


El miedo a las alturas del detective Scotty no sólo lo jubila anticipadamente, sino que lo coloca en una intriga fascinante y rocambolesca.
Al final, llegar a lo alto del campanario no es lo que propicia el auténtico pavor humano.
El amor y la muerte; esas son las dos cosas que más nos aterrorizan.


Como buen acrofóbico, yo prefiero cerrar los ojos.
Mirar el hueco de la escalera, gritar y agarrar la bata de la mujer que me cuidaba. Es el primer recuerdo que tengo de mi vida.
La altura inmisericorde, el vacío, no soportar la idea de resbalar y caer. Me mareo sólo de pensarlo.


Me aterroriza ver a mi hermana asomada al balcón, jamás me he subido en una montaña rusa y no quiero recordar aquel maldito puente de Cuenca.


Y el trampolín.
Aquella tarde en el parque acuático, mis compañeros de colegio se zambullían. El trampolín no parecía demasiado elevado desde la piscina.


Me puse en la cola y esperé mi turno. Cuando caminé hasta el filo y miré, casi me da la risa.


Cuatro señores metros de altura. Para un acrofóbico, es como tirarse de un edificio. Imposible. Negué con la cabeza y me di media vuelta.
El socorrista me dijo que nanay. Mis compañeros me daban ánimos. No me dejaban irme de aquel jodido trampolín.
- ¡Salta, Josito, salta!
Y, por mucho que lo quisiera intentar, tenía el vértigo, la vida ante mis pies y la inseguridad de un niño de trece años.


Al final, salté. Por huevos o para que todo el mundo se callase, no lo sé. Pero salté.


El tortazo en la cara, al besar el agua, no me lo quitó nadie.
Y, mientras subía a la superficie, me sentí un poco tonto.


Tal vez, no sabía que algún día escribiría sobre aquella tarde y aquel trampolín. Cuando el vértigo se hizo mi único amigo y me permitió saltar.
Sobreviví. Porque lo que no te mata, te hace más divino.

3 comentarios:

Athena dijo...

¿Y qué me dice de la atracción del abismo? Pasar por un puente y sentir un cosquilleo en las piernas, que es a la vez vértigo y ganas de tirarse. ¿No le ha ocurrido nunca?

Magnífica entrada :)

Josito Montez dijo...

La atracción del abismo, jum... Buena idea para un post, sí que sí...

Athena dijo...

Pues nada, ya tiene tema para cuando no se le ocurra ninguno mejor. Me alegra aportar algo a este estupendo blog.