lunes, 26 de septiembre de 2011

Malick



Soy infiel a los grandes directores. A los que se llaman genios, revolucionan el lenguaje del cine y se lo perdonan todo a sí mismos.
Me gusta cuestionarlos y parodiarlos, con esa excitación que brinda llevarle la contraria al más venerable padre.


Pero regreso a ellos, como el hijo pródigo.
- Con lo que nos querías antes, Josito... - me dicen.
Y yo respondo como si estuviera en cualquiera de sus películas; a los cinco minutos y con cara de melancolía.
- En realidad, no he dejado de quereros. Y ahora os necesito más que nunca. No sabéis las películas que he tenido que ver últimamente...


Entre esos sumos sacerdotes, se encuentra Terrence Malick, cuya última obra, "El Árbol de la Vida", ha ganado la Palma de Oro en Cannes.
Asimismo, ha generado una controversia brutal, especialmente vivida en sus conflictivos pases por las salas de cine.


Cabe hoy echar un vistazo a la trayectoria de Terrence Malick, un señor misterioso, esporádico, con ese estatus de leyenda que se ganan los mejores parias.


En 1973, salía a la luz "Malas Tierras".
Protagonizada por unos incipientes Martin Sheen y Sissy Spacek, relataba los días de amor y crimen de dos jóvenes en el Medio Oeste norteamericano.


Se entroncaba en la tradición de las historias de parejas criminales a la fuga.
La distinción de "Malas Tierras" fue optar por una mirada compasiva hacia sus personajes, retratados dentro de una atmósfera poética y desencantada.


"Malas Tierras" supuso el debut de Terrence Malick.
Casi todos los críticos lo aplaudieron con fuerza, ante lo que lucía como una contundente prueba de autoralidad.


Cinco años después, Malick volvía a la carga con "Días del Cielo".
Se ambientaba en 1917. Una pareja de amantes, enmascarados como hermanos, entablan relación y tragedia con un moribundo granjero.


"Días del Cielo", bellezón de la Historia del Cine, consolidaba los grandes temas malickianos y la apabullante estética que los conjuga.


De repente, el silencio. Terrence Malick anunciaba nuevos proyectos para luego extinguirlos. Acabó por desaparecer.
Veinte años sin ponerse detrás de una cámara. Hollywood nunca lo echó de menos, porque jamás lo entendió.


Era otro cineasta incómodo, que nunca renunciaría a su estilo, el mismo que estuvo tres años en la sala de montaje antes de darle el visto bueno a "Días del Cielo".
Para cinéfilos y críticos, sus dos obras quedaron como clásicos de una década, donde el cine norteamericano había dado un efímero paso adelante.


En 1998, Terrence Malick regresó con "La Delgada Línea Roja", quizá la película bélica más extravagante producida en los Estados Unidos.


Ilustración de la guerra desde un punto de vista filosófico, insistía en un tema clásico de Malick: la hostilidad del hombre frente a la belleza de la Naturaleza.


Su esperada vuelta estuvo punteada por varias nominaciones a los Oscars, peleas a muerte con sus productores y la exigencia a la prensa de que no le hicieran ni una sola foto.


2005 sería el año para lanzar otra epopeya de similares proporciones y temáticas.
Se llamaba "El Nuevo Mundo", inspirada en la historia de amor de John Smith y Pocahontas.


En este 2011, se ha estrenado "El Árbol de la Vida", la apoteosis del cine malickiano y, sin duda, su título más problemático.


Ahora Malick está en racha y más fructífero que nunca. Anuncia estreno para 2012, mientras prepara dos nuevos títulos para años inmediatos.


Dicen los detractores de Terrence Malick que su cine es el triunfo de la fotografía, la victoria de lo visualmente impecable y el testigo del derroche de un director plenipotenciario.
Que su contenido es raquítico, aseguran.


Incorrecto, muy incorrecto.
Las películas de Malick están llenas de sentido, intención y drama.


Están protagonizadas simbólicamente por Adanes y Evas, que huyen a través de Edenes fatales, ante el brutal silencio de Dios y la majestuosa indiferencia del Universo.
La decadencia y caída del sueño americano es el telón de fondo de todas y cada una de sus historias.


Se cuentan con una voluntad poética.
Sus películas no obedecen a una sucesión lógica de acontecimientos, como las que acostumbra a dar el cine convencional.
Malick compone por estrofas, donde la voz interior se impone sobre el suceso y el sentimiento se antepone a la explicación.


Como en cualquier poesía, no hay que entenderla para sentirla.
Esta característica lírica otorga unas obras muy hipnóticas, donde cada plano tiene la prestancia de un cuadro. Pero también produce unas películas notoriamente aburridas.
El cine de Malick no está indicado para espectadores impacientes.


"El Árbol de la Vida" incide en las obsesiones malickianas, y las expresa de la manera más críptica y antisintáctica posible. Que ya es decir.
La han comparado con "2001, Una Odisea del Espacio", quizá por incomprensible y galáctica.


"El Árbol de la Vida" rebusca en la capacidad del cine como experiencia sensorial, mientras se aventura en la radiografía psicopoética de una familia texana en los años cincuenta.


Es una película inabordable, argumentalmente desquiciante, donde se ilustran desde los juegos de un cainesco niño hasta la creación del Universo, con dinosaurios incluidos.


De nuevo, las estrofas. La película se cuenta a sacudidas emocionales y visuales.
Su personaje principal está recordando, y la memoria siempre es temblorosa.


No es capaz de enlazar los acontecimientos con coherencia; sólo revivir las luces y tristezas de su infancia, que se arremolinan y confunden en un fresco estremecedor.


El único punto de vista es Dios, y hacia Él, van sus personajes. El mayor dolor humano no tiene respuesta en la inmensidad del Universo. Sólo queda la fe.


"El Árbol de la Vida" es una obra de arte. Hoy puedo decir que es la película más alucinante que he visto jamás.
Por la que el año 2011 debería ser recordado.


He amado el cine desde siempre, y sé contar muy bien las películas. Pero ésta no la sé explicar. Pienso que ni siquiera la entendí demasiado bien.
Pero oí la sinfonía que tocaba; quizá la única clave para acercarse a ella.


No sé cuál es el secreto. ¿Por qué me emocionaba tanto una maldita farola encendida?
Es como el cocodrilo de "La Delgada Línea Roja", o Sam Shepard retorcido de dolor en la cama de "Días del Cielo". Es toda la tristeza del mundo en un solo plano.


La mirada malickiana es sobrecogedora. Lo que otros alquimistas de la imagen intentan, Terrence lo consigue plenamente.
Es la belleza de lo insignificante, la incógnita que reside en el alma de las grandes películas.


Ahora bien. Aviso y no soy traidor.
"El Árbol de la Vida" suscita dos reacciones básicas. Los que piensan como yo, abiertos cual flor en éxtasis, y los que opinan que es una puta mierda.
He leído muy pocos comentarios moderados.


La distribuidora se ha vuelto loca y la ha exhibido en multicines comerciales. Quizá porque ha visto "Brad Pitt" y "Cannes" en la portada, y le ha parecido más que suficiente.


La respuesta ha sido abucheos, deserciones y peticiones de reembolso.
Ante la polémica, algunos cines han instaurado devoluciones monetarias, si la espantada se produce antes de media hora del comienzo.


Muchas críticas se han centrado en el mensaje trascendentalista de la película.
Malick no es el primer maestro que cree en Dios. Y, en realidad, no hay que pontificar con su mensaje para disfrutarla.


Es lo que ocurre con "Ordet" o "Harry, El Sucio". Ideológicamente discutibles, cinematográficamente cojonudas.


En cualquier caso, "El Árbol de la Vida" es una película para cinéfilos de pro y aventureros natos.



No tiene nada que ver con el estilo de las cosas de las que solemos hablar en este blog.
Está más cerca de Antonioni, Bergman, Kubrick, Dreyer, Wenders, Tarkowski y otros creadores de sublimes coñazos.


Quien desee una forma más creativa de aburrimiento que las que ofrece el cine convencional, aquí la tiene.


Y yo me pregunto: ¿Por qué no devuelven el dinero de la entrada también por "Super 8"?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Duerme piedras.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

¡Hola! Vengo de Justo y sus "Tiburones" atraído por leérte. Entrada completísima (no puede serlo más), resumida y perfecta sobre Malick, su cine, las comparaciones...y esa controversia que ha suscitado:
Me encantó "Malas Tierras": siempre el hombre contra la durísima naturaleza, también los protas, son modestos labradores que buscan una vida mejor, intentando lograr comprar unas pequeñas tierras: paisajes estupendos, interpretaciones en estado de gracia...
También pensé en "Ordet" un poco...
Sin comparar y comparando, porque cada uno es cada uno...
Y "El Arbol", me pareció un film de calidad, con todas los condicionantes que expones, sí.
¡Muchos saludos!

Salva Meseguer dijo...

Brillante acercamiento al cine de Malick y a esta colosal película. Yo creo que para entenderla solo hay que escuchar su sinfonía. Dejarse llevar por ella.
Un saludo.

Josito Montez dijo...

Muchas gracias a los tres por vuestros comentarios.
Ripley, me alegro de que hayas llegado hasta aquí, en nombre del buen cine y a través de nuestro querido Justo.
Salva, sea usted bienvenido al apartado de comentarios.
Me alegro de coincidir con ambos en la apreciación de esta apasionante película.